Su sumisión es un regalo, pero no de la
manera que usted pudiera pensar al principio. Es un regalo que usted se hace a
sí mismo.
A menudo uso la frase “regalo de
sumisión” en la poesía y en la prosa lírica, porque es un cliché romántico bien
recibido que evoca un sentido de gracia recatada e inocente en su devoción.
Transmite pureza de corazón en la sumisa y honor en la persona que ella ha
elegido para recibir su regalo.
En poesía, las metáforas y las sonrisas
son una gracia salvadora cuando transmiten emociones y experiencias viscerales.
Sin embargo, quiero demostrar que lo que sucede en las sesiones es aún más
hermoso que un simple cliché romántico. ¿Qué sucede cuando una mujer hermosa,
vibrante y eléctrica se somete a que sea mucho más profunda que la entrega de
un regalo, sin importar cuán precioso sea?
Sí, una sumisa puede sentir que
someterse a su dominante es como darle el precioso regalo de su voluntad, de
ella, parque le dé órdenes y la use. Especialmente, porque ella no va a
someterse a cualquiera, sino sólo a aquella persona especial que le ha
demostrado ser digna de ese don.
Al ampliar esa línea de pensar,
entonces, se deduce que el dominante digno se lo merece si la sumisión de ella
es regalada con la dominación de él. Al igual que su atención y sumisión es un
regalo, él la presta su atención y su cuidado. Él negocia la seguridad y su
integridad por su conformidad y lealtad. Ello se convierte en una transacción.
No hay nada malo de tratar el mutuo
regalo de la sumisión y la dominación como una transacción. El término
intercambio de poder implica una transacción de poder personal. Se da y se toma
y se devuelve como en una especie de bucle. La sumisa cede su poder a su
dominante que se convierte en un prisma a través del cual ambos poderes, el de
ella y el de él, se centran de nuevo en ella.
En realidad, ver la sumisión como un
regalo tiene mucho sentido, teniendo en cuenta que la sumisa puede en cualquier
momento retirar su consentimiento y su regalo, y su deseo y cascada de efectos
cesará. Y este mecanismo es, con frecuencia, usado para probar que las sumisas
tienen mucho más poder en las relaciones que lo que ellos pudieran pensar.
Hablando en román paladino, si la sumisa no quiere tener una sesión, no se
tiene.
Sí, me estoy centrando exclusivamente
en las fuerzas de una interacción consensuada entre un dominante y una sumisa.
La codependencia y el abuso doméstico pueden obligar a las mentes más estables
y más fuertes a permanecer en relaciones enfermas. Una relación abusiva es a
una relación D/s, tal como un violación lo es a hacer el amor.
Habiendo dicho esto, me molesta pensar
que una magnífica mujer sumisa me esté haciendo un regalo, cuando ella es lo
más fiel a sí misma. Ha sido criada en una sociedad que dice que las mujeres
que son sumisas son débiles y están traicionando ideales antiguos, aunque
todavía no lo suficiente, para dar a las mujeres la igualdad de oportunidades y
el respeto que disfrutan los hombres.
Ella ha tenido que luchar contra
corriente para tomar posesión de sus propios deseos. Ha soportado la duda y el
dolor y, posiblemente, la vergüenza de llegar al punto donde ella pueda admitir
que es sumisa. El viaje del auto descubrimiento ha sido duro para algunas y más
fácil para otras, pero la gran mayoría de las sumisas han tenido que recorrer
ese camino. Su sumisión es laboriosa y ella no se aventuró en este viaje para
nadie más que para ella misma. Los frutos de su labor son suyos, para
disfrutarlos ella misma.
Algunos dicen que ser sumisa es una
estrategia de supervivencia de las mujeres para asegurarse su pareja con ella y
para complacerle y añadirle valor a su vida diaria. No tengo los requisitos
necesarios para argumentar a favor o en contra de esa idea, pero no puedo
imaginar que soy el único que, cuando una mujer se somete a mí, ella lo está
haciendo para sí misma y no como un regalo para mí o como un soborno por mi
atención.
Y esta es exactamente la forma que yo
lo quiero. No puedo imaginármelo de otra manera. Es muy fácil enredarse
definiendo la sumisión en términos de actos que la sumisa desarrolla para su
dominante y a los actos que se somete para ser realizados sobre ella por él.
Pero, eso es solamente lo que se ve en la superficie. La dinámica de la relación
entre un dominante y una sumisa es mucho más compleja que los actos realizados
y también lo son las motivaciones que impulsan a una mujer hacia la sumisión.
La sumisión es una estrategia, una
herramienta, si se quiere, para desconectar a la sumisa de su mente crítica por
un tiempo, para tener un respiro cuando el zumbido de las ideas y los
pensamientos y las tareas pendientes se vuelven ensordecedoras y el acto de
tomar una decisión sencilla se convierte abrumador, porque ella no puede dejar
de pensar en los diferentes resultados y consecuencias y no puede elegir entre
ellos.
Se trata de no tener que tomar
decisiones, aunque sólo sea por un rato. Es como ponerse una venda intelectual
en los ojos, donde la sumisa confía que su dominante la lidere a su núcleo
interior, donde ella abre y se hace vulnerable sin tener que luchar con sus
propias dudas e inseguridades. Someterse, es una manera de ni siquiera ser
capaz de desagradar, simplemente, porque a ella no se lo permiten.
La sumisión es una táctica para calmar
la mente de la sumisa. Es un vehículo para calmar el zumbido de los
pensamientos e ideas que pululan dentro de su conciencia. Eso es aquietar el
momento de la atención, el momento entre los latidos del corazón que el atleta
espera para dar el salto, el momento de claridad que la permita pasar sobre el
puente, suspendida de la incredulidad y llegar a salvo de aquí a allí.
A través de la venda intelectual de la
sumisión, su conciencia se hunde en la oscuridad de su matriz emocional y ella
encuentra partes de sí misma que son más calientes, más primarias e, incluso,
más femeninas. Someterse no es un acto femenino en sí mismo, sino el camino de
un ser femenino para conectar con el elemento femenino interior y eso es lo que
el sacarla es para muchas mujeres. Me imagino que lo mismo es, más o menos
cierto para los hombres sumisos, aunque confieso que no he pensado mucho en ese
lado de la moneda, pues estoy demasiado cautivado por el elemento femenino.
Cuando el dominante de una sumisa la
coge por la muñeca y la susurra justo en su oído, aquí es donde todo se vuelve
real. Esta es la clave para entregarse, para dejarse ir, liberar su espíritu
crítico como un globo, dejando que la mano de un niño se remonte hacia
el vacío azul. Es entonces, cuando ella se puede fundir y dejar fluir
sus emociones sobre él, cubriéndolo de todo para percibir todo. Y por un
tiempo, no pensar, sino simplemente,
ser, sentir y ser toda la hembra femenina que ella es.
Por más que la sumisión sea llevada a
través de actos y comportamientos, en el fondo, se trata de cuán profundamente
afectada ella está por él. Se trata de cómo ellos conectan y cuán fácil y
completa ella pueda estar y sentirse en
presencia de él. Se trata de crear juntos un contexto emocional en el cual ella
se sienta lo suficientemente segura y con el apoyo necesario para retirarse a
su cuerpo y ser indiferente al mundo externo. Para perder de vista todo lo
demás y centrar toda su atención hacia dentro, sobre cómo ella se ve afectada
por él.
No es una fantasía dominante
disparatada, se trata de que la sumisa se centre exclusivamente en su placer.
No, ella disfruta de que la usen, pero su atención está sobre ella. Su punto de
vista de él es través de los efectos que él tiene sobre ella. Al igual que
usted no puede ver el viento, pero sí a través del susurro de las hojas de los
árboles, ella experimenta su caricia a través de las ondas del estanque de su
conciencia y su cuerpo.
Esto es de lo que la sumisión trata. Se
trata de experimentar y sentir. Se trata de la inmersión de la sumisa en sí
misma para conectar con su centro radiante interior. No se trata de olvidarse
de sí misma o de sus necesidades o disminuirse a sí misma. ¡Cielo santo, no! Se trata de celebrar lo que ella
es y lo que ella es capaz con tanta fuerza y profundamente que no puede ser
cargada por las cosas simples, como pensar o tomar decisiones o preocuparse
hacia dónde ir desde aquí.
Se trata de ser cogida por la mano de
su dominante y dejarle que la guie, a través de las experiencias y sentimientos
muy profundos, a recorrer el camino por sí misma. Y, mientras él se centra en
liderarla, guiarla y garantizar su seguridad, ella le recompensa y conecta con
él mediante la narración de su viaje a través de sus reacciones, a través de su
responsabilidad, a través de la gracia con la que ella sigue.
Él la lidera para que ella pueda seguir
y centrarse en sus sentimientos y en todo lo que ella posiblemente experimente.
Ella delega la responsabilidad de su cuerpo y su mente en él para que su
corazón y su alma puedan tomar vuelo.
No importa cuán romántica sea la idea,
la sumisión no es un regalo. Es una expresión de una capacidad de profunda
belleza interior y la fuerza, el coraje y la voluntad de estar abierta y
vulnerable. Es una manera de conseguir un nivel sin precedentes de conexión e
intimidad con otro ser humano que no es tu opuesto, sino tu perfecto
complemento.
Y es terriblemente sexy.
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