Días atrás, le
pregunté a una amiga masoquista que me contestara a la siguiente pregunta: ¿Qué
haría ella para conseguir satisfacer sus necesidades como masoquista?
He aquí su respuesta:
“No es una respuesta suficiente ni el
sacudirme las lágrimas signifique que mi corazón se hinchará con el
reconocimiento ni con la emoción. Quizás
no sea la respuesta más profunda ni un pensamiento provocador que, de pronto,
pudiera convertirse en un flash lumínico en algunas otras pobres mujeres
tratando desesperadamente de comprender y controlar su propio intestino
desgarrándose por la necesidad de dolor. De hecho, incluso, puede no ser lo que
usted pensaba o esperaba escuchar como resultado de mi persistente lucha
interior durante los últimos días con este tema.
En cualquier caso, será la respuesta más honesta que pueda
ofrecerle.
Voy a utilizar todos los medios de que pueda ser capaz para
satisfacer mis necesidades, cuando esté ante la presencia de un hombre que yo
sienta que sea capaz de facilitarme esa liberación. Con toda mi honestidad, me
comprometeré con lo que se necesite. Lo que yo sea capaz de justificar en mi
mente como algo necesario para crear la situación en la cual, yo sea capaz de
tener mis necesidades satisfechas. Ya sea pidiéndoselo, mendigándoselo,
llorándole o cualquier otra forma de manipulación. Tan pronto como el resultado
sea el que estoy buscando en mi mente, lo habré logrado.
El entrenamiento para follar, el protocolo para follar, la
integridad y la moral para follar. Todo esto, estoy dispuesta a sacrificarlo.
¿Me siento culpable? No. ¿Me arrepiento de ser así? No.
Yo soy exactamente quien soy y lo que soy, como mujer, masoquista
y como una puta.”
Simplemente, ella
no encaja en una caja.
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