Una seguidora me
escribió recientemente: “Al estar en el
otro extremo del espectro la mayor parte del
tiempo y debido a que mi dominante me dice que tengo tendencias sádicas,
tengo curiosidad por saber cómo funciona la mente del sádico. No me gusta hacer
daño a nadie. Pero, me pregunto si me gustaría disfrutar de ello al saber que
estaba dando placer a alguien. Sobre todo, creo que conseguiría más placer
recibiendo, si supiera comprender el placer que le da a quien lo inflige. ¿Me
podría decir usted algo al respecto?”
Antes de todo, usted
es humana. No le haría daño a un animal, pero disfruta infligiendo dolor a una
persona voluntariosa y, aún mejor, suplicante, por lo que mucho de su placer
procede de compartirlo con otra persona.
Y, sin embargo, ¿las
imágenes de dolor le excitan y, con toda seguridad, le han excitado desde una
edad temprana, mucho antes de que supiera compartir el placer? Si mira las imágenes,
¿puede conseguir que la excitación se revuelva en su estómago como si la
adrenalina golpeara? ¿Y podría esa excitación asemejarse a esa emoción
fascinante de energía interior? Por supuesto, lo visual tiene mucho efecto en
nuestra psique. Pero, ¿qué pasa con los sonidos, los gritos y los gemidos? ¿Qué
pasa con los olores? ¿Qué hay del tacto? ¿Qué pasa con el efecto eléctrico de
la atracción y la excitación?
El impulso
inconsciente que nos hace querer arrancarle las ropas, hundir la propia
excitación en otra carne que está brillante o engullir la suya en la de la otra
persona, es la energía. Y sin embargo, a menudo, esa energía está controlada y
restringida, ya que no somos animales cuando, en realidad, lo somos. Por lo
tanto, cuando damos rienda suelta al animal dentro de nosotros, prosperamos en
la felicidad instintiva y pura y cuando sentimos la bestia en la otra parte y
confiamos que estamos seguros, lo queremos todo, queremos la libertad y la
necesitamos.
Asociaciones,
factores, reacciones, experiencia, historia, herencia genética, éxtasis…todo en
las diferentes maneras que crean los sentidos y la mente, percibimos la belleza
en evolución y los genes. De acuerdo. Y ¿qué pasa con la belleza que trasluce
desde el alma? El campo de energía que atrae a la gente entre sí…
El poder de la
energía percibida dentro de nuestra mente cuando nos acercamos a un
entendimiento con nuestro ser inferior, produce un entusiasmo que despierta la
mente y los sentidos y es tan similar a cuando una sumisa escoge el dolor o el
placer en un ambiente sexual. Contener esta excitación, esta energía, sólo
conduciría a la frustración y depresión y más, puesto que encontrar una salida
para dicha excitación es una necesidad primaria. El fútbol, gritar, azotar a la
pareja de uno, la meditación, el canto, la pesca, escribir, crear… por nombrar
unas pocas cosas que vienen a mi mente. Pero, principalmente, liberar la
energía, consciente o subconscientemente. Así pues, ¿qué tal un ajuste
consensual que nos permita dar rienda suelta a todo el flujo de esa energía? La
complementariedad natural del dominante
y la sumisa sería, por tanto, permitir a ambas partes dar rienda suelta a esta
fuerza interior y ponerla en buen uso.
Uno, blandiendo la
fusta y la otra, recibiendo los golpes, estarían compartiendo el mismo flujo de
energía y ambos conseguir la satisfacción de la misma.
En una relación de
Amo y sumisa, la fuerza sería incluso más intensa a medida que la energía de la
unión es aún más fuerte y en el desencadenamiento, se multiplicaría su fuerza
en una magnitud cada vez mayor. El hecho es que una parte está “sádicamente”
liberando su energía y la otra parte, abriéndose sumisamente hasta que sea sólo
el Yin y el Yang del intercambio de energía.
Es cierto... esa sensación de energía cuando dos personas se atraen, lo invade todo. Y nace del alma.
ResponderEliminarEs como volar.
rarita