No se trataba del dolor.
Se trataba de sensaciones.
Se trataba de la entrega.
Se trataba de echarse sobre mis piernas.
Se trataba de gritar.
Se trataba de llorar.
Se trataba de sollozar.
Se trataba de lagrimear.
Se trataba de risas.
Se trataba del picor, que sentía en mis
manos.
Se trataba del sudor sobre mi frente.
Se trataba del calor procedente de su
trasero.
Se trataba del esfuerzo necesario para
que no se girara.
Se trataba del tiempo que pasé con ella.
Se trataba de la energía que me dió, que
era toda mía.
Se trataba de la emoción que me dió, que
era toda mía.
Se trataba del desbordamiento de los
pensamientos.
Se trataba del desbordamiento de la
pasión.
Se trataba de vaciar su mente, cada vez
que mi mano se conectaba.
Se trataba del abrazo cuando terminamos.
Se trataba de la liberación.
Se trataba de la libertad.
Se trataba del control, que ella
renunció para dármelo.
Se trataba de las “muchas gracias,” que
ella me dio.
No se trataba del dolor.
Se trataba del deseo y de la experiencia.
¡Es tan hermoso y tan sincero!.
ResponderEliminarLa experiencia con que toda sumisa sueña, y que imagino lo agradecida y feliz que debe estar al vivir algo tan inmenso!