Pasé
mi mano con suavidad por encima de su estómago, dejando que las puntas de mis
dedos trazaran cicatrices, como si estuvieran siguiendo un camino hacia su
redención. Cada cicatriz contaba una historia, pues llevaban historias que ella
guardaba cerca de su corazón. Ella las guardaba, y pasaría mucho tiempo antes
de que alguien pudiera tener el privilegio de escuchar las historias de su
perseverancia.
Ella
llevaba sus cicatrices como si fueran su lencería. Ellas se deberían sentir
como inadecuadas, porque la sociedad siempre está diciéndole a la mujer que su
cuerpo tiene que ser perfecto, y por ello, tener cicatrices significa que ella
nunca lo tendría. Pero, ella abrazaba sus cicatrices como los amantes perdidos
se buscan el uno al otro después de que hayan pasado muchas lunas. Las cicatrices
son una parte de ella y no solo una parte de su cuerpo. Indican que ella ganó,
dicen que se había curado y que puede sobrevivir a cualquier cosa, incluso a
algo que fuera tan malo como él.
Cuando
yo besaba y acariciaba sus cicatrices, no lo hacía para llamar su atención,
sino para abrazarlas con mucho cuidado, porque hay algunas cicatrices por
debajo que necesitan sanar y cuando beso su cuerpo, estoy tratando de alcanzar
esas cicatrices que descansan debajo de su piel.
Ella
portaba sus cicatrices como si las hubiera comprado recientemente para
llevarlas. Ella se quería a sí misma, desde su belleza a su autoestima, a su
inteligencia y a todo lo demás de ella. Sus cicatrices eran imperfectas, eran
un testimonio a su capacidad de abrazar nuestras imperfecciones, lo cual es
mucho más perfecto que eso.
Es tan enriquecedor leerlo nuevamente Sr, a veces tenemos cicatrices internas y externas, y el miedo a no ser aceptadas por ellas, a veces nos alejamos solo el miedo sin querer experimentar, pero cuando lo hacemos en lo mas sublime que hay.
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