domingo, 28 de junio de 2015

Diario de una masoquista - Parte 1

A ella, no le gusta el dolor. No es algo que lo disfrute. Cuando se da un golpe en la cabeza o se da un porrazo en los dedos de su pie, te aseguro que ella no gime.
A ella, lo que le gusta es recibir dolor de alguien que la ame salvajemente, dado que él todavía tiene esa necesidad innata de hacerle daño. Esa lucha interior tiene lugar cuando ella se está sintiendo segura. Dolor descarado, que es por lo que ella vive. Siempre empieza bromeando. Los cachetes suaves sólo pretenden bromear. Es el juego previo. Esos azotes suaves la lanzan, haciendo que ella quiera más. La línea entre la broma y el pánico es muy delgada para ella. En un principio, la divierten, pero luego, no. Es cuando ella realmente se da cuenta que esto es el comienzo para hacerle daño y él debe parar antes de que sea demasiado tarde. Pero, ella no quiere que se detenga. No durante un segundo, sino en ese preciso momento en que ella lo recibe. Necesita pararlo con un miedo y una urgencia que no puede controlar. En ese momento, ella cree que haría algo para pararlo. Pero, no lo hace. No, porque, en realidad, un final ni siquiera parece remotamente cerca.
Él acaba de azotar sus nalgas y le ha provocado un surco con la fusta. Ahí está el problema de ella. El dilema que se utiliza para describir a las mujeres en el parto natural. Ellas saben que no pueden seguir preñadas para siempre. Eventualmente, tienen que dar a luz y mucho más allá de cualquier tipo de intervención. Ellas han comprendido esto en ese momento y ellas empujan.
Así es como la mujer masoquista se siente cuando la han golpeado con frenesí. Sabe que no tienen otra opción. Debe aceptarlo todo. Y es que… la liberación. Ella lo siente todo. Cada asalto a su cuerpo,  sola lo acepta. A pesar de que esté llorando y aunque no lo esté rogando, esas cosas son tan involuntarias como respirar en ese punto. Está dejándose llevar o sólo experimentándolo.
Y eso es lo que ella piensa “el suave te amo del… al estar hecho para…” Ese momento, cuando ambos se colapsan el uno en el otro, es como hacer el amor. Sólo han pasado a través de algo épico juntos, por falta de una expresión mejor. Ella acaba de compartir una experiencia que nadie más en el mundo jamás podría incluso comenzar a entender. Ese momento, ese sentimiento es para lo que ella vive.
Lo creas o no, ella no ha tenido ninguna sesión de dolor extremo. Eso sí, ella ha tenido un montón de magulladuras y cada una le encantó. Pues eso era a lo que ella intentaba ir. Ella tiene la sensación que es como una droga que él ha construido con demasiada tolerancia. Esos pequeños azotes no la van a satisfacer un día, pero, por ahora, ella va a beberlos.
Y, como también diría ella: “Bienvenidos a mi cabeza masoquista bellamente jodida.”

2 comentarios:

  1. A veces no opino porque no puedo opinar sobre algo que no acierto a comprender.
    Otras,no opino porque no me apetece hacerlo, o porque no tengo nada que añadir, o que decir, o que aportar.
    En este caso, no opino porque no comprendo lo que describe, porque no entiendo a esas mujeres que necesitan el dolor como una droga.
    Pero,como en realidad,estoy opinando al decir que no opino porque no comprendo... paradójico, ¿verdad? Opino en silencio,pero opino al fin y al cabo.
    Y eso es lo que quiero que conste en acta.

    Por otra parte, me gustaría que me aclarara algo, por favor:
    Usted dice:"A ella, lo que le gusta es recibir dolor de alguien que la ame salvajemente, dado que él todavía tiene esa necesidad innata de hacerle daño."
    ¿Entiende entonces que en este mundo puede haber amor?
    Gracias-anticipadas- por responder.
    Lidia.

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    Respuestas
    1. De una manera u otra, estás opinando y cualquier opinión la agradezco.

      Sí, también en las relaciones SM se da el amor entre las parejas, del mismo modo que se da en cualquier tipo de relación por extraña que parezca.

      Buen día

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