lunes, 23 de mayo de 2011

Comentarios mientras la azoto...

La estoy azotando sobre mis piernas. Su abdomen hacia mi izquierda. Su cabeza baja, con la única visión del suelo. Completamente desnuda desde su cintura hacia abajo. Sus piernas, ligeramente separadas y apoyadas sobre las puntas de sus pies.
Durante unos azotes como estos, es muy importante conseguir que ella haga comentarios sobre la manera que  lo está asumiendo. Una cosa que me gusta hacer, es que la sumisa me agradezca cuando le doy el azote “perfecto.” Un simple, “Gracias, mi Amo” después del golpe, en absoluto, la pone al frente de los azotes. De hecho, probablemente, esto le hará sentirse más sumisa ante mí, ya que soy el único que decide si ella va a recibir otro u otros azotes de la misma intensidad o si ha llegado el momento  de presionarla hacia otro nivel. Por mi parte, es muy tranquilizador conseguir este comentario por parte de ella, ya que puede dejar de lado cualquier pensamiento que le esté haciendo daño, mucho más de lo que ella puede soportar.
Otra idea es decirle, que levante su trasero un poco más hacia el cepillo, como si le diera la bienvenida a los azotes. Si le digo esto, es cuando el spanking es lo más erótico para ella. La próxima vez que la vaya a azotar, inconscientemente, puede ofrecerme su trasero como señal de que ella necesita “más” de lo que estoy haciendo con ella.
Muchos dominantes ordenan  a sus sumisas que cuenten los azotes que reciben. Esto tiene varias ventajas. La primera, hace que se centren en el acto del spanking en sí. Cuanto más se cierra su mente, más profundamente puede entrar ella en su sumisión y más se entrega al control del dominante. La otra ventaja es que permite oír el tono de su voz mientras el dominante calibra cómo ella está  reaccionando a los azotes. Yo prefiero el silencio absoluto, solo roto por el sonido sordo del golpe. Es otra manera de que la sumisa se centre en su sumisión.
Un tema que me gustaría tocar es que, es muy difícil preguntarle si ella lo está disfrutando, puesto que le estoy dando algunos azotes muy fuertes. Primeramente, ella se encierra en su pensamiento crítico porque no es lo que ella quiere hacer. También, la mayoría de las mujeres se vuelven muy silenciosas y, a veces, les gusta esto y les serán muy difíciles hablar de algo en ese momento. Este siguiente punto es muy importante de comprender. Conforme los azotes se intensifican, ella los quiere y no los quiere más fuertes. Después de que mi mano cae y el picor es más intenso, ella, quizás, pueda no querer otro más. Sin embargo, solo unos segundos después, los quiere… después de su spanking, probablemente, se preguntará si hubiera podido recibir más.
Mi opinión, como Dominante, es esencial para hacer que este trabajo funcione. Ella quiere las sensaciones y, al mismo tiempo, sabe que será un reto para sí misma. Está dependiendo de mi capacidad para “leerla” sin preguntar y, en mi fuerza y confianza, para llevarla a una experiencia cumbre.
A medida que los azotes se intensifican, llegará un punto donde ella se negará a recibir más. Puede ser que algunos “ayes” se estén escapando de su boca. Por ello, no tengo miedo. Si ella no recibe un poco más de lo que quería, no se sentirá realmente azotada. A su vez, sentirá que lo he hecho exclusivamente para ella.
Es esencial comprender que el presionar sus límites de esta manera toca una parte muy significativa de su sumisión. Ella está recibiendo estos azotes por “mí.” Cuando estoy presionando sus límites de resistencia, ella encuentra muy beneficioso si le digo: “Recíbelo por mí, amor mío. Recibe estos buenos azotes por tu Amo.” Con frecuencia, esto la empujará más profundamente hacia su subespacio, el cual le permitirá aceptar más sensaciones. A la vez, es un regalo que ella me hace, al igual que un despliegue maravilloso de su sumisión. Ella quiere que yo, como su Dominante, disfrute de la libertad de azotarla tan fuerte como yo quiera. Este es un ejemplo del equilibrio inherente en ambos roles. Cuando la azoto, ella siente mi dominación, a la vez, que  está sintiendo su sumisión.
Para ser capaz de presionar los límites, el dominante tiene que reflexionar mucho en cuanto a las motivaciones e intenciones de él mismo. Hay que hacer mucha auto exploración antes de confiar lo suficiente en sí mismo para realmente liberar a la sumisa, sabiendo qué es lo que ella quiere y tener confianza en uno mismo para que ella no haga mal uso de las emociones hacia su dominante. Hacer esto sería una completa traición de su amor y confianza en su dominante y traería unas consecuencias desastrosas.
Por supuesto, en una relación amorosa, tiene que haber un equilibrio entre lo que el dominante quiere y lo que ella puede soportar y controlar y que es donde mucha de la conexión emocional e increíble emoción se encuentran. Unos buenos azotes deberían ser como una danza entre dos personas, el dominante liderando y la sumisa aceptando y siguiéndole.
A medida que el spanking va llegando a su final, escucho más “ayes” que gemidos de puro placer. Déjenme hablar sobre estos “ayes” durante un momento. Muchas mujeres quieren ser azotadas hasta este punto y se sentirían engañadas si no alcanzaran este nivel. Cuando la sumisa tiene que luchar para aguantar el picor, varias cosas está sucediendo. La primera es que el dominante controla el aumento de la intensidad y un “ay” por parte de ella, es una prueba de ello. Esto es mucho más importante si los azotes se están aplicando como “castigo” para corregir su conducta que por  placer para el disfrute de ambos. Al mismo tiempo, un “ay” es un desafío por parte de ella, pues prueba su habilidad para transformar la sensación dolorosa en algo mucho más placentero.
Nunca subestimo el orgullo de una mujer sumisa, al ser capaz de absorber estas clases de sensaciones. Forma parte de ella, el ser una buena mujer que es lo que ella quiere ser. Está inseparablemente ligado a su amor por su Dominante. Ella intenta darle “su” placer con su sumisión y si ella siente que su dominante lo disfruta de verdad azotándola (y confío que lo haga) quiere ser capaz de recibir todo el que él la quiera dar.
En este punto, es posible que el dominante quiera reducir o incluso detener los azotes y reanudar algunas caricias suaves, disfrutando del cálido resplandor de su culo, mientras continúa azotando su coño para dejar que el picor se disipe y, al mismo tiempo, volver a su nivel de excitación sexual. A continuación, yo, como su Dominante, puedo desear el reanudar los azotes o provocarle un clímax de muchas maneras maravillosas y no creo que la sumisa necesite instruirme.

8 comentarios:

  1. buenas tardes,
    Me ha encantado este post, como ha descrito sus sensaciones a la vez que las de su sumisa al entregarse a los azotes, deseados y temidos...

    Precioso!....de verdad...

    Un abrazo

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    1. mi amo me hace besar la correa y sus manos antes de castigarme, me hace contar los azotes y agradecerle por cada azote que me da realmente es muy placentero

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    3. Sin lugar a duda, es una buena manera para que te centres en los azotes que estás recibiendo. Estoy de acuerdo con tu Amo

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  2. Interesante aquella parte en que se menciona que es distinto cuando es por castigo o por placer. Las sensaciones son totalmente diferentes.
    Un gusto pasar.

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  3. Gracias, dana...muy amable.

    Buen día

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  4. Sweet, siempre me gusta diferenciar los azotes para que hagan sobre la sumisa el efecto que pretendo... Es un mundo apasionante...

    Buen día...

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  5. mi amo me hace besar la correa, y sus manos previo al castigo, unas veces pide que cuente los correazos y a la vez lo agradezca, otras que llore y le suplique que no me castigue mas

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