Hace algún tiempo, una amiga me invitó a una
tertulia sobre varios aspectos de la D/s. Los organizadores le habían enviado
una lista con algunos de los temas que se debatirían y me las transmitió. Algunos de esos temas me hicieron
pensar y estas fueron una especie de reflexiones inspiradas por los temas
formulados.
Así, la primera era: “¿Cómo cambiar de una vida
vainilla a un rol de la D/s?”
La respuesta más breve es coger la sartén por el
mango y cambiar firmemente a la deseada dinámica de la D/s. Esperemos que si
usted es un buen conductor o conductora, no haya ningún crujido. Acorte la
distancia.
Una respuesta más larga podría ser algo así como
esto. En cualquier relación D/s, pueden existir momentos en los cuales no estés
particularmente pensando o hablando de sexo o de hacerlo. En realidad, no soy
un tipo que esté pensando mucho tiempo sobre ello, pero incluso así, cuando le
hablo online no siempre giro directamente alrededor del sexo. Por naturaleza,
cada uno de nosotros tenemos vidas reales, con todas sus complicaciones y
evoluciones, sus altos y sus bajos. Y, por supuesto, como a cualquier pareja,
nos gusta mantenernos informados el uno del otro, intercambiar noticias,
chismes y diretes, etc. Por lo tanto, la gente de la D/s somos como la gente
normal. ¿Quién lo hubiera pensado?
Pero, llegará el tiempo, cuando las cuestiones
surjan, que quieras cambiar, cambiar de marcha. Naturalmente, aquí es el
dominante quien tomará la iniciativa. Él (supongamos otra persona) mientras está
chateando con ella sobre esto y aquello, sabe que quiere que ella haga algo
sexual. (En realidad, algunas veces, nuestras conversaciones llegan a su fin
sin haber entrado para nada en el tema sexual. Eso está bien. No me gusta caer
en la rutina.) Por lo tanto, él acaba tomándose su tiempo, mentalizándose
exactamente sobre lo que quiere hacerle a ella y cuándo va a hacer que ella lo
haga.
En algunas relaciones, incluso, aunque ella sea
sumisa, podría ser ésta quien tome la iniciativa, ofreciendo pequeñas pistas,
una ligera sonrisa, un movimiento de cabeza, una inflexión en la voz, etc.,
indicando que un giro hacia el tema sexual sería agradable. Las parejas tienen
que gestionar su relación para hacer frente a esto. Si el dominante encuentra
esto permisible, incluso encantador, muy bien. Algunos dominantes, no. Quieren
mantener el control total y cualquier cosa de esta clase está vista como una
decisión de la parte inferior a la superior y será rechazada. Personalmente,
creo que una relación es precisamente eso, una vía de dos direcciones y no me
importa recibir señales de ella. Siempre que yo pueda ignorarlas y si, después
de todo, quiero.
Creo que el tema de la pregunta es que, al asumir
que eres el dominante, serás el único que tome la iniciativa, ¿existe alguna
buena manera de prepararla, de conseguir que ella esté de buen humor para lo
que quieras? ¿Deberías darle una o dos pistas sobre lo que va a suceder? O
simplemente, ¿debes abordarla de improviso? Mi impresión inicial es que si has
conseguido entrenarla adecuadamente, ella no debería tener ninguna duda en su
mente de que cuando llegue la ahora, reaccionará sin ningún momento de
reflexión. Solamente tienes que chasquear tus dedos y así sucederá.
Y, sin embargo, la reflexión creo que puede ser más
compleja de lo pensado. No todas las mujeres son iguales. Recuerdo a una chica
que le gustaba ser cogida por sorpresa. Ella estaba allí casualmente hablándome
sobre su jardín y su gato y, de repente, le digo que se quite la camiseta. Y
ella se paró en mitad de la conversación, con su boca abierta de par en
par y luego, después de una pausa de un
segundo para conseguir centrarse, hizo lo que yo le dije, sin decir ni una
palabra. Y me dijo que había encontrado esto muy excitante y que se sintió de
pronto empujada hacia el subespacio.
Pero, otras mujeres no son de esta manera. Necesitan
ser seducidas. Les gustan la coacción y la seducción que las conducen a algo
más abiertamente sexual. Hablar sobre el sexo, sobre lo que yo pudiera querer y
lo que ellas pudieran hacer, si supieran lo que yo querría, las ponen en un
estado de ánimo propicio para hacerlo.
Hay otra manera. Tú le dices de antemano lo que va a
suceder y cuándo sucederá con exactitud. “Conéctate esta tarde a las tres en
punto, cuando yo te lo diga, y te quitarás la camiseta para mí.” O si usted
tiene a la chica a la mano, “voy a azotarte a las seis de la tarde. Estáte de
pie en el rincón a esa hora con tu falda levantada.” Algunas mujeres responden
a esto con mucha fuerza, tanto es así que, en el tiempo asignado, puedes estar
seguro que ellas estarán ya húmedas esperando y con deseo. Pero, y como las
mujeres son raras y realmente impredecibles, a algunas, en absoluto, les gusta
esto. Piensan que esto hace al sexo mecánico, no espontáneo. Y si eres un
dominante detallista, debes intentar el tenerlo en cuenta.
Por lo tanto, la respuesta a estas cuestiones,
depende de la clase de sumisa que tengas entre tus manos. Personalmente, puedo
hacer un cambio repentino, porque me hace sentirme bien el poder inducir en
ella este salto cuántico, empezando desde un principio como una mujer normal hasta
convertirla en una putita juguetona, solo en un momento, sin avisarla. Siempre
sé cuándo está funcionando porque inmediatamente empieza a llamarme Señor sin
habérselo dicho. Ella adopta esa mirada especial en su cara y hay un cambio de
tono en su voz y me doy cuenta que hemos cambiado el control del crucero. A
partir de aquí, el camino a seguir está claro.
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