Estaba revisando
mis escritos más antiguos y me encontré con esta joya de cuando empecé a
escribir sobre la D/s. Lo escribí con la ayuda y contribución de una sumisa
online. Mientras lo leía, me daba cuenta que seguía siendo tan significativo
hoy como cuando lo escribí. He hecho unas pequeñas modificaciones, pero es
todavía el mismo documento.
La relación
Dominante/sumisa está basada en la transferencia de poder. El dominante ejerce
el poder y la sumisa voluntariamente se somete a su control. Ella le entrega su
poder y, a su vez, obedece.
Tal vez, la
pregunta que se nos hace con más frecuencia es: “¿por qué?” ¿Qué hace que la
gente quiera hacer esto? La respuesta más corta es: “Es nuestra propia
naturaleza.” El dominante es, por naturaleza, fuerte y siente la necesidad de
expresar su poder y control. La sumisa es llamada a este poder y, por
naturaleza, se inclina a servirlo.
Quizás, sea más
fácil de entender el por qué algunas personas prefieren más dominar que
someterse. Después de todo, es el poder. ¿Por qué una persona quiere controlar
a otra? ¿No sería un subidón increíble tener a una persona dispuesta a
arrodillarse a sus pies para adorarle? Tal vez. Pero, recuerda, el control sin
poder es una postura patética y el poder, sin responsabilidad es la mejor
intimidación y el peor crimen.
El control es
esencial para dominar, pero lo que le precede por encima de todo, es el control
de uno mismo. El sello distintivo de un dominante responsable es el alto grado
de auto control. Esto debería ser considerado un prerrequisito para entrar en
una relación del estilo de vida de la D/s. Sin ello, hay un riesgo considerable
de que el dominante pueda dañar a la sumisa, tanto física como emocionalmente o
ambas a la vez. Ella le confiará su bienestar, incluso su vida. si no está
segura, debe asegurarse de su capacidad para controlar su poder. Una vez que él
pueda controlarse a sí mismo, debe considerar el extender su control (es decir,
su poder) sobre otra persona.
Hay seis maneras
básicas de poder hacer esto:
1) Recompensa.- Haz esto por mí y te daré lo que quieres.
2) Castigo.- Haz esto por mí o te daré algo que tú no quieres.
3) Formalidad/autoridad.- Haz esto por mí porque soy más importante que tú.
4) Experto/conocimiento.- Haz esto por mí porque yo sé más que tú.
5) Informante.- Haz esto por mí y te diré algo que realmente necesitas saber.
6) Carisma/referencia.- Haz esto por mí porque, de una buena manera, soy el infierno.
Cada uno de estos métodos de
poder tiene un valor. Los tres primeros son a menudo referidos a los poderes.
Se basan en la idea de que las personas son básicamente perezosas y se dejan ir
a su suerte, van a buscar formas de evitar el trabajo. Por lo tanto, si quieres
que alguien haga algo, tienes que darle una patada en el culo. Si bien este
enfoque funciona, los efectos son transitorios. Una vez que dejas de darle
patadas, la conducta tiende también a detenerse. Por supuesto, el rol del
dominante y la recompensa son partes críticas de una relación D/s. (Véase
también “La naturaleza del castigo”).
Los tres enfoques inferiores
(Experto, información y carisma) se refieren con frecuencia a “La teoría y el
poder,” de Douglas McGregor. Están basados en la idea de que la gente puede
estar auto motivada si ven una oportunidad de ganar un reconocimiento de sus logros.
“La teoría y el poder” ha añadido un beneficio adicional en el que, una vez que
se adquieren, no pueden ser quitados. Este es un aliciente más.
Mientras que un dominante puede
utilizar todas estas formas de poder para controlar a la sumisa, “La teoría y
el poder” deberían ser usados siempre que fuera posible. Una sumisa que se
controla únicamente usando métodos convencionales nunca será capaz de
desarrollar todo su potencial. El dominante responsable busca las formas de
ayudar a la sumisa a mejorar su experiencia (en el servicio, en el comercio, la
artesanía, etc.), y también su carisma (presentación de ella misma,
comportamiento, auto estima, etc.). Cuando ella ve una oportunidad de mejorar,
se sentirá motivada para servir mejor.
En otras palabras, el uso del
poder no es simplemente un mecanismo de control dentro de una relación D/s. Es
un componente integral de la unión que debe existir con naturalidad entre el
dominante y la sumisa.
Con el poder viene la
responsabilidad. Esto es crucial. Esta es una de las principales formas con la
que podemos diferenciar al dominante de un acosador. Cuando el dominante asume
el control de otra persona, asume la responsabilidad del bienestar de ella, la
salud, la seguridad y el desarrollo, aunque sólo sea por el momento. Además hay
que reconocer que el tener el poder no califica a un dominante estar preparado
para llevar a una sumisa. No todo el mundo quiere o se adapta a esta
responsabilidad. Sin embargo, una vez experimentada, es raro un dominante que
no encuentre la idea de que es atractiva.
Comprender la motivación para
dominar parece sencillo, pero, ¿qué pasa con la motivación para someterse? ¿Por
qué una persona quiere entregarse a otra? Una cosa es someterse temporalmente
como un juego de alcoba, pero, ¿qué clase de persona entregaría su poder
constantemente a otra, a diario, en cada pensamiento, palabra y acción?
Cuando el dominante es llamado
a expresar su poder, la sumisa es llamada a servir al poder. Ella encuentra su
satisfacción en apoyar y servir a alguien o algo que considere digno. Esto se
puede manifestar de varias maneras. Algunas dedican sus vidas a compromisos
religiosos, otras pueden elegir y apoyar a profesionales, otras prefieren
casarse y criar una familia.
A medida que el dominante se
complace en ampliar su control, la sumisa anhela cederlo. Aunque ella sea
extremadamente competente y capaz de tomar decisiones por sí misma sin
problemas, puede sentirse profundamente incómoda al tomarlas por otras
personas. Ella prosperará bajo normas y disciplinas estrictas.
Al igual que los dominantes, la
sumisa debe ser una persona poderosa por derecho propio. A menudo, esto se
expresa con el uso de la experiencia y el poder carismático. Una sumisa
plenamente realizada es una fuerza de la naturaleza. Confiada con su
sexualidad, segura con sus habilidades y dignidad, puede ser vista como
intimidante por muchas otras personas. ¿Por qué? Simplemente, porque ha
aprendido a usar su mente y cuerpo para expresarse con plenitud y por completo.
Ella no está avergonzada ni es tímida. Más bien, ella se llena de autoestima y
esto se traduce en poder.
Con frecuencia, oirás a una
sumisa decir que ella solo anhela un hombre fuerte para provocar su respuesta
sumisa. Necesariamente, esto no significa fuerza física (aunque las sumisas
novatas tiendan a buscarla). En cambio, ella necesita un hombre al que no pueda
controlar a través de su experiencia o carisma. En otras palabras, una posición
dominante en el control de sí mismo.
Atraída por esa fuerza, la
sumisa instintivamente se encuentra a sí misma sometiendo su propio poder al de
él y abriéndose a su control. Al hacer esto, ella aprende a verse honestamente
y es capaz de enfrentarse a sus miedos, que, a su vez, le permite abrirse más y
ponerse a su disposición en cuerpo, mente y alma en todo momento. Este
intercambio le da la fuerza para poder vivir en perfecta confianza y
desarrollar la paciencia y la disciplina que se requiere para servir sin pereza
y sin quejarse, poniendo sus propios deseos y prioridades detrás de los de él.
La sensación de realización y alegría que la sumisa recibe al servir a su
dominante, la llena de energía y la proporciona el equilibrio necesario.
