“Ven y siéntate en mi regazo,” dice él.
Ella está un poco cautelosa, nunca segura de qué
esperar, una bofetada o una caricia, una bofetada y luego una caricia, una
bofetada que también es una caricia…
Él pone sus brazos alrededor de ella y presiona su
boca contra su oído.
“¿Eres una chica buena?”
Ella asiente con la cabeza.
“¿Siempre eres una mujer buena?”
“Intento serlo, Señor,” dice ella.
“Algunas veces,” dice él, “quiero que mi chica haga
cosas que una mujer buena no debería hacer.”
“¿Cuáles son, Señor?” Ella está hablando tan bajo
que él apenas puede oírla.
“Te las mostraré, ¿de acuerdo?”
Ella asiente con la cabeza otra vez. Él pone su mano
sobre rodilla desnuda. Ella lleva calcetines blancos tobilleros y zapatos
planos. ¿Es sólo un accidente que ella esté vestida como su niña pequeña? ¿O
había algo en el aire? Él mueve su mano a lo largo de su pierna, levantando su
falda hasta la mitad de su muslo. Ella pone su mano sobre la suya.
“¿Señor?
“¿Sí?”
“No estoy segura de que las chicas buenas permitan
que los caballeros hagan eso.”
“Pero si ellas son realmente buenas, ¿no quieren
agradar?”
“Sí, Señor, eso sí, ellas lo hacen. Pero…”
Él mueve su mano más hacia arriba. Ella presiona sus
piernas entre si fuertemente. Él presiona su mano entre ellas. Él le susurra al
oído y se ella se sonroja, pero separa las piernas un poco.
“Buena chica,” murmura él. Su mano se mueve hacia arriba por el interior
de sus muslos. Ella se siente un poco caliente y nerviosa. Ella no está segura
de lo que él quiere de ella. ¿Se suponía que ella tenía que ser todavía una buena
chica? Ella empieza ahora a sentirse un poco mal. ¿Qué hacen las buenas chicas
en estas situaciones? ¿Están obligadas a un caballero? Sus dedos rozan la
entrepierna de su ropa interior, sus bragas de algodón blanco coinciden con sus
calcetines. Ella se sonroja de nuevo, de color rojo oscuro, porque ella sabe
que están húmedas. Incluso, mojadas. Bien, las niñas buenas no son así. ¿no?
“¿Por qué estas mojada?” pregunta él.
A ella no se le ocurre nada que decir. “Por favor, no
me vuelva a preguntar de nuevo,” se decía a sí misma.
Él la acaricia suavemente, luego empuja su mano con
más fuerza entre sus piernas. Ella se retuerce.
“¿Qué te pasa, mi niña?”
Ella se alegra de que su cara esté oculta, apretada
contra su pecho. “Estoy intentando ser buena, Señor.”
“Creo que estas bragas están tan mojadas que es
mejor que te las quites,” dice él. “¿Me ayudarás en esto?”
“Si usted lo desea, señor,” dice ella. Juntos las
bajan con facilidad hasta sus tobillos.
“Ahora,” dice él. Voy a preguntarte que hagas
algunas cosas que una niña buena sería demasiado tímida para hacerlo. Pero, de
cualquier manera, espero que las hagas.”
“Lo haré si usted me lo hace, Señor.”
“Bien. Abre tus piernas y déjame verte.”
¿Es posible sonrojarse más de lo que ella está ya? “¿Debo,
Señor?”
“Me gustará” dice él.
Ella abre sus piernas solo un poco. Él la mira,
luego extiende su mano y toca allí, entre sus piernas. Ella tiembla y le agarra
fuertemente con sus manos. Muy despacio, él empuja su dedo dentro de ella. Esta
gime suavemente.
“No creo que puedas ser buena durante mucho tiempo,
¿verdad, chica mía?
“No, Señor,” susurra ella. “No, si usted me dice que
no es necesario.”
“Haz lo que digo,” él dice. “Déjame que me preocupe
de lo demás.”
Y así, la chica hizo cosas muy malas. Pero, le sentaban
muy bien y ella sabía que le agradaban, por lo tanto, era bueno también, ¿no? Y
después de todo, no es para que dijera lo que es bueno y qué es malo, ¿verdad?
Y yo hoy que voy vestida como una niña buena aunque ahora mis bragas también estén mojadas...pero aún me queda toda la tarde en el trabajo y toca seguir siendo buena :(
ResponderEliminar¿Siempre eres buena? De cualquier modo, me alegra que seas consciente de tu bondad erótica...
EliminarFeliz tarde...
Ben Alí
Lo intento, aunque no siempre lo consigo
EliminarCreo que no hay un sólo día, a pesar de mis prolongadas ausencias en mi blog, en que no haya pasado por el tuyo, aunque últimamente no haya comentado.
ResponderEliminarTienes una forma tan particular y casi perfecta de comprender el cerebro de una sumisa, que es un placer repasar mi vista sobre tus palabras.
Verdaderamente un placer.
Saludos peruanos.
Sí, es cierto, he echado de menos tus comentarios.
EliminarMe alegro que me sigas leyendo y mis palabras te sean positivas... sin vosotras, sin vuestra condición de sumisa, sería incapaz de escribir...
Gracias por tu halago...
Ben Ali