viernes, 30 de enero de 2015

La dominación a través de la intimidación

Durante algún tiempo, has estado conversando.
Has estado conversando online durante algún tiempo. Ahora ha llegado el momento de conoceros. "¿Tienes una falda larga?" “¿Cuál es la falda más corta que tienes?” “¿Sueles salir alguna vez sin ropa interior?” “¿Sales alguna vez sin sujetador?” “¿Te rasuras?” “¿Te lo tragas?” “¿Garganta profunda?” “¿Te gusta el sexo anal?” Estas son algunas preguntas prospectivas que has oído de los dominantes. ¿Sabes cómo lo sé? Porque son las preguntas que hacen la mayoría de los dominantes antes del primer encuentro con su posible sumisa.
La mayoría de las sumisas han tenido que salir y comprar una minifalda bastante corta para la gran cita, porque no tenían una que cubriera la mitad de sus muslos o un poco más arriba. Una falda corta es algo que nunca usarías solo por el gusto de salir, pero esta noche lo harás y, además, sin ropa interior. Esta noche harás lo que te digan y no tienes ni idea ni de lo que harás.
Estás de pie ante el espejo maquillándote, todo tu cabello tiene que estar perfecto. Estás pensando en todo lo que has hablado y en lo que estás de acuerdo, cosas que son muy personales. Nunca has compartido estas cosas con nadie, pero esta vez, sí, y es diferente.
Vas con tu coche hacia un restaurante local y miras hacia abajo y tu coño es casi visible. Sin bragas, puedes sentir el sudor entre tus piernas, las palmas de tus manos están sudando, estás tan nerviosa porque esto ha sido posible por motivo de alguien, del Dominante que has estado buscando.
¿Por qué es tan importante que lleves una falda tan corta y sin bragas? Después de todo, sólo os vais a encontrar para ver si ambos tenéis complicidad. Porque tal vez, exista la posibilidad de que los dos podáis formar una relación.
Te adentras en el aparcamiento del restaurante que él ha elegido. Sales del coche y él te saluda. Tienes un nudo en el estómago. Él se presenta a sí mismo, dándote su mano y se da la vuelta y empieza a andar hacia la puerta, y tú le sigues. Una vez dentro, ambos os sentáis y ahora tu pensamiento puede oscilar sobre la manera de ponerte a sus órdenes o sobre una simple ensalada.
Le miras y sus ojos están buscando los tuyos y le preguntas cómo se siente.
“Nada. Simplemente estaba observando tu belleza,” te responde.
Estás nerviosa, interiormente te sientes nerviosa y sí, te sientes intimidada. ¿Es por culpa de este primer encuentro o porque él podría ser tu futuro Dominante?
Él habla sobre lo que espera de tí, sus reglas, su trabajo, lo ocupado que está. Pero  hace tiempo para tí. Te dirá cuándo tienes que llamar, mandarle mensajes o emails. Sus preguntas pueden ser bastante personales, sobre todo de carácter sexual. Estás pasando por un proceso de entrevista. Él pasa la mayor parte del tiempo mirándote y te preguntará lo que llevas debajo de la falda. Dices que nada,  mientras él mira por debajo y separas tus piernas un poco.
Después de la cena, ambos salís del restaurante. El Dominante te dice:
“Vamos a empezar ahora tu entrenamiento.”
Puedes permanecer en tu coche, insinuarte que le acaricies su pene, hablar o puede que quiera reservar una habitación.
La intimidación es una herramienta de gran alcance y es una estrategia que funciona, y muy bien. Tú no estás preparada o no estás pensando que podrías ser víctima en cualquier momento.
Después, es el juego de la espera. “¿Te llamará o enviará un mensaje?” “¿Le has causado buena impresión?” “¿Te estabas comportando bien?” Todas estas preguntas te las estás haciendo en tu mente.
Ahora, puedes disfrutar al vestirte, puedes tener un gusto agradable, puedes tener necesidad de mostrar tu sumisión, pero existe una manera correcta y otra incorrecta. Si fueras una mujer vainilla, ¿hubieras hecho lo mismo? Me gustaría pensar que no.
Tal vez, te guste chupar la polla o ir a un hotel en la primera cita. Si eres de esta manera y sientes que debes hacerlo, entonces, que sea así, si ello no hace que te sientas mal. La sumisión es una necesidad y, como seres humanos, estamos buscando cosas en la vida. Una de ellas sería la aceptación. La segunda, un compañero y la tercera, ser amada. Eso sí, no dejes que nadie se aproveche de ti.

4 comentarios:

  1. Leer esta entrada me ha hecho pensar en esa cantidad de supuestos Amos que hay por ahí y como sin duda, esta sería una prueba de fuego para ellos. Conquistar a la sumisa con esta técnica?? Peligroso, solo un Amo verdadero se atrevería con ello.

    Saludos

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  2. Creo que todavia quedamos algunos Amos verdaderos por este mundillo y si es así, este estilo de vida seguira ampliandose....

    Buen día

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  3. Leo y releo esta entrada y siempre me maravilla, me entusiasma. Es como un cuento de hadas en este mundo...

    Saludos

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