jueves, 6 de diciembre de 2012

El deseo de agradar


Una lectora que es tan perspicaz como encantadora, se ha tomado la molestia de describirme un elemento clave de su sumisión, como es el deseo de agradar. Ella quiere ayudar a su dominante a realizarse siendo y haciendo lo que él quiere. Porque ella necesita saber si él quiere que ella se lo dé. Y lo que él quiere es su sumisión entregada libremente. Él quiere que haga exactamente lo que él quiera y quiere que ella quiera hacer eso mismo que él quiere.

Y así, todo el mundo contento. Salvo que ella dice que no es tan simple como parece. Su imaginación sexual no es una tabla rasa para sugerir esto. Es verdad que, ella es muy responsable a mis iniciativas. Recientemente, ambos hemos estado inventando una fantasía muy elaborada (que puede ser que la describa aquí en el momento oportuno). Más de una vez, me ha reafirmado que la fantasía que yo sueño es la que realmente me excita. Ella dice que si es algo que sólo está diseñado para estimularla, en lugar de expresar mis propios deseos, entonces, realmente, no funcionará para ella. Esta necesita sentir que la estoy induciendo a algo que realmente me gusta, a algo con lo que ella pueda agradarme participando.

Creo comprender este estado mental. Con frecuencia, me parece que las mujeres sumisas quieren ser cogidas en algún lugar donde generalmente no suelen ir o estar, en una tierra de extrañas ideas e imágenes, una tierra que ella imaginó pero que nunca se atrevería a dar un paso en la realidad, lo cual es, si no miedo exactamente, al menos, una sorpresa inesperada y que pudieran ser impactantes. A ella le gusta sentir una cierta aprehensión, una sensación de que las cosas pueden chocar por las noches. Si la dejas en su zona de confort, ella nunca conseguirá esa excitación especial que se produce como cuando después de haber cruzado la frontera hacia otro país, ella tiene que cumplir otras normas.

Pero y, sin embargo, aquí está mi punto de vista. Ella quiere complacer siendo succionada por mis fantasías (y estaría muy contento si lo hace) y viene con algunos programas ya descargados. No puedo escribir cualquier cosa que yo quiera en su pantalla. Como ella dice ciertas cosas no se pueden calcular. Ella está programada para disfrutar algunas cosas más que otras. Y admite que en algunas de las cosas que me gustan, ella no está demasiado interesada. Algunas veces, tengo fantasías de humillación pública, pienso en una mujer que está teniendo que permanecer desnuda en un rincón y, tal vez, invitar a mi amigo a visitarnos y sentarse y hablar, ignorando lo que es obvio, que hay una mujer desnuda por allí (sería descortés referirse a ella con el elefante en la habitación, pero usted ya sabe a qué me refiero). Y luego, pudiera ser que después de un rato, nos diéramos cuenta y le invitara a echarle una mirada a ella, hacerle una inspección y, eventualmente, le dijera que podía hacer algo más que echarle esa mirada. Bueno, no voy a seguir (yo podría seguir y seguir), pero, ya me entiendes. Aparentemente, este escenario no va mucho con ella (aunque me pregunto…).

Bien. No tengo problema con esto, porque estas son muchas y muchas de las cosas que me gustan hacer y pienso sobre ellas y ya hemos establecido que a esta mujer le gustan muchas de ellas. Parte de la diversión, para un dominante, es averiguar lo que está en su cabeza, a lo que ella más responde. Ella me sugirió que hay un núcleo interior en su ser que es inmutable. No vale cualquier cosa que yo quiera que ella sea si ello entra en conflicto con ese núcleo. Y me alegro por ello. No creo que un dominante realmente quiera a una sumisa como una mera plastilina en sus manos, para ser moldeada exactamente como a él le plazca. Este quiere que haya algo con que trabajar. Algunas veces, incluso él disfruta sintiendo su resistencia. Por parte de ella, le gusta bastante la idea de que él sea lo suficientemente habilidoso para persuadirla de que algo que ella nunca había pensado atrayente, pudiera, después de todo, despertarla y excitarla.

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