viernes, 16 de enero de 2015

La lucha interior: Luchar o volar

“Cuando algo nos asusta, nuestra primera reacción es correr muy rápido en la dirección opuesta. La segunda respuesta es, en realidad, mucho más difícil. Es estar en el lugar donde se ignoran todos los instintos y, en vez de correr, lo suyo es quedarse y luchar.”
Ella se encontró con esta frase y le encantó. Se sentía justo como una sumisa demuestra lo que es. Ser como una sumisa que le gusta ser presionada y tener un dominante que disfruta presionándola, incluso, más de lo que ella quiere. Este tema era una lucha perenne y constante en su cabeza. Cuando él hacía una declaración, asustaba a su sumisa y hacía que su mente decidiera salir corriendo. Pero, bajo su sumisión, ella ignora a sus instintos y sigue su liderazgo.
Desde siempre, ella sabía que le gustaba el miedo y que la presionaran sus límites. Hasta que llegó su Dominante, no supo hasta qué extremo.
El vuelo: Arrodillada en el suelo, su cara sobre una almohada y las manos atadas a su espalda. Así es como empieza su vuelo, oyendo su voz y tratando de escuchar lo que él podría optar por usar. Preguntándose cuán duro es arrancar. Preguntándose a sí misma: “¿Por qué hago esto?” Sentir su primer cachete no es tan malo. Contar cada uno, cuando cada uno es más y más fuerte. Esto le produce miedo, y le duele. Su cuerpo alejándose, ella corriendo. Al oír su voz, siente el tirón de las pinzas. De vuelta al sitio. Llora, ruega, cuenta y muerde la almohada. Este es su vuelo.
La lucha: “Soy toda suya,” se dice a sí misma. Le da lo que él necesita y ella también necesita. Cuando ella empieza a moverse, su voz y el tirón la traen de vuelta. Esto es lo que ella quiere. El dolor se convierte en placer. Su llanto es una liberación. El pedir, una alegría para el oído de ella. Permanece en esa posición, porque ella quiere. Todos los instintos idos, sintiendo sólo el miedo en vez del placer. Ella hace esto porque es lo que es y porque quiere. Ella pertenece a esto. La confianza y el cuidado que él la ha prodigado le permiten dejarse llevar. Ella está de rodillas en el suelo, la cara en la almohada y las manos atadas a su espalda. Contando cada azote, gritando y amando la lucha.
Al final, ella se siente muy afortunada por haber encontrado a alguien en quien poder confiar lo suficiente en su sumisión y no saber cómo inyectarle el miedo, pero ella también confía lo suficiente para que la lucha se acabe. Por lo tanto, podemos jugar con el miedo y el placer que produce.

2 comentarios:

  1. Soberbio. Realmente quisiera volar...... de esa forma y solo asi

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  2. Gracias, Anónimo... para volar, sólo es tener un Dominante que te propulse la energía suficiente para despegar...y volar...

    Feliz día

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