martes, 6 de mayo de 2014

Amor y sexo

Hace algún tiempo, yo estaba viendo una película, una historia de ciencia ficción más bien insulsa, titulada “No me dejes ir,” realizada por un par de actrices inglesas del tipo que los americanos, con frecuencia, las dotan y yo sólo las encuentro anémicas. De todos modos, en un momento dado, alguien dice: “En efecto, las mujeres son siempre desagradables a los hombres que más les gustan.” Y yo pensé, ¿siempre? Hummm. Tal vez, a veces, ocurre. Y luego, pensé en una novela que acabo de terminar, una que me dió mucho placer. Se llama “Las travesuras de la niña mala,” escrita por Vargas Llosa, quien recientemente ganó el premio Nobel de Literatura.

No dejes que esto te desanime. Es una historia convincente de una obsesión erótica de un traductor e intérprete peruano que vive en Paris. Siendo muy joven, se enamora de una chica que es también de Perú. Durante décadas, ella le atormenta. De vez en cuando, le permite hacer el amor con ella, viviendo con él de vez en cuando e, incluso, hasta el punto de casarse con él. Pero, en cada encuentro, que es solo una cuestión de tiempo antes de que ella lo deje, se va con otro hombre con mejores perspectivas: un propietario inglés de caballos de carreras, incluso un gánster japonés (cuyo fetiche es verla follar con otro hombre). Cada vez que el héroe jura olvidarla, cada vez la coge para que vuelva.

¿Por qué? Algunas veces, supongo, no hacemos lo que es bueno para nosotros. Recogemos lo que nos excita, no lo que nos hará más feliz. Si hay una cosa que he aprendido y me ha costado mucho aprenderla, es esta: el amor y el sexo no son la misma cosa. La excitación sexual y la satisfacción emocional no siempre van de la mano. De acuerdo, sé que eso es obvio. Tal vez, las mujeres instintivamente lo saben mejor que los hombres. El problema es que hay un mito de cómo se supone que tiene que ser: el que pierde su corazón es el que calienta sus lomos. O viceversa.

Espero que, aquí, todos seamos adultos. Deberíamos ser capaces de distinguir una cosa de la otra. Pero, actualmente, no es tan simple. Porque si usted encuentra a una mujer que, de verdad, le ama sexualmente, que le lleva a una dimensión diferente, que le abre expectativas sexuales que nunca ha sabido que existieran, ¿es de extrañar que se sienta emocionalmente vinculado? El gran sexo se desbloquea emocionalmente. Usted puede conseguir llevarlo lejos, tal vez, a un lugar en el que siempre ha deseado estar, pero tal vez, a un lugar donde no debería ir. El amante de la Niña Mala nunca se siente y se pregunta a sí mismo, si él hubiera sido más feliz sin saber de ella. Ciertamente, él es consciente de que su vida hubiera sido mucho más pacífica y, tal vez, esto es lo que mucha gente quiere. Pero, no todo el mundo.

Usted podría preguntarse qué tiene que ver esto con la D/s. No mucho, excepto que yo tiendo a pensar que las relaciones sexuales D/s son más intensas y, por lo tanto, tienen más probabilidades de generar una especie de movimientos sísmicos que haga, que un edificio aparentemente sólido, se venga abajo:

“Un estremecimiento se engendra allí, en el lomo. La pared destruida, el techo y la torre, en llamas. Y Agamenón, muerto,” parafraseó el literato.

Por aquel entonces, también vi otra película francesa, titulada: “Dejando,” protagonizada por Kristin Scott Thomas como una ama de casa casada, de clase media, aparentemente feliz, que empieza una tempestuosa relación con un albañil que viene a trabajar a su casa. Él es totalmente inadecuado, expresidiario y sin dinero; su pasión destroza sus vidas y termina en desastre. No sé, si se puede decir que valió la pena para ellos. Pero, la forma en que la película lo describe, no hay manera de evitarlo. Algunas veces, no se está en el control de hacia dónde van las cosas.

Una y otra vez, me he preguntado si el calor blanco de una relación D/s  está siempre destinado, y a tiempo, para quemarse por sí mismo. Sin embargo, ¿podría dejar brasas de afecto que aún brillen y podría mantener el calor para siempre? A mí, todavía no me ha sucedido, no todavía de esa manera.

11 comentarios:

  1. Entiendo lo que dice.. Completamente. Yo creo que si deja brasas... que pueden durar toda la vida si uno no logra encender otra llama antes... No sé si me explico, pero eso es lo que creo. Saludos Señor Alí, tenga buena tarde

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    1. Indudablemente, una relación D/s mínimamente intensa siempre deja brasas...

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  2. Interesantes títulos, me los anoto.
    Saludos

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  3. Las brasas perduran mientras exista un recuerdo

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  4. Las brasas perduran mientras exista un recuerdo.... shy

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    1. El recuerdo de una relación te avivan que el calor que unas brasas provocaron un día...

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  5. Quiza el Dominante tiene mas consciencia de una relacion agotada, y siempre mirara hacia adelante en busca de lograr sus sueños. No sera una estatua de sal.

    blanca_nine

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    1. blanca, no estoy de acuerdo contigo. Hay de todo...es fácil ser una estatua de sal después que una relación D/s te haya marcado emocionalmente, aunque sea platónica....

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  6. Y ¿Si todo fuera en la misma dirección? Me refiero a que las brasas del amor se limitan a las sensaciones de los encuentros, claro está no todos sexuales pero sí todos con ese misterio sensual que desbordan los enamorados. Supongo que tanto un Dominante como un sumiso respiran esas mismas notoriedades desde un sentido más guerrero, pero igual de poderoso.

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