La estoy azotando sobre mis piernas. Su abdomen
hacia mi izquierda. Su cabeza baja, con la única visión del suelo.
Completamente desnuda desde su cintura hacia abajo. Sus piernas, ligeramente
separadas y apoyadas sobre las puntas de sus pies.
Durante unos azotes como estos, es muy
importante conseguir que ella haga comentarios sobre la manera que lo está asumiendo. Una cosa que me gusta
hacer, es que la sumisa me agradezca cuando le doy el azote “perfecto.” Un
simple, “Gracias, mi Amo” después del golpe, en absoluto, la pone al frente de
los azotes. De hecho, probablemente, esto le hará sentirse más sumisa ante mí,
ya que soy el único que decide si ella va a recibir otro u otros azotes de la
misma intensidad o si ha llegado el momento
de presionarla hacia otro nivel. Por mi parte, es muy tranquilizador
conseguir este comentario por parte de ella, ya que puede dejar de lado
cualquier pensamiento que le esté haciendo daño, mucho más de lo que ella puede
soportar.
Otra idea es decirle, que levante su trasero un
poco más hacia el cepillo, como si le diera la bienvenida a los azotes. Si le
digo esto, es cuando el spanking es lo más erótico para ella. La próxima vez
que la vaya a azotar, inconscientemente, puede ofrecerme su trasero como señal
de que ella necesita “más” de lo que estoy haciendo con ella.
Muchos dominantes ordenan a sus sumisas que cuenten los azotes que
reciben. Esto tiene varias ventajas. La primera, hace que se centren en el acto
del spanking en sí. Cuanto más se cierra su mente, más profundamente puede
entrar ella en su sumisión y más se entrega al control del dominante. La otra
ventaja es que permite oír el tono de su voz mientras el dominante calibra cómo
ella está reaccionando a los azotes. Yo
prefiero el silencio absoluto, solo roto por el sonido sordo del golpe. Es otra
manera de que la sumisa se centre en su sumisión.
Un tema que me gustaría tocar es que, es muy
difícil preguntarle si ella lo está disfrutando, puesto que le estoy dando
algunos azotes muy fuertes. Primeramente, ella se encierra en su pensamiento crítico
porque no es lo que ella quiere hacer. También, la mayoría de las mujeres se
vuelven muy silenciosas y, a veces, les gusta esto y les serán muy difíciles
hablar de algo en ese momento. Este siguiente punto es muy importante de
comprender. Conforme los azotes se intensifican, ella los quiere y no los
quiere más fuertes. Después de que mi mano cae y el picor es más intenso, ella,
quizás, pueda no querer otro más. Sin embargo, solo unos segundos después, los
quiere… después de su spanking, probablemente, se preguntará si hubiera podido
recibir más.
Mi opinión, como Dominante, es esencial para
hacer que este trabajo funcione. Ella quiere las sensaciones y, al mismo
tiempo, sabe que será un reto para sí misma. Está dependiendo de mi capacidad
para “leerla” sin preguntar y, en mi fuerza y confianza, para llevarla a una
experiencia cumbre.
A medida que los azotes se intensifican,
llegará un punto donde ella se negará a recibir más. Puede ser que algunos
“ayes” se estén escapando de su boca. Por ello, no tengo miedo. Si ella no
recibe un poco más de lo que quería, no se sentirá realmente azotada. A su vez,
sentirá que lo he hecho exclusivamente para ella.
Es esencial comprender que el presionar sus
límites de esta manera toca una parte muy significativa de su sumisión. Ella
está recibiendo estos azotes por “mí.” Cuando estoy presionando sus límites de
resistencia, ella encuentra muy beneficioso si le digo: “Recíbelo por mí, amor
mío. Recibe estos buenos azotes por tu Amo.” Con frecuencia, esto la empujará
más profundamente hacia su subespacio, el cual le permitirá aceptar más
sensaciones. A la vez, es un regalo que ella me hace, al igual que un
despliegue maravilloso de su sumisión. Ella quiere que yo, como su Dominante,
disfrute de la libertad de azotarla tan fuerte como yo quiera. Este es un
ejemplo del equilibrio inherente en ambos roles. Cuando la azoto, ella siente
mi dominación, a la vez, que está
sintiendo su sumisión.
