Ella enterró su cara en la almohada mientras el cinturón se envolvía alrededor de sus muslos. Una y otra vez, el cuero duro y frío crujía sobre su carne tierna. Su llanto cada vez más abundante se ahogaba dentro de la almohada.
Una pausa en el ritmo le da un momento para recuperar su aliento. Ella le mira por encima del hombro. El cinturón está enrollado alrededor de su puño. La cola de cuero cuelga ahora flácida a su costado, pero su falo está orgulloso y duro. Sus ojos viajan por el cuerpo de él. El rostro de ella enrojecido y manchado de lágrimas, mirándole ahora, parece sacudirse para una vuelta a la acción, e instantáneamente está sobre ella.
Arrastrándola por su cabello, más arriba de la cama, la empuja con fuerza hacia abajo y usa sus piernas para separar sus muslos. Sin dudar, cubre el cuerpo de ella con el suyo y empuja su polla profundamente en su coño.
“¡Ahhh! Estás tan mojada. Parece que todo está listo para mí.” Y cuando empiezas a follarla, dices: “Ahora será mejor que te corras en mi polla, perra sucia. Me lo vas a poner bien y húmedo para que pueda coger tu trasero a continuación.”
Todo lo que él escucha en respuesta, es un gemido, pero en su polla puede sentir que su coño comienza a apretarse y latir…
“Eso es perra, ven ahora para mí,” le gruñe.
Durante un momento, él hace una pausa con su verga enterrada dentro de ella y saborea la sensación de su coño apretando y bailando a su alrededor. Pero, cuando su orgasmo empieza a disminuir, deja que su polla se deslice desde el interior. mientras sus manos agarran las nalgas de ella, ésta recuerda el cinturón, la carne tierna magullada, clamando debajo de sus dedos. Cuando siente el glande de su pene presionando contra su trasero, ella empieza a pelear y luchar. Por un momento, ella se asusta, su trasero está apretado y sin usar. Han pasado cuatro largos meses desde que la cogió. Ella se agita y le llama.
“¡No!” Ella gruñe: “Así, no.”
Pero, él la ignora, con una mano en la parte posterior de su cuello, la agarra con fuerza contra la cama, mientras presiona su polla dura en su trasero. Ella se agita y lucha debajo de él, pero su lucha no es rival para su mayor fuerza y determinación, y continúa presionándola hasta que eventualmente la llena. Presionando con todo el peso de su cuerpo sobre el de ella, folla lenta, pero con firmeza su culo. La humedad de su coño ha proporcionado la lubricación suficiente para que la cogiera con una facilidad relativa, y todo lo que ella puede hacer, es rendirse a él y pronto su lucha se convierte en complicidad, y más tarde una puta necesidad de más. Ella arquea su espalda instintivamente dándole la bienvenida. Sus dedos agarran las sábanas y sus gruñidos se convierten en gemidos cuando su coño empieza de nueva a palpitar.
“Esta es mi nina sucia, múestrame cuánto quieres de esto,” le susurra al oído.
“Voy a llenarte mi culo con mi semen, y luego, a desconectarte. No habrás olvidado mis planes para hoy, ¿verdad?”
Es en ese momento, cuando su orgasmo estalla. Ella sabe que debe responder, pero las palabras están ahora mucho más allá de ella. A medida que su trasero se aprieta alrededor de su polla, él explota dentro enterrándose en su culo caliente y llenándola con su semen.
Alcanzando la mesita de noche, él urga y encuentra el dildo. Lentamente, deja que su polla se deslice hacia fuera y luego la reemplaza con el dildo frío y duro. Ella, tumbada boca abajo sobre la cama, sin aliento por lo que acaba de pasar. De pié, al lado de la cama, la mira momentáneamente. Su puta usada, tendida ante él, sus marcas en el trasero. Ella suspira con satisfacción y luego, él baja su mano bruscamente sobre su culo todavía dolorido.
“Vamos, puta, no sigas acostada. Levántate y vístete. Nos vamos por ahí…”