domingo, 9 de septiembre de 2012

Comercializando el sexo


Una lectora me pregunta si puedo sugerirle algunos juguetes eróticos para cada día y, así, poder usarlos cuando esté con su Dominante. Es curioso que algunos objetos puedan tener una simple utilidad en gente respetable y sean pervertidos en la gente atrevida que los usa con más imaginación.

No creo que alguien que esté leyendo este blog, necesite que le programe lo que  pueda hacer con unas pocas pinzas de la ropa. Con toda seguridad, me he divertido mucho cuando las he usado en una temblorosa mujer sumisa. Así mismo, los cepillos del pelo son muy manejables, no solo como herramientas para azotar, ya que el mango tiene también sus aplicaciones. Las cucharas  y espátulas de madera son las más obvias candidatas para divertirse y jugar. Normalmente, casi siempre existe una cadenilla en un cajón y anudándolas en las pinzas que aprietan los pezones dan mucho juego. ¿Has tratado de utilizar alguna vez esos pequeños artilugios que absorben el aire de las botellas de vino antes de ponerles el tapón? Yo no los he utilizado, pero algunas personas le sacan mucho partido.

Siento la tentación de relacionar esta clase de artilugios con lo que los analistas culturales se refieren como bricolaje, en los que la gente recoge objetos de una actividad y los utiliza en otra diferente. En un principio, todos los de la actividad de la D/s se basan en esto. De vuelta a los viejos tiempo (cuando lo eran), esto era todo lo que había, cosas como utensilios de cocina y uso doméstico que se prestaban a adaptarse como juguetes eróticos. Es relativamente reciente, cuando el mercado ha desarrollado los juguetes sexuales a medida. Tal vez, algunos de ustedes tengan la edad suficiente para recordar los tiempos anteriores a los vibradores, cuando las mujeres jóvenes utilizaban engorrosos artilugios de masaje, descubrían ingeniosas aplicaciones sexuales con las aspiradoras o, incluso, se subían a las lavadoras cuando necesitaban una estimulación sexual.

Pero, el capitalismo actual es muy “diligente” para buscar nuevos nichos de mercado y diseñar nuevos productos o ampliar aplicaciones de otros ya tradicionales. Los teóricos del marketing llaman a esto “comercialización.” Actividades que empiezan como áreas de ocio humano fuera de la economía de mercado que, llevadas a cabo por puro placer, llegan a transformarse en campos de explotación comercial. Lo que antes estaba disponible de forma gratuita, está ahora envasado y se vende. Tanto la actividad por sí misma como el mecanismo para llevarlo a cabo. Por tanto, actualmente existe un negocio multimillonario fabricando juguetes sexuales de todas las clases, sin mencionar todas las otras actividades sexuales que son explotadas por emprendedores: como la pornografía, sex clubs, agencias de encuentros, etc.

Esta es la cultura en la cual vivimos actualmente. Se nos presenta como un gran manjar a elegir, si tenemos dinero, claro. Así pues, ¿quién se queja?

Por eso, algunas veces me pregunto, si uno no puede tener algo tan divertido como una cuerda larga, un cinturón de cuero o una bufanda. Ninguno de estos artículos ha sido comprado para fines atrevidos o sexuales. Por otra parte, me gustaría encontrarme con una mujer que, habiendo probado un vibrador, me dijera: “No, gracias, me quedo con mi mano derecha, no quiero que mis orgasmos estén comercializados.”

Con esto, no quiero decir que ella abandone por completo su método manual. Sino que es buen saber que la mecánica tradicional está ahí. Algunas veces, un vibrador se puede parar.

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