Para ser capaz de presionar los límites, el
dominante tiene que reflexionar mucho en cuanto a las motivaciones e
intenciones de él mismo. Hay que hacer mucha auto exploración antes de confiar
lo suficiente en sí mismo para realmente liberar a la sumisa, sabiendo qué es
lo que ella quiere y tener confianza en uno mismo para que ella no haga mal uso
de las emociones hacia su dominante. Hacer esto sería una completa traición de
su amor y confianza en su dominante y traería unas consecuencias desastrosas.
Por supuesto, en una relación amorosa, tiene
que haber un equilibrio entre lo que el dominante quiere y lo que ella puede
soportar y controlar y que es donde mucha de la conexión emocional e increíble
emoción se encuentran. Unos buenos azotes deberían ser como una danza entre dos
personas, el dominante liderando y la sumisa aceptando y siguiéndole.
A medida que el spanking va llegando a su
final, escucho más “ayes” que gemidos de puro placer. Déjenme hablar sobre
estos “ayes” durante un momento. Muchas mujeres quieren ser azotadas hasta este
punto y se sentirían engañadas si no alcanzaran este nivel. Cuando la sumisa
tiene que luchar para aguantar el picor, varias cosas está sucediendo. La
primera es que el dominante controla el aumento de la intensidad y un “ay” por
parte de ella, es una prueba de ello. Esto es mucho más importante si los
azotes se están aplicando como “castigo” para corregir su conducta que por placer para el disfrute de ambos. Al mismo
tiempo, un “ay” es un desafío por parte de ella, pues prueba su habilidad para
transformar la sensación dolorosa en algo mucho más placentero.
Nunca subestimo el orgullo de una mujer sumisa,
al ser capaz de absorber estas clases de sensaciones. Forma parte de ella, el
ser una buena mujer que es lo que ella quiere ser. Está inseparablemente ligado
a su amor por su Dominante. Ella intenta darle “su” placer con su sumisión y si
ella siente que su dominante lo disfruta de verdad azotándola (y confío que lo
haga) quiere ser capaz de recibir todo el que él la quiera dar.
En este punto, es posible que el dominante quiera
reducir o incluso detener los azotes y reanudar algunas caricias suaves,
disfrutando del cálido resplandor de su culo, mientras continúa azotando su
coño para dejar que el picor se disipe y, al mismo tiempo, volver a su nivel de
excitación sexual. A continuación, yo, como su Dominante, puedo desear el
reanudar los azotes o provocarle un clímax de muchas maneras maravillosas y no
creo que la sumisa necesite instruirme.
buenas tardes,
ResponderEliminarMe ha encantado este post, como ha descrito sus sensaciones a la vez que las de su sumisa al entregarse a los azotes, deseados y temidos...
Precioso!....de verdad...
Un abrazo
mi amo me hace besar la correa y sus manos antes de castigarme, me hace contar los azotes y agradecerle por cada azote que me da realmente es muy placentero
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
EliminarSin lugar a duda, es una buena manera para que te centres en los azotes que estás recibiendo. Estoy de acuerdo con tu Amo
EliminarInteresante aquella parte en que se menciona que es distinto cuando es por castigo o por placer. Las sensaciones son totalmente diferentes.
ResponderEliminarUn gusto pasar.
Gracias, dana...muy amable.
ResponderEliminarBuen día
Sweet, siempre me gusta diferenciar los azotes para que hagan sobre la sumisa el efecto que pretendo... Es un mundo apasionante...
ResponderEliminarBuen día...
mi amo me hace besar la correa, y sus manos previo al castigo, unas veces pide que cuente los correazos y a la vez lo agradezca, otras que llore y le suplique que no me castigue mas
ResponderEliminar