sábado, 24 de enero de 2015

¿Es su sumisión un regalo?

Su sumisión es un regalo, pero no de la manera que usted pudiera pensar al principio. Es un regalo que usted se hace a sí mismo.
A menudo uso la frase “regalo de sumisión” en la poesía y en la prosa lírica, porque es un cliché romántico bien recibido que evoca un sentido de gracia recatada e inocente en su devoción. Transmite pureza de corazón en la sumisa y honor en la persona que ella ha elegido para recibir su regalo.
En poesía, las metáforas y las sonrisas son una gracia salvadora cuando transmiten emociones y experiencias viscerales. Sin embargo, quiero demostrar que lo que sucede en las sesiones es aún más hermoso que un simple cliché romántico. ¿Qué sucede cuando una mujer hermosa, vibrante y eléctrica se somete a que sea mucho más profunda que la entrega de un regalo, sin importar cuán precioso sea?
Sí, una sumisa puede sentir que someterse a su dominante es como darle el precioso regalo de su voluntad, de ella, parque le dé órdenes y la use. Especialmente, porque ella no va a someterse a cualquiera, sino sólo a aquella persona especial que le ha demostrado ser digna de ese don.
Al ampliar esa línea de pensar, entonces, se deduce que el dominante digno se lo merece si la sumisión de ella es regalada con la dominación de él. Al igual que su atención y sumisión es un regalo, él la presta su atención y su cuidado. Él negocia la seguridad y su integridad por su conformidad y lealtad. Ello se convierte en una transacción.
No hay nada malo de tratar el mutuo regalo de la sumisión y la dominación como una transacción. El término intercambio de poder implica una transacción de poder personal. Se da y se toma y se devuelve como en una especie de bucle. La sumisa cede su poder a su dominante que se convierte en un prisma a través del cual ambos poderes, el de ella y el de él, se centran de nuevo en ella.
En realidad, ver la sumisión como un regalo tiene mucho sentido, teniendo en cuenta que la sumisa puede en cualquier momento retirar su consentimiento y su regalo, y su deseo y cascada de efectos cesará. Y este mecanismo es, con frecuencia, usado para probar que las sumisas tienen mucho más poder en las relaciones que lo que ellos pudieran pensar. Hablando en román paladino, si la sumisa no quiere tener una sesión, no se tiene.
Sí, me estoy centrando exclusivamente en las fuerzas de una interacción consensuada entre un dominante y una sumisa. La codependencia y el abuso doméstico pueden obligar a las mentes más estables y más fuertes a permanecer en relaciones enfermas. Una relación abusiva es a una relación D/s, tal como un violación lo es a hacer el amor.
Habiendo dicho esto, me molesta pensar que una magnífica mujer sumisa me esté haciendo un regalo, cuando ella es lo más fiel a sí misma. Ha sido criada en una sociedad que dice que las mujeres que son sumisas son débiles y están traicionando ideales antiguos, aunque todavía no lo suficiente, para dar a las mujeres la igualdad de oportunidades y el respeto que disfrutan los hombres.
Ella ha tenido que luchar contra corriente para tomar posesión de sus propios deseos. Ha soportado la duda y el dolor y, posiblemente, la vergüenza de llegar al punto donde ella pueda admitir que es sumisa. El viaje del auto descubrimiento ha sido duro para algunas y más fácil para otras, pero la gran mayoría de las sumisas han tenido que recorrer ese camino. Su sumisión es laboriosa y ella no se aventuró en este viaje para nadie más que para ella misma. Los frutos de su labor son suyos, para disfrutarlos ella misma.
Algunos dicen que ser sumisa es una estrategia de supervivencia de las mujeres para asegurarse su pareja con ella y para complacerle y añadirle valor a su vida diaria. No tengo los requisitos necesarios para argumentar a favor o en contra de esa idea, pero no puedo imaginar que soy el único que, cuando una mujer se somete a mí, ella lo está haciendo para sí misma y no como un regalo para mí o como un soborno por mi atención.
Y esta es exactamente la forma que yo lo quiero. No puedo imaginármelo de otra manera. Es muy fácil enredarse definiendo la sumisión en términos de actos que la sumisa desarrolla para su dominante y a los actos que se somete para ser realizados sobre ella por él. Pero, eso es solamente lo que se ve en la superficie. La dinámica de la relación entre un dominante y una sumisa es mucho más compleja que los actos realizados y también lo son las motivaciones que impulsan a una mujer hacia la sumisión.
La sumisión es una estrategia, una herramienta, si se quiere, para desconectar a la sumisa de su mente crítica por un tiempo, para tener un respiro cuando el zumbido de las ideas y los pensamientos y las tareas pendientes se vuelven ensordecedoras y el acto de tomar una decisión sencilla se convierte abrumador, porque ella no puede dejar de pensar en los diferentes resultados y consecuencias y no puede elegir entre ellos.
Se trata de no tener que tomar decisiones, aunque sólo sea por un rato. Es como ponerse una venda intelectual en los ojos, donde la sumisa confía que su dominante la lidere a su núcleo interior, donde ella abre y se hace vulnerable sin tener que luchar con sus propias dudas e inseguridades. Someterse, es una manera de ni siquiera ser capaz de desagradar, simplemente, porque a ella no se lo permiten.
La sumisión es una táctica para calmar la mente de la sumisa. Es un vehículo para calmar el zumbido de los pensamientos e ideas que pululan dentro de su conciencia. Eso es aquietar el momento de la atención, el momento entre los latidos del corazón que el atleta espera para dar el salto, el momento de claridad que la permita pasar sobre el puente, suspendida de la incredulidad y llegar a salvo de aquí a allí.
A través de la venda intelectual de la sumisión, su conciencia se hunde en la oscuridad de su matriz emocional y ella encuentra partes de sí misma que son más calientes, más primarias e, incluso, más femeninas. Someterse no es un acto femenino en sí mismo, sino el camino de un ser femenino para conectar con el elemento femenino interior y eso es lo que el sacarla es para muchas mujeres. Me imagino que lo mismo es, más o menos cierto para los hombres sumisos, aunque confieso que no he pensado mucho en ese lado de la moneda, pues estoy demasiado cautivado por el elemento femenino.
Cuando el dominante de una sumisa la coge por la muñeca y la susurra justo en su oído, aquí es donde todo se vuelve real. Esta es la clave para entregarse, para dejarse ir, liberar su espíritu crítico como un globo, dejando que la mano de un niño se remonte  hacia  el vacío azul. Es entonces, cuando ella se puede fundir y dejar fluir sus emociones sobre él, cubriéndolo de todo para percibir todo. Y por un tiempo, no pensar, sino  simplemente, ser, sentir y ser toda la hembra femenina que ella es.
Por más que la sumisión sea llevada a través de actos y comportamientos, en el fondo, se trata de cuán profundamente afectada ella está por él. Se trata de cómo ellos conectan y cuán fácil y completa ella pueda estar  y sentirse en presencia de él. Se trata de crear juntos un contexto emocional en el cual ella se sienta lo suficientemente segura y con el apoyo necesario para retirarse a su cuerpo y ser indiferente al mundo externo. Para perder de vista todo lo demás y centrar toda su atención hacia dentro, sobre cómo ella se ve afectada por él.
No es una fantasía dominante disparatada, se trata de que la sumisa se centre exclusivamente en su placer. No, ella disfruta de que la usen, pero su atención está sobre ella. Su punto de vista de él es través de los efectos que él tiene sobre ella. Al igual que usted no puede ver el viento, pero sí a través del susurro de las hojas de los árboles, ella experimenta su caricia a través de las ondas del estanque de su conciencia y su cuerpo.
Esto es de lo que la sumisión trata. Se trata de experimentar y sentir. Se trata de la inmersión de la sumisa en sí misma para conectar con su centro radiante interior. No se trata de olvidarse de sí misma o de sus necesidades o disminuirse a sí misma. ¡Cielo  santo, no! Se trata de celebrar lo que ella es y lo que ella es capaz con tanta fuerza y profundamente que no puede ser cargada por las cosas simples, como pensar o tomar decisiones o preocuparse hacia dónde ir desde aquí.
Se trata de ser cogida por la mano de su dominante y dejarle que la guie, a través de las experiencias y sentimientos muy profundos, a recorrer el camino por sí misma. Y, mientras él se centra en liderarla, guiarla y garantizar su seguridad, ella le recompensa y conecta con él mediante la narración de su viaje a través de sus reacciones, a través de su responsabilidad, a través de la gracia con la que ella sigue.
Él la lidera para que ella pueda seguir y centrarse en sus sentimientos y en todo lo que ella posiblemente experimente. Ella delega la responsabilidad de su cuerpo y su mente en él para que su corazón y su alma puedan tomar vuelo.
No importa cuán romántica sea la idea, la sumisión no es un regalo. Es una expresión de una capacidad de profunda belleza interior y la fuerza, el coraje y la voluntad de estar abierta y vulnerable. Es una manera de conseguir un nivel sin precedentes de conexión e intimidad con otro ser humano que no es tu opuesto, sino tu perfecto complemento.
Y es terriblemente sexy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario