miércoles, 16 de noviembre de 2011

El seguimiento de la mujer masoquista

En respuesta a mi anterior artículo “¿Placeres sádicos?” sobre la mujer masoquista, una mujer anónima dejó un comentario. He aquí un extracto y mi respuesta.
“En cualquier caso, pareces caracterizar a las mujeres que disfrutan de los cachetes en el culo durante el sexo o incluso en el sexo duro como que tienen una inclinación masoquista leve o latente. ¿Cuál es su punto de vista sobre las mujeres que disfrutan o anhelan ser atadas? ¿Qué piensa de aquellas que tienen necesidad de ceder el control incluso hasta el punto de someterse a los castigos y humillaciones que no anhelan, que no las disfrutan y que nunca lo han considerado posible? ¿Qué hay de esas mujeres, Sr. Ben Alí? ¿Las considera que son masoquistas también?”
Gracias por su comentario. 
Mi entrada en el blog se ha centrado en la mujer masoquista, deliberadamente he evitado hablar sobre la sumisa. Tiene usted razón, sé un poco sobre la naturaleza de la mujer sumisa.
Sin embargo, su pregunta es bien recibida. ¿Una mujer que se somete al dolor y al castigo, no porque le dé placer a ella, sino más bien porque le da placer a su pareja, es masoquista? ¿Una mujer que sufre humillación, no porque la excite, sino más bien porque le dará satisfacción a su pareja, está siendo maltratada? Ciertamente, estas mujeres existen y he conocido a algunas de ellas. Estas son profundamente sumisas y, por eso, ven el servicio como su camino hacia la satisfacción personal. Al entregarse a su pareja, sin importar lo que pudieran ser, cumplen con su naturaleza o inclinación o deseo. Como tales, no ven el dolor como  placer, no ven la humillación como el empoderamiento y no ven estas cosas como actos de sumisión a través de los cuales pueden satisfacer su naturaleza.
No llego a ver cómo estas mujeres pueden ser descritas como masoquistas. Estas no procesan las intensas estimulaciones como placer, (por ejemplo, el dolor), ni ven la humillación y la degradación como que sea agradable. Más bien, aceptan estos actos como parte de su servicio, de la misma manera que pudiera ver la limpieza del baño de sus dominantes – un acto que ellas no disfrutan, pero que lo hacen de buena gana.
Sin embargo, esto abre la puerta a un conjunto de escaleras muy resbaladizas. ¿Dónde está la línea entre la sumisión y el maltrato en esta especie de situación? ¿Si una mujer  desea y debe soportar algo desagradable con el fin de mantener la relación es que están abusando de ella? Si no consigue ningún placer de los actos cuando su pareja la visita, ¿es que se está aprovechando de ella? ¿En qué momento se cruza la raya entre las conductas aceptables y no aceptables? Estas no son preguntas fáciles. Al final, todo lo que yo puedo decir es que le corresponde a cada sumisa evaluar constantemente su situación y determinar si ella está todavía donde necesita y quiere estar.
También, debe ser recordado que otro aspecto de la BDSM es el “bondage y la disciplina.” No he escrito mucho sobre estos temas, pero su comentario me trae esto a mi mente. El B&D se refiere a varias formas de restricción que pueden tener lugar, y que muchas mujeres descubren lo que se llama “la libertad de las cuerdas.” Una pérdida del control de la libertad. ¿Es el masoquismo querer ser atada con cuerdas o cadenas? No lo creo así, aunque el bondage es con frecuencia el precursor para el juego del S&M. ¿Es ser obediente a una disciplina una forma de masoquismo? De nuevo, no lo creo así. Las disciplinas son otras formas en las que la sumisa renuncia al control, permitiendo que otra persona estructure su vida.
¿Cómo se diferencia el B&D de la D/s? Me gustaría pensar que el B&D están más orientados hacia actividades actuales (ataduras, rituales, etc.) mientras que la D/s trata más sobre el estado mental de ser.
Pero creo, que tendré que hablar más de esto en el futuro.
Espero que estas respuestas contesten a tu pregunta.

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