¿Cómo sirve la sumisa? De la
manera que su dominante requiera. Ella puede ser requerida para ser una
anfitriona perfecta o una gestora doméstica realizada y ama de casa. Su mente y
capacidad intelectual se podrían utilizar para ayudarle a pensar en los
problemas e implementar soluciones. Ella siempre será lo mejor que pueda ser y
aceptará la corrección cuando falla en sus complacencias. Ella es la geisha, la
cortesana, la duquesa en el salón y la puta en la cama. Ella sirve.
Esta es una respuesta tan
natural y automática en una sumisa que, con frecuencia, ni siquiera reconoce
que es su propia naturaleza. Simplemente, el poder la atrae y le resulta casi
imposible rechazar las peticiones de la figura de autoridad de su vida. Ella va
a encontrarse a sí misma enamorándose de personas fuertes y cuando lo hace,
ella lo da todo.
Esto parece tan fuerte como el
matrimonio tradicional, ¿no es así?
El movimiento feminista logró
mucho al asegurarse que las mujeres de nuestra sociedad tuvieran la libertad de
elegir el estilo de vida que quieran. Las jóvenes ya no se casan por motivos
económicos en contra de su voluntad. Tantos los hombres como las mujeres,
tienen ahora la libertad de expresarse en sus vidas como mejor les parezcan.
En parte.
Lamentablemente, algunas de
estas feministas (en su mayoría, las más radicales, pero cuya postura es, a
menudo, adoptada por las más moderadas) tienen los tiempos más difíciles para
comprender el concepto de la sumisión consensuada. Dado que se niegan a
permitir que otros las dominen, ellas tienen dificultades para aceptar que
alguien más pudiera desearlo. Por desgracia, su fanatismo termina restringiendo
la gama de opciones para las mujeres en lugar de ampliarlas. Es muy difícil
para una mujer sumisa que crece en la sociedad actual aceptar su deseo de
servir y entregarse como una opción
legítima para una mujer fuerte y competente. Y es casi imposible admitir a
amigos y familiares.
También hemos escuchado la
acusación de que una relación D/s denigra, de alguna manera, la situación de la
mujer. Algunas piensan que la mujer sumisa es tratada mal y es vista como
inferior por su dominante. Simplemente, esto no es verdad. Los roles del
dominante y la sumisa no se asignan como superior o inferior. La verdadera D/s
es una relación simbiótica. Tanto el dominante como la sumisa serán lo que
ellos sean, sin importar cuales sean las circunstancias, pero no podrán
expresar plenamente su naturaleza a menos que estén en la relación con una
pareja de resonancia. La sumisa es altamente valorada, quizás, incluso como un
tesoro, pero firmemente controlada y ella siente una gran comodidad, alegría y
seguridad en todo esto.
Por supuesto, la sumisión no es
para todo el mundo. Incluso la gente que piensa que la sumisión es su ticket
para sexo caliente o que el juego de roles en las fantasías de Amo y sumisa no
puedan ser adecuados para un compromiso
continuo con este estilo de vida. Esta sumisión en el tiempo de juego
puede ser divertida y deliciosa, pero cuando se trata realmente de someterse a
los deseos y prioridades de los otros o aceptar el castigo humillante y
terrible, no sea divertida.
Día a día, la sumisión puede ser aburrida, difícil,
dolorosa y aterradora. Es un trabajo duro, estando siempre atentos a las
prioridades del dominante, siempre tratando de anticiparse a sus necesidades,
estando ahí para su comodidad, sin inmiscuirse en su paz, pero también es una
gran satisfacción. La sumisión la sentirá como un subidón increíble de calidez
y orgullo cuando ella le ha complacido. Ella vivirá para su toque y atención.
Cuando enfoca su energía sobre ella, esta se abrirá y servirá. Ellos viven la
relación en equilibrio.
Así pues, ¿por qué lo hacemos?
Porque está en nuestra naturaleza y no queremos vivir de otra manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario