domingo, 25 de noviembre de 2012

Ser observada


Cuando los lectores me escriben preguntándome, si las escenas o sesiones descritas en este blog son descripciones de hechos reales, no doy una respuesta directa porque no sólo hay una respuesta. Todas tienen alguna relación con la realidad. Si todas me han ocurrido tal como son descritas, no es algo que yo quiera afirmar o dejar claro, porque este blog no es bajo ningún sentido una autobiografía (como si todas las autobiografías dijeran siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad). Y, como se dicen en las reseñas de muchas novelas o autobiografías, los escasos nombres que figuran en mi blog, han sido cambiados para proteger la identidad de las protagonistas, aunque ellas saben bien quienes son.

Sin embargo, iré tan lejos como para describir la breve sesión que sigue, la cual no es algo que yo haya protagonizado en la realidad. Es algo que pudiera hacer en el futuro. Y, si la realizo o cuando la haga, bueno, ya la habrás leído aquí primero.

Los encuentro en Internet. Intercambiamos emails, un poco de chat. Él dice que quiere verla con otro hombre. Él no quiere participar, sólo ver cómo es dominada y usada. Pido hablar con ella aparte. Quiero asegurarme de que ella está de acuerdo con esto.

Cuando llegan juntos, a él, lo acomodo en una silla situada en el rincón de la habitación. A ella, la cojo de la mano para que se siente conmigo en el sofá. La beso y pongo mi mano en su falda, de alguna manera, sólo para sentir la suavidad interior de su muslo. Luego, de cara a él, desabrocho su blusa y se la quito. Desengancho su sujetador y también se lo quito. Ella está mirándole, lo mismo que yo. Sus ojos parpadean mirándonos fija y nerviosamente. Acaricio sus pechos, pellizco sus pezones, lo suficientemente fuerte como para cortarle el aliento.

Le digo que se ponga de pie delante de mí. La ordeno que se despoje de su falda. Se la saca por los pies y la pone a un lado. Pongo mi mano entre sus piernas acariciando sus bragas. Ella está de espalda a él y no puede ver apenas nada de donde él está sentado.

“Dile lo que te estoy haciendo,” la digo. “Descríbeselo con exactitud.”

“Me está tocando entre las piernas,” dice ella. “Está tocando la seda de mis bragas.”

“Sigue hablando,” digo.

Ahora ha puesto su mano dentro de mi ropa interior,” dice ella. “Está tocando mi coño. Lo está apretando y tirando un poco de mis labios.”

“¿Ahora, qué?” pregunto.

“Ha puesto su dedo dentro de mí,” dice. “Es algo que está entrando y saliendo de mí.”

“Dile si te gusta,” le digo.

“Sí,” dice ella. “Me gusta muchísimo.”

Saco mis manos. La digo que me desnude. Ella me quita mis ropas y la dobla con cuidado, poniéndolas en el filo del sofá. Le digo que se arrodille a mi lado en el borde del sofá. Que chupe mi polla para que él pueda ver lo que hace. Deslizo sus bragas hacia abajo  para que esté desnuda y acaricio su culo  mientras ella está haciendo esto. Al rato, la pongo de pie y hago que se eche sobre mis piernas para que ambos estemos frente a él.

Pongo mi pene contra ella. Separo sus piernas para que él pueda ver.

“Dile cómo lo notas,” digo

“Me está follando,” dice ella. “Todo su pene está dentro de mí. Me gusta. Realmente, muy bueno. Está grueso y duro, justo como me gusta.”

Dile algo más,” le digo.

No puedo ver la expresión de su cara. Pero, su voz suena ronca.

“Es hermoso,” dice ella. “Quiero seguir así siempre. Mi coño está ávido de su polla.”

La follo algo más, bien y despacio. Él observa con gran atención. Es difícil leer la expresión de su cara. Es una simpleza decir que él lo está disfrutando.

“Ahora, voy a penetrarla por el culo,” digo. “Sé que ella lo desea.”

La lubrico bien. Ella ajusta su posición y mi pene entra en su ano.

“Deseo esto mucho,” le dice ella a él. “Me gusta que estés viendo como estoy siendo enculada. Su polla está muy grande y gruesa. Soy su culo de puta, ¿no te parece?”

Me corro en su culo. Luego, con mi mano, la ayudo a que se corra también. Ella es bastante ruidosa cuando orgasma. Le susurro al oído. Se levanta y su cruza con él. Ella se sienta en su regazo, pone su brazo alrededor de su cuello y lo besa. Ella dice algo que no puedo escuchar y él sonríe. Me pregunto si ella se dejará follar más tarde por él.

6 comentarios:

  1. Y si la sumisa descubre que el desconocido le ha dado mucho más placer que el que le da su amo. Juego peligroso ¿no?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin lugar a duda, una situación muy embarazosa. Sería como ir por lana y salir traquilado...

      Eliminar
  2. mm interesante..Para mí ya te ha pasado esto de verdad.

    ResponderEliminar
  3. Ya lo comento en mi blog. Puedo hablar del pecado, pero no del pecador...

    Hay demasiados elucubraciones mentales que no señalan nadie y sí señalan y a la inversa...

    ResponderEliminar
  4. Es una fantasía que pone a prueba muchos sentimientos o nuestra educación.
    Siendo la situación como relatas ella no sólo ha de ser sumisa sino sumisa activa(por lo de ir relatando) para mi eso sería doble sumisa y tiene que ser así porque en realidad está obedeciendo a dos dominantes.
    Interesante y valiente entrada.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. ohma, te felicito porque has captado al pie de la letra el sentido de mi blog. No tiene otro más que el ser ella una sumisa dual...

    Enhorabuena

    ResponderEliminar