La mujer de la melena castaña era un dolor extremo. Me
había dicho que quería ver lo peor que hay en mí, descubrir de lo que soy
capaz. Por lo tanto, le duele, le duele mucho. Y mientras ella estaba
sufriendo, gimiendo y retorciéndose, tuvimos una conversación muy interesante
sobre la palabra de seguridad.
“No tengo ninguna,” dijo ella.
“Eso es verdad,” dije.
“Para ser franco, realmente, no creo en ellas.”
“Pero, ¿qué pasaría si usted empieza a llevarme
hacía mis límites más extremos?”
“No has conseguido traspasar ningún límite extremo,”
le dije.
“¿Puedo quitarme ahora las pinzas, por favor?”
“No,” respondí.
Ella parecía sorprendida (e incluso con el dolor). Me
afirmó que yo no estaba de acuerdo con hacer ciertas cosas. Le contesté
negativamente diciéndole que no estaba de acuerdo en que hiciera cualquier
cosa.
“No he aceptado nada. No es lógico que yo las haga,”
dijo ella.
“Sólo me limito a señalar lo que dices.” (Entonces, le
dije que tirara más fuerte de las pinzas, que hiciera que le dolieran más. A
ella, se le puso la cara enrojecida).
Al ser un hombre razonable, déjame explicarme.
“Tú eres mi sumisa, ¿verdad?”
“Sí.”
“Eso significa que siempre harás lo que yo diga. Tú
ha acordado no volver a decirme no.”
“De acuerdo,” ella dijo.
“La sumisa que traza una línea y dice que no, en
absoluto es sumisa,” le dije.
“Lo que yo quiero es tu capitulación total.”
Ella se lamentó de que había cosas que no podía
hacer.
“No,” dije.
“Hay algunas cosas que usted piensa que no puede
hacer. O cosas que no quiere hacer. Pero, si yo las quiero, usted las hará. Eso
es de lo que trata la sumisión. Se trata de darlas o hacerlas, no de
negociarlas.”
Ella considera esto (todo el rato jadeando con el
dolor y luego, me pregunta otra vez si podía quitarse las pinzas.
“No,” le respondí con firmeza.
“Bueno, está bien,” me dijo, “pero da miedo.”
“Por supuesto, que da miedo,” le dije. “Una sumisa
que no es un poco miedosa, en absoluto es sumisa. ¿Tenía O palabra de
seguridad? ¿Tenía ella límites duros?”
“El tema es,” dije, “volver a mi argumento (e
insistir en que ella le dé otra vuelta a las pinzas), usted tiene que confiar
en mí. ¿No he dicho repetidamente que, aunque voy a hacerte daño (y voy a
hacerte más daño en un minuto), nunca voy a hacerte daño? No voy a obligarte a
hacer nada que te haga daño, física o mentalmente. Pero esta es toda la
garantía que llegarás a conseguir. Si no puedes confiar en mí, no te sometas.”
Creo que ahora ella acepta esto. Pero ha sido un
poco traumatizante descubrir lo que ha expuesto por sí misma. Ella tenía un
poco de buen gusto anoche y me envió una foto para que pudiera ver las marcas
que las pinzas habían hecho en sus pezones. Hice una mueca y le agradecí el
envío de la foto. Lo peor está por venir.
Algunas personas consideran que soy demasiado utópica, probablemente lo sea, pero concuerdo en que una mujer sumisa, por lo menos yo, no tendría una palabra de seguridad. Si confío en mi amo, sé que no me hará un daño irreparable. No he tenido palabra de seguridad , siempre creí que sólo existía en los libros de .E.L James, y sólo lo tendría a petición de mi amo.
ResponderEliminarConfío plenamente en quien es mi amo ahora, aunque probablemente me falta mucho por aprender y experimentar.
Hay quien puede pensar que no tener palabra de seguridad sea una insconciencia...yo no tengo palabra de seguridad con mi Amo, confio total y plenamente en El, si la tuviese y pudiese parar la sesion no me sentiria en verdad sometida. Mi Amo cuida de mi incluso mas que yo misma , se que nunca me hara un daño no deseado para ambos.
ResponderEliminarEs cierto que al principio puede dar un poco de miedo pero creo que es una cuestion de entrega y confianza.
Un saludo.
En realidad, la palabra de seguridad es un mito.
ResponderEliminarSiento ser tan bruta, pero si dices algo así como:" pare,que me muero", ¿no es una "palabra o frase de seguridad"?
No hace falta ser un lince para saber cuando una ya no puede más.
Claro que,por otra parte, si una dice eso, se supone que es porque la han presionado demasiado, han ido demasiado lejos, y entonces algo falla, alguna de las partes falla, ¿no?
Con respeto,
Lidia
No creo en la palabra de seguridad, creo que un Dominante debe saber cuando parar, por mucho aguante, práctica o curiosidad que tenga la sumisa, Los gestos de ella, gemidos o gritos lo van a guiar y sobre todo su sentido común.
ResponderEliminarPor supuesto lo mejor es ir poco a poco, para ir conociéndose y que la confianza vaya creciendo, sé que esto es difícil, sobre todo porque la mayoría nos conocemos por internet, y casi nunca vivimos en la misma ciudad. Afortunadamente hay veces, que tan solo un encuentro es suficiente para saber que estas con la persona adecuada.
Creo que la palabra de seguridad es muy necesaria al principio de una relación...
ResponderEliminarEn donde no se conocen bien, donde el Dominante no conoce bien la reacciones físicas y emocionales de la sumisa y la sumisa no conoce la personalidad y hasta donde llegará el Dominante y sobre todo porque...
Una vez que se haya establecido una relación de verdad donde la base sea la confianza y la comunicación entonces si creo que podría entregarme sin palabra de seguridad, en mi opinión la sumisa que se entrega mas allá de tener eso con el Dominante, no es entregada está siendo ingenua, por decirlo delicadamente... Creo que definitivamente es tarea de los Dominantes el empujar los límites de su sumisa en pro de una mayor entrega cada día, pero es una cuchilla de doble filo, pues si el Dominante va mucho mas allá y en mi caso me hace un daño real físico o emocional, y que conste que hablo de daño real no de tonterías, entonces perderá mi confianza, dependiendo si es accidental o no podría perder mi respeto... y definitivamente me perdería como sumisa... pues jamás estaría con un hombre que no respeto. ladyflordecerezo