Él la tira hacia
abajo sobre sus rodillas y levanta su falda.
“Voy a azotarte,” le
dice.
“Sí, señor,” le
responde. “¿Qué más hay que decir?”
“Pues, ¿tú sabes por
qué voy a azotarte?”
Ella piensa. “¿Por qué
usted quiere? ¿Porque usted puede?”
“Sí,” él dice. “Pero,
también, porque voy a hacerte una mujer mejor”
Ella piensa sobre esto.
“¿No soy buena ya?” Él está acariciando su trasero suavemente. Es
tranquilizador.
“Y contra más te
azote,” le dice, “llegarás a ser una mujer mejor.”
Ella sigue pensando, mientras él continua
acariciando sus nalgas. Ahora, tira de sus bragas hacia abajo. Su mano la
siente contra su trasero desnudo, pero también el hormigueo interior de la
anticipación.
“¿Hay partes concretas que usted esté buscando
mejorar, señor?” le pregunta.
Él considera cuidadosamente su tono exacto de
voz. ¿Existe, aunque sólo sea débilmente, una sospecha de descaro? De repente, deja
caer con fuerza su mano contra su nalga derecha. Ella chilla. Hay una breve
pausa, luego, la otra nalga recibe el mismo tratamiento.
“Lo que espero,” le dice, “es que purgues,
incluso, el más mínimo rastro de bravuconería, nerviosismo e insolencia.”
Él empieza a azotarla con fuerza. Izquierda,
derecha, izquierda, derecha. Luego, hace una pausa. “¿Ha quedado claro, señora?”
Él pregunta.
“Sí, señor,” ella contesta casi sin aliento.
Él reanuda los azotes hablando de los fuertes
ruido y los gemidos ocasionales. “Por el momento, he terminado y esto va a
llevar un buen rato. Voy a esperar que tus modales sean perfectos y tu actitud
libre de culpa.”
Él la azota más fuerte,
y aún más fuerte.
“¿Lo estoy consiguiendo
en tí?” él pregunta.
“Sí, señor,” responde
una voz débil y temblorosa. Ella le pregunta cuánto tiempo más antes de que cambie
a su cinturón para azotarla.
Tan sencillo y tan pleno de emoción!
ResponderEliminarComo siempre tan amable y seguidora,
EliminarBuen día...