martes, 24 de septiembre de 2013

Y, ¿dices que no me atraes?



Este es un extracto de mi correspondencia privada con una querida amiga que se lamenta de los hombres en general y de un hombre en particular, y que jocosamente dice: “Es una pena que no le gusten las vaginas.”

Haré que usted sepa, joven señora, que hay muchísimas más cosas para una mujer que su vagina.  Con mucha frecuencia, la he explorado durante horas, incluso antes de llegar más lejos. Algunas veces, nunca me he sentido molestado por llegar tan lejos; hacerlo, justo durante horas, ha sido lo suficientemente emocional y satisfactorio. A veces, dejarla con tanto y cálido ardor de mí, como emocionalmente satisfecha, pero muerta de hambre física, es increíblemente delicioso.

No me malinterpreten; me encanta esa parte de su cuerpo y es mágica para mí, pero después de imprimir en su cara y jugar con su cabello y besarla y degustar su maquillaje y morder su cuello y lamer sus clavículas y besarlas y agarrar sus pechos y retorcer sus pezones y besarla mientras jadea y se asfixia y meter sus dedos en su boca y pintar su cara con esos dedos húmedos y besarla de nuevo, a las pocas horas, habrá volado solo de esa manera.

Y luego, empiezo a desnudarla.

O no. Estoy empezando a darme cuenta de la sensualidad de llegar por debajo de su ropa y sentirla sin que ella necesariamente vea mi mano y, exactamente, donde está. Es casi de una manera juguetona. Y parece aumentar mi sentido del tacto.

Sólo alejándome lo suficiente de su ropa para exponer lo que yo quiero de ella…

Y esto es sólo sobre su cuerpo. Imagínese cuando usted se toma el tiempo para solo mirarla a sus ojos y dibujar sus labios con la punta de tu dedo y copar su cara con tus dos manos y haces para besarla y te paras justo antes de tocar sus labios con los tuyos y solo respirar su aliento hasta que ella empiece a emitir esos suaves ruidos involuntarios, lloriqueando y cuando ella es completamente inconsciente de lo que hace.

Imagínese cuando llegue a su corazón y ella se abra a usted y florezca como una flor ante sus propios ojos.

Me encanta su coño. Es mágico para mí cuando se pone caliente y húmedo y cálido y acogedor y cómo su cuerpo está diseñado para acogerme en su interior. Pero, aún así, eso es sólo una fracción diminuta de la magnificencia del conjunto de la creatura entre sus brazos.

¿Puedes decir que no me atraes? Sonrisas.

2 comentarios:

  1. Que gozada de texto!! Tan bello, ardiente y sensual... Que afortunada, ser explorada durante horas con esa pasión!!

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  2. Preciosa descripcion de la mujer... un amante en toda la extnsion de la palabra... Somos un coño, un par de tetas y muchas mas cosas. Un placer leerlo!

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