miércoles, 17 de julio de 2013

Jugando con disfraces

El hombre dominante eficaz suele a ser un hombre conservador. Al menos, esta es mi teoría. Tiende a gustar del orden sobre la vida y tiende a poner tiempo para ordenarla a su satisfacción. Me consta que también existen algunos dominantes desbordados por los problemas fuera de aquí, pero son la excepción a la regla

Por norma general, la inmensa mayoría de las mujeres sumisas con las que he hablado y han tenido una relación D/s exitosa, me han dicho que sus hombres dominantes han sido, hasta un cierto nivel, conservadores.  Suelen ser profesionales o, de alguna manera, autónomos y, a pesar de sus inclinaciones en sus propias casas, se presentan como hombres conservadores, respetables y dignos ciudadanos de su lugar de residencia en el mundo.

Sin embargo, veo una considerable variación en cuanto a la forma en que prefieren a sus mujeres. Todos ellos disfrutan de los beneficios y ventajas de una mujer sumisa en sus vidas y todos aprecian a una mujer que exhiba respeto, obediencia y  una  fuerte auto estima. Pero, es en los pequeños detalles, donde noto una considerable variación.

A algunos hombres dominantes, les gustan que su mujer sea “al natural.” Le gusta ver a su mujer no sólo desnuda, sino también, sin atavíos. Les disgustan que lleven los labios o las uñas pintadas cuando van a tener una sesión, tal vez, y tampoco quieran ver nada de joyería en su cuerpo. Quieren a la mujer tal como es, tal como ella vino al mundo.

A algunos hombres dominantes, les gusta ver a su mujer tranquila y conservadora. No les gustan las faldas cortas, a pesar de lo larga que sean sus piernas. No quieren ninguna joya reluciente y, en esencia, no quieren que nadie, excepto ellos, que ella sea una puta. Este conocimiento es para ellos y sólo para ellos.

Algunos hombres dominantes prefieren que su mujer muestre su sumisión en casi todas las facetas de su vida. Este no es el tipo de hombre que aceptará fácilmente que su mujer tenga preferencia por los alimentos grasos y las bebidas gaseosas. Él quiere que ella preste una estricta atención a su cuerpo y apariencia y le saque provecho a sus curvas femeninas. Ella, no sólo deberá elegir la ropa que realza su feminidad, sino que también deberá modificar su apariencia mediante el uso de ropa interior, tales como corsé, para acentuar las curvas bonitas de su cuerpo.

Hasta donde yo sé, todos aprecian las cosas bien hechas, los zapatos de tacón alto y les gusta ver a su mujer llevándolos tan a menudo como sea posible. A algunos les gustan elegir la ropa para ella, otros prefieren darle unas instrucciones específicas porque van a pasar inspección y sobre lo que no va a suceder. Algunos la adoran de color negro, otros prefieren otros colores. Algunos odian que usen pantalones, a otros les encantan ver su trasero cubierto por unos vaqueros.

En cuanto a su vestimenta, parece que no hay un criterio común. Corresponde a la mujer averiguar lo que a su hombre le gusta y no le gusta. Lo que él no cambiaría por nada en el mundo y lo que debe ser al momento.

Para las mujeres, este es la parte del juego más interesante: los detalles. ¿Por qué un hombre quiere a su mujer vestida solamente con faldas blancas, cuando otros la hubieran vestido de negro casi todos los días? ¿Por qué un hombre ve los labios pintados como innecesarios cuando otros están deseando ver los labios de su mujer pintados de rojo intenso casi todos los días?

En realidad, para la mujer, no debería y no le importa lo que él quiere que ella haga. Lo que importa es que ella quiera hacer lo que él quiere. Si él quiere verla con falda blanca, porque ella parece radiante para él vestida así, entonces, ella buscará faldas blancas. Si él quiere unos zapatos con tacón de ocho centímetros, entonces, serán los zapatos con ese tacón los que ella se pondrá. Ella quiere que la vea atractiva y quiere agradarle. Si a él le gusta, a ella le gusta.

Por supuesto, aquí hay una pequeña variación. Algunas veces, algunos hombres dominantes quieren probar a su mujer. Quieren que ella lleve algo con lo que se sienta incómoda, con algo que no se sienta atractiva. Él podía estar intentando aumentar su feminidad o intentar presionar sus límites en cuanto a su naturaleza conservadora o, a su vez, cambiarla para aumentar su sexualidad. Este es un tema diferente y un área, en la cual, la pobre mujer puede ser severamente desafiada. Ella tiene que agradarle, pero él está presionando en las zonas de auto estima en las que él no puede experimentar éxitos instantáneos.

La mujer sumisa haría bien en seguir los deseos idiosincrásicos de su hombre para que vista lo mejor que ella pueda. En la película “Nueve semanas y media,” Elizabeth le pregunta a su hombre cuándo va a ir comprarle algo para ella a una tienda: “¿Pero, no quieres saber si “me gusta.”? Él movió su cabeza para indicar que “No”. Me encantó esa escena.

Para no dar pie a que penséis que soy un “perfecto machista,” permítanme recordar a mis lectoras femeninas que una mujer tiene miles de maneras y recursos para dirigir al hombre de su vida, para que vea las cosas a través de sus ojos. Del mismo modo que una sumisa puede señalar el zapato adecuado, también puede indicar la americana idónea, el bolso o un par de pendientes. Chicas, usad vuestra imaginación.


Tal vez, después de todo, hay un factor común en los deseos del hombre dominante en cuanto a la presentación de su mujer. Quiere que ella aparezca bella antes sus ojos. Muchas mujeres sumisas no habrán sido unas fans vistiendo a “Barbie,” pero, el que su dominante quiera vestirla, es una cuestión totalmente diferente.

2 comentarios:

  1. Alguna vez lo hice, fue tal su insistencia que vestí a los gustos de esa persona, creo que al final me volví tan parte suya que pasa el tiempo y yo sigo vistiendo con el mismo estilo, quizás era que me gustaba y no lo había probado, no lo se y no creo saberlo a éstas alturas.

    Puedes hacer que vea el mundo a través de tus ojos, pero... yo prefiero la fresca sinceridad sin un fin predeterminado.

    Saludos Ben Ali

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  2. Cuando he empezado a leer su artículo también he pensado en 9 semanas y media, cuando el empieza a colocar la ropa que ha elegido para Elizabeth, la blusa blanca y los pantis negros, cogiéndolos de una manera exquisita.

    Un saludo Señor

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