En respuesta a mi anterior artículo “¿Placeres sádicos?” sobre la
mujer masoquista, una mujer anónima dejó un comentario. He aquí un extracto y
mi respuesta.
“En cualquier caso, pareces caracterizar a las mujeres que
disfrutan de los cachetes en el culo durante el sexo o incluso en el sexo duro
como que tienen una inclinación masoquista leve o latente. ¿Cuál es su punto de
vista sobre las mujeres que disfrutan o anhelan ser atadas? ¿Qué piensa de
aquellas que tienen necesidad de ceder el control incluso hasta el punto de
someterse a los castigos y humillaciones que no anhelan, que no las disfrutan y
que nunca lo han considerado posible? ¿Qué hay de esas mujeres, Sr. Ben Alí?
¿Las considera que son masoquistas también?”
Gracias por su comentario.
Mi entrada
en el blog se ha centrado en la mujer masoquista, deliberadamente he evitado
hablar sobre la sumisa. Tiene usted razón, sé un poco sobre la naturaleza de la
mujer sumisa.
Sin
embargo, su pregunta es bien recibida. ¿Una mujer que se somete al dolor y al
castigo, no porque le dé placer a ella, sino más bien porque le da placer a su
pareja, es masoquista? ¿Una mujer que sufre humillación, no porque la excite,
sino más bien porque le dará satisfacción a su pareja, está siendo maltratada?
Ciertamente, estas mujeres existen y he conocido a algunas de ellas. Estas son
profundamente sumisas y, por eso, ven el servicio como su camino hacia la
satisfacción personal. Al entregarse a su pareja, sin importar lo que pudieran
ser, cumplen con su naturaleza o inclinación o deseo. Como tales, no ven el
dolor como placer, no ven la humillación
como el empoderamiento y no ven estas cosas como actos de sumisión a través de
los cuales pueden satisfacer su naturaleza.
No llego a
ver cómo estas mujeres pueden ser descritas como masoquistas. Estas no procesan
las intensas estimulaciones como placer, (por ejemplo, el dolor), ni ven la
humillación y la degradación como que sea agradable. Más bien, aceptan estos
actos como parte de su servicio, de la misma manera que pudiera ver la limpieza
del baño de sus dominantes – un acto que ellas no disfrutan, pero que lo hacen
de buena gana.
Sin
embargo, esto abre la puerta a un conjunto de escaleras muy resbaladizas.
¿Dónde está la línea entre la sumisión y el maltrato en esta especie de situación?
¿Si una mujer desea y debe soportar algo
desagradable con el fin de mantener la relación es que están abusando de ella?
Si no consigue ningún placer de los actos cuando su pareja la visita, ¿es que
se está aprovechando de ella? ¿En qué momento se cruza la raya entre las
conductas aceptables y no aceptables? Estas no son preguntas fáciles. Al final,
todo lo que yo puedo decir es que le corresponde a cada sumisa evaluar
constantemente su situación y determinar si ella está todavía donde necesita y
quiere estar.
También,
debe ser recordado que otro aspecto de la BDSM es el “bondage y la disciplina.”
No he escrito mucho sobre estos temas, pero su comentario me trae esto a mi
mente. El B&D se refiere a varias formas de restricción que pueden tener lugar,
y que muchas mujeres descubren lo que se llama “la libertad de las cuerdas.”
Una pérdida del control de la libertad. ¿Es el masoquismo querer ser atada con
cuerdas o cadenas? No lo creo así, aunque el bondage es con frecuencia el
precursor para el juego del S&M. ¿Es ser obediente a una disciplina una
forma de masoquismo? De nuevo, no lo creo así. Las disciplinas son otras formas
en las que la sumisa renuncia al control, permitiendo que otra persona
estructure su vida.
¿Cómo se
diferencia el B&D de la D/s? Me gustaría pensar que el B&D están más
orientados hacia actividades actuales (ataduras, rituales, etc.) mientras que
la D/s trata más sobre el estado mental de ser.
Pero creo,
que tendré que hablar más de esto en el futuro.
Espero que
estas respuestas contesten a tu pregunta.
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