viernes, 4 de enero de 2013

La revisión


Ella sale de la ducha, envuelta en una gran toalla blanca. Él está sentado en el sofá leyendo el periódico. Pone la prensa en el suelo y se queda mirándola.

“Ven aquí,” le dice.

Ella tiene una mirada muy intrigante en sus ojos. Él la tiene en los de ella, pero no sabe bien cómo. ¿Va a ensuciarla otra vez ahora que acaba de ducharse? Ella está de pie delante de él, muy cerca, pero sin tocarle. Hay silencio. Ella piensa que debe mirarle a los ojos, pero es difícil cuando la mira de esta manera.

“Tira la toalla,” dice él.

Ella vacila, se siente incómoda justo antes de que la deje deslizarse hacia el suelo y se quede desnuda.

“¿Te has afeitado el coño?, pregunta.

Ella se sonroja y mira hacia otro lado. ¿Por qué tiene que ser tan directo? ¿Debe usar él esa palabra? Tímidamente, ella duda.

“Acércate más,” dice él “Quiero sentir que está suave.”

Ella decide acercarse más, sonrojándose aún más.

“Separa tus piernas,” le ordena.

Ella abre sus piernas un poco más y esquiva la mirada cuando él pone su mano entre sus piernas. Acaricia su sexo pasando sus dedos por los labios, luego sobre su monte de Venus. Parece que está bastante suave.

“¿Estás húmeda?” pregunta él. “Espero que no juegues contigo misma en la ducha.”

Ella lo niega con la cabeza. De hecho, pensaba tocarse brevemente. Pero, sospecha que él pudiera estar fuera esperándola y cualquier cosa que hubiera hecho, no quería que su conciencia se sintiera culpable.

Él introduce un dedo dentro de ella.

“Uuuummm,” dice él, como si no estuviese del todo seguro de la verdad de su negación.

“Si no estuvieses húmeda ya, creo que estarías poniéndote. ¿No lo crees?”

Ella no tenía una respuesta adecuada para para contestarle en este momento.

Él saca el dedo de su vagina. “Date la vuelta,” le dice.

Ella está de espalda a él. Al menos, ahora que él no puede ver su cara para disfrutar de su rubor, observar su vergüenza.

“Inclínate,” dice.

Ella lo hace tal como se lo ordena.

“Separa las nalgas de tu trasero,” le dice. “Quiero ver si estás limpia.”

Ella desea que la tierra se abra. Le gustaría salir corriendo por la puerta y esconderse.

Él se inclina hacia adelante para observar  la parte inferior de su trasero. De repente, tira de ella hacia él y le lame el agujero de su ano. Ella tropieza y casi se cae, pero él la tiene cogida por la cadera con sus manos y evita que se caiga. Ella siente que la está presionando con un dedo humedecido alrededor de su ano.

“Échate sobre mi regazo,” le dice. “Quiero hacerte un examen minucioso.”

Ella está echada  sobre él, boca abajo. Separa las nalgas de su trasero, luego lame su dedo nuevamente y lo presiona contra su culo.

Está todavía muy apretado, ¿no es así? Tal vez, demasiado, será muy placentero follarlo.”

Empuja su dedo más adentro. Ella gime, en parte porque le duele un poco, pero, sobre todo, porque no puede imaginarse nada más humillante con lo que él la está haciendo.

Él saca el dedo. “Ve a buscar el lubricante y el plug,” le dice.

Ella se levanta y va al cuarto de baño. Regresa con lo que le ha pedido y se los entrega sin mirarle a la cara. Él acaricia sus piernas, indicándole que debería echarse de nuevo sobre su regazo.

Poco a poco y con cuidado, extiende el lubricante con su dedo por el ano de ella. A pesar de su turbación, ella empieza a relajarse un poco. Pero luego, empieza a hablarle de nuevo. Es como si estuviera intentando deliberadamente avergonzarla. Ella quiere esconderse dentro de su mente, pero él se lo impide.

“Vamos a tener que aumentar el programa de entrenamiento,” dice él. “Más horas con el plug insertado. Quizás, toda la noche.”

Él empieza a introducirle el dildo, poco a poco.  Es el más grande que a ella le han metido en su vida. Él está todavía sorprendido de que ella pueda tenerlo introducido todo, nunca hubiera pensado que ello fuera posible cuando lo vio por primera vez.

“Además, creo que, en su momento, será un plug mucho mayor,” dice él.

¿Más grande? Dios mío, ¿qué piensa él que es ella? ¿Una contorsionista? ¿Una mujer elástica y sorprendente?

“¿Sientes que está dilatándose?” pregunta él.

Ella tiene que contestarle ahora. No le apetece, pero no puede ignorarle.

“Sí, señor,” dice ella. “Muchísimo…”

“Y cuando te maldigo, ¿cómo te sienta? ¿Te sientes cómoda?”

Ella se está sonrojando nuevamente. No encuentra una palabra para responderle.

“No, cuando usted está amable, señor,” dice ella. Esta se pregunta, ¿hay algún reproche implícito en lo que ella ha dicho? Pero, sobre todo, él es muy amable y solo, rara vez, se deja llevar por el frenesí de la lujuria.

“Quiero conseguir que tu culo esté preparado para que lo usen otros hombres,” dice él. “Quizás, ellos puedan tener sus pollas más grandes que la mía. Necesitas estar debidamente bien preparada.”

Ella siente un brote de pánico en su interior. Él nunca le ha hablado antes de esta manera. ¿Lo dice en serio? Seguramente, no. Ella decide interpretarlo como una broma.

“¿Incluso más grande que la suya, Señor?”

“Muy divertido,” dice él. Este le propina un buen cachete en su nalga. Ella grita.

Él pone sus dedos en el plug y lo gira un poco. Ella gruñe ahora, principalmente, por el placer. La hace sentirse bien, sin importarle lo tímida que es.

“Por supuesto,” dice él, “serán cuidadosamente seleccionados. Solamente aquellos que merezcan la pena, les serán permitidos tener el privilegio de sodomizar tu delicado y pequeño culo. Solamente, los verdaderos conocedores de los anos de chicas jóvenes y guapas, hombres que sean expertos en provocar tales placeres y saber cómo se saborean.”

Él está acariciando sus nalgas. Son suaves y muy sexy al mismo tiempo. El plug está ahora bien encajado en su ano. Se siente relajada, abierta, disponible, de la manera que a él le gusta sentirla, sumisa. Sus palabras la siguen ruborizando, pero ahora, la hacen sentirse un poco puta.

“¿Te agradaría recibir las pollas de esos hombres en tu adorable y pequeño culo?” pregunta él. “¿Primero, una polla, y luego, tal vez otra?”

No, piensa ella. No es real. Es solo su fantasía.

“Si ese es su deseo, Señor,” contesta ella.

Pero, ¿y si lo dice en serio?

4 comentarios:

  1. Aunque supongo que habrá sumisas que no le importe gozar de otras pollas, la mayoría contestaría afirmativamente a su Señor porque saben que es la respuesta que su Amo espera, rezando porque sólo sea una fantasía. Lo que es seguro que la imaginación de un dominante no tiene límite para tener en vilo a su sumisa y por supuesto hacerla vibrar!!

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  2. Tan humillante y tan brutalmente excitante!!

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  3. Que manjar tan exquisito al paladar de una sumisa...

    ana.

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  4. Me sorprende que una esclava tenga algo de timidez aun sudando bajo al piel, lo creo más en una sumisa en entrenamiento, quiza yo piense así por la naturalidad de mi esclava. Lo cierto es que también les viene encima esa preocupación inocente por equivocarse en el modo de complacer y obedecer, eso es lo que aveces hace parecer que guarda timidez. Justo hoy acabo de darle una orden a mi esclava, que debe preparar su culo para que la use en cualquier momento, humedeciendo y masajeando para relajarla.

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