lunes, 16 de noviembre de 2015

Amordazada

La mujer de la melena castaña tenía puesta una mordaza de bola en su boca, de color roja con una correa negra. Al principio, la correa estaba lo suficientemente apretada. Por lo tanto, al estar con abrochada con firmeza, rellena su boca. No pasará mucho tiempo antes de que ella empiece a babear. Hablo con ella. Sé que es mi parte sádica. Ella no puede responder a ninguna de mis preguntas, solo hacer ruido murmurando. Puedo decir lo humillante que es para ella, y esto me gusta.
El babeo continúa. Eso también es humillante. Es como si ella fuera de nuevo un bebé. Sin palabras, reducida a la incoherencia, babeando por la boca. La saliva gotea por la parte inferior de la bola roja. Supongo que ella también se siente como un objeto, un juguete sexual. Tal vez, existiendo solo para jugar con ella, dado que no tiene voz propia. Cuando no podemos hablar, sentimos que nuestra identidad ha sido quitada, no tenemos sentido de nosotros mismos, ya que si no podemos expresar nuestro yo, ¿dónde está?
En realidad, la mordaza dilata la boca abierta. No es doloroso, sino un poco incómodo. No es que no pueda olvidar que la lleva puesta. Me gusta mucho ver cómo la lleva y hago que la mantenga durante mucho tiempo. Cuando, por fin, permito que se la quite, ella pone su mano en la mandíbula para frotarla con suavidad. Le hago una pregunta. No entiendo su respuesta. Le pregunto de nuevo. Nada más que una mirada. A pesar de que sea eliminado el elemento físico para hablar, ella no puede hablar. Se ha ido al subespacio en el mismo momento que se quitó la mordaza. No me esperaba esto. Estoy fascinado. No puedo esperar a volver a hacerlo.

1 comentario:

  1. Seguro que debe ser una experiencia maravillosa.Muy buen relato,le felicito.

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