sábado, 20 de julio de 2013

Las mujeres que he conocido

A lo largo de mi vida, he conocido a unas pocas de mujeres.

Conocí a una mujer, una sumisa muy especial y maravillosa, que sentía tan íntimamente la necesidad de servir, que lloraba con lágrimas de remordimiento al ver que no podía.

Conocí a una mujer que, en el otro extremo de un teléfono, abusaba de su cuerpo para mi placer, hasta gritaba de dolor y frustración, esperando mi consentimiento para correrse.

He conocido a una mujer que olfateaba mis zapatos para poderse correrse. Para ella, era difícil hacerlo por sí misma. Yo ni siquiera tenía que estar presente. El mero hecho de tener mis zapatos a su alcance era suficiente para ella.

He conocido a mujeres que estaban tan aterrorizadas por su profundo deseo de someterse que actuaban deshonestamente. Más tarde, algunas de ellas me pidieron ser castigadas para poder ser perdonadas.

He conocido a mujeres que solamente podían ser provocadas por mí.

He conocido otras mujeres que solamente se abrirían de piernas para unas personas en concreto.

He conocido otras mujeres que solamente se abrirían de piernas para algunas personas, si ellas supieran que eso me agradaba. Especialmente, si yo estuviera presente.

He conocido a mujeres que han sometido sus cuerpos a mi placer, sabiendo que les iba a doler, pero dispuestas a aceptar el sufrimiento, puesto que podían ser complacidas. Pero, ellas necesitaban saber que yo no estaba considerando, en lo más mínimo, sus sentimientos, cuando las usaba de esta manera.

He conocido a mujeres que se convertían en las putas más bajas, llegando a sorprenderse ellas mismas por la intensidad de sus deseos, el calor de su fuego, la terrible picazón en su entrepierna que solamente una verga podía satisfacerlas. Mujeres que, para los ojos de los demás, eran todas unas señoras en su apariencia externa, convirtiéndose cuando gemían en bestias sexuales, creaturas carnales perdidas en un rapto erótico, dispuestas a hacer cualquier cosa, absolutamente todo. Dispuestas, prometiendo, suplicando hacer cosas que solían parecerles repugnantes y viles. Lamiendo y chupando de una manera propia de una estrella del porno.

He visto a mujeres revelar su deseo oscuro por el dolor. No sólo para ser azotada con una fusta, un látigo o con la mano. Cada mujer que he conocido tenía un antojo incontrolable por esas cosas. Pero, había otras mujeres, un porcentaje más pequeño, que tenían otras fantasías, otros escenarios, donde se les quitaba el consentimiento, donde no había palabra de seguridad, ni límites. Terribles y profundas fantasías por la tortura, la mutilación y el sufrimiento. Estas mujeres que eran, de alguna manera, sensatas y racionales, me pidieron dar rienda suelta a mi bestia interior y azotarlas con mi cinturón.

He tenido mujeres rogándome ser humilladas por necesidad. Para ser envilecidas, degradadas, objetificadas y luego atormentadas. Ponerlas en el fango y manipularlas como si fueran animales. Sin mostrarles ninguna consideración. Mujeres con una autoestima muy alta y un carácter fuerte, dispuestas a expresar una gratitud eterna por usar su boca como mi aseo personal.

Y las cuerdas, cuántas de ellas las han deseado y ansiado. Creo que todas han deseado ser atadas.

He conocido a una mujer, una mujer profesional de éxito, