domingo, 9 de diciembre de 2012

El momento mágico


Quiero hacerle daño. Quiero hacerle mucho daño. Es posible que mi deseo de infligirle dolor sea más grande que su capacidad de absorberlo. No lo sé, porque apenas hemos empezado este camino. Creo que estamos a muchos kilómetros de alcanzar cualquier límite. Estoy preocupado porque si eventualmente hay un límite y me dice que esto es mucho más de lo que puede recibir, ella pueda sentirse decepcionada conmigo al pensar que yo quiera ir más lejos y ella no pueda. Necesito estar absolutamente seguro de que ella sepa que este no es el caso. No me siento lo más mínimamente preocupado porque ella me vaya a decepcionar. Estoy feliz y agradecido porque ella esté dispuesta a sufrir cualquier clase de dolor bajo mis manos. Es una sensación increíble que una mujer me permita hacer las cosas que ya he hecho y las que hemos hablado de hacer. No sólo está dispuesta a permitírmelo, sino que también acepta el placer de los azotes de una manera positiva. Quiero que ella sepa lo mucho que valoro lo que me quiere dar. Me siento muy afortunado.

Siempre me he preguntado por qué este anhelo de querer infligir tanto dolor. Está claro que es una de las cosas fundamentales en mi urgencia por dominar sexualmente y, porque, con toda seguridad, soy capaz de trabajar para llevar a cabo lo que me motiva. Ella me dice, “¿por qué preocuparse? ¿Por qué no disfrutar del hecho de que quieras hacerme daño y yo quiera que tú me lo hagas?”

Y, por supuesto, ella tiene razón en el sentido de que no quiero dejar que mi intento de analizarlo interfiera en nuestro disfrute.

De todos modos, tengo curiosidad. No estoy tratando de averiguar los orígenes de este deseo. No estoy tratando de descubrir la causa del por qué soy como soy. Esto se pierde en las brumas del tiempo y en los  vórtices de mi ADN. Simplemente, quiero comprender mejor sobre cómo los mecanismos de mi cabeza, que vinculan la causa del dolor con la excitación sexual, funcionan. Cuando yo empiezo a hacerle daño, incluso cuando se lo estoy haciendo online, puedo sentir que mi pene empieza a moverse. Es una cosa curiosa, ¿verdad? En mi vida ordinaria, yo no le haría daño ni a una mosca. No disfruto viendo sufrir a las criaturas ni a nadie. De hecho, mi corazón es bastante blando y aprehensivo. Pero, si tengo a una mujer atada y desnuda ante mí  y tengo algunas pinzas a mano, la idea de aplicárselas a sus pezones es increíblemente demasiado excitante.

Lo que me gusta más de todo en el momento en que siempre estoy trabajando, es el punto donde realmente le está empezando a doler un poco. Ya se trate de las pinzas en sus pezones o una cinturón de cuero contra su trasero o, mejor todavía, la vara, lo que estoy buscando es el momento cuando puedo decirle que está llegando a su límite. Ella se ha dejado llevar con tranquilidad, tal vez, sudando un poco, respirando profundamente. En realidad, no sabe si puede aguantar más. Entonces, es cuando le digo que es una buena sumisa, que estoy encantado con ella, que soy consciente de que duele mucho pero, creo, que puede resistir un poco más, sólo para mi, ¿no? Y ella gime, porque quiere aguantar más, pero, realmente, no está segura si puede y acaricio su trasero o la parte de atrás de su cuello o su mejilla y le susurro en su oído lo contento que estoy, de lo valiente que es, de lo orgulloso que me siento de ella y, entonces, le digo, “¿solo un poquito más?” Y ella asiente con la cabeza. Ese es el momento mágico.

Me doy cuenta que no he dicho nada útil acerca de por qué creo que todo esto me excita tanto. Ya sé que se trata todo del poder, el control, etc. Esto es evidente. Pero, ¿por qué el deseo de poder tenerla de esta manera? ¿Por qué no atarla o tenerla desnuda para mí u ordenarla que se arrodille y me haga una felación? Me gustan todas estas cosas y más. Pero nada de todo esto es como el momento mágico, cuando siento ese tremendo poder que surge mientras la estoy llevando más allá de sus límites, donde el dolor es realmente fuerte, pero el placer de ella sometiéndose es todavía mayor y más intenso.

2 comentarios:

  1. Plantéalo como un don que posees para ayudar a descubrir otras formas de placer,¿como va a querer tu sumisa parar ese momento mágico?

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  2. Ese momento es sublime y dice mucho de la entrega de la sumisa. Es un antes y un después...para avanzar y explorarse mutuamente...Aquí está la grandeza de la D/s...

    Feliz día....

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