miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sí y no

Hoy, alguien me ha recordado algo que yo había escrito anteriormente en otro artículo:
“La esencia de la sumisa es decir: sí. La esencia del dominante es decir: no.”
¿Qué es lo que quiero decir?
El poder y la energía de la sumisa son usados al servicio de otro. La sumisa nunca rechaza una petición o una orden. Su respuesta es siempre “sí.” “Sí, haré tal como se me diga.” “Sí, voy a confiar en usted para que me cuide.” “Sí, seré honesta en todas nuestras interacciones.”
El dominante expresa su poder y energía a través del control y responsabilidad sobre sí mismo y otra persona. La implicación aquí es decir “no”. “No, no perderé el control de mí mismo.” “No, harás lo que yo te diga.” “No, usted no tiene mi permiso.”
Aunque estoy seguro que es posible reorganizar estas frases para adaptarlas a sus sentidos semánticos, creo que el sentimiento subyacente es correcto. Por definición, la sumisa está bajo el control del dominante. Ella le ofrece sus servicios y su acuerdo completo con todas las cosas. Sin importa cuán fuerte la presione, ella hará tal como le diga. Por supuesto, si alguna vez, ella siente que la relación ha migrado a una zona de abuso y que sus peticiones son imposibles para ella, esta puede elegir el terminar la relación, a sabiendas que será el final. Pero, bajo condiciones normales, ella siempre dirá “sí”. Esto puede ser incómodo, puede herir, puede ser desagradable, pero ella no tiene otra opción.
Ella hace esto, porque confía en su pareja para que la controle de una manera responsable y para desarrollarla de forma inteligente.
El dominante encuentra una satisfacción enriquecedora en el ejercicio del poder de control y en el desarrollo de su pareja. Se enorgullece de sus logros, siente una cierta vanidad en mostrar a su “bebè” y encantado por los servicios que ella le ofrece. Él disfruta de su responsabilidad al cuidarla, desarrollándola y protegiéndola. Hay una emoción íntima al saber cómo  la controla y cómo ella ha puesto todo, incluso su propia vida, en sus manos.
Por lo tanto, ambas partes ganan. Sin embargo, ambas partes deben dar su opinión sobre la relación. Lo que ofrecen es muy diferente, no están en la misma línea. Pero,  si ambas partes no se preocupan de lo que la otra necesita, la relación está condenada al fracaso.
Por supuesto, esto trae a colación la pregunta de la sumisión individual. ¿Qué es lo que una sumisa hace, cuando no tiene un dominante que la controle, la facilite un marco y una estructura y regule su conducta?
Esto, creo que será el tema de mi próximo comentario en este blog.


1 comentario:

  1. Pues esta claro , se dispersa, al menos es lo que me pasa a mi.
    lulu

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