Una lectora
que es tan perspicaz como encantadora, se ha tomado la molestia de describirme
un elemento clave de su sumisión, como es el deseo de agradar. Ella quiere
ayudar a su dominante a realizarse siendo y haciendo lo que él quiere. Porque ella
necesita saber si él quiere que ella se lo dé. Y lo que él quiere es su sumisión
entregada libremente. Él quiere que haga exactamente lo que él quiera y quiere
que ella quiera hacer eso mismo que él quiere.
Y
así, todo el mundo contento. Salvo que ella dice que no es tan simple como
parece. Su imaginación sexual no es una tabla rasa para sugerir esto. Es verdad
que, ella es muy responsable a mis iniciativas. Recientemente, ambos hemos
estado inventando una fantasía muy elaborada (que puede ser que la describa
aquí en el momento oportuno). Más de una vez, me ha reafirmado que la fantasía
que yo sueño es la que realmente me excita. Ella dice que si es algo que sólo
está diseñado para estimularla, en lugar de expresar mis propios deseos,
entonces, realmente, no funcionará para ella. Esta necesita sentir que la estoy
induciendo a algo que realmente me gusta, a algo con lo que ella pueda
agradarme participando.
Creo
comprender este estado mental. Con frecuencia, me parece que las mujeres sumisas
quieren ser cogidas en algún lugar donde generalmente no suelen ir o estar, en
una tierra de extrañas ideas e imágenes, una tierra que ella imaginó pero que
nunca se atrevería a dar un paso en la realidad, lo cual es, si no miedo
exactamente, al menos, una sorpresa inesperada y que pudieran ser impactantes.
A ella le gusta sentir una cierta aprehensión, una sensación de que las cosas
pueden chocar por las noches. Si la dejas en su zona de confort, ella nunca
conseguirá esa excitación especial que se produce como cuando después de haber
cruzado la frontera hacia otro país, ella tiene que cumplir otras normas.
Pero
y, sin embargo, aquí está mi punto de vista. Ella quiere complacer siendo
succionada por mis fantasías (y estaría muy contento si lo hace) y viene con
algunos programas ya descargados. No puedo escribir cualquier cosa que yo
quiera en su pantalla. Como ella dice ciertas cosas no se pueden calcular. Ella
está programada para disfrutar algunas cosas más que otras. Y admite que en algunas
de las cosas que me gustan, ella no está demasiado interesada. Algunas veces,
tengo fantasías de humillación pública, pienso en una mujer que está teniendo
que permanecer desnuda en un rincón y, tal vez, invitar a mi amigo a visitarnos
y sentarse y hablar, ignorando lo que es obvio, que hay una mujer desnuda por
allí (sería descortés referirse a ella con el elefante en la habitación, pero
usted ya sabe a qué me refiero). Y luego, pudiera ser que después de un rato,
nos diéramos cuenta y le invitara a echarle una mirada a ella, hacerle una
inspección y, eventualmente, le dijera que podía hacer algo más que echarle esa
mirada. Bueno, no voy a seguir (yo podría seguir y seguir), pero, ya me
entiendes. Aparentemente, este escenario no va mucho con ella (aunque me
pregunto…).
Bien.
No tengo problema con esto, porque estas son muchas y muchas de las cosas que
me gustan hacer y pienso sobre ellas y ya hemos establecido que a esta mujer le
gustan muchas de ellas. Parte de la diversión, para un dominante, es averiguar
lo que está en su cabeza, a lo que ella más responde. Ella me sugirió que hay
un núcleo interior en su ser que es inmutable. No vale cualquier cosa que yo
quiera que ella sea si ello entra en conflicto con ese núcleo. Y me alegro por
ello. No creo que un dominante realmente quiera a una sumisa como una mera
plastilina en sus manos, para ser moldeada exactamente como a él le plazca.
Este quiere que haya algo con que trabajar. Algunas veces, incluso él disfruta
sintiendo su resistencia. Por parte de ella, le gusta bastante la idea de que
él sea lo suficientemente habilidoso para persuadirla de que algo que ella
nunca había pensado atrayente, pudiera, después de
todo, despertarla y excitarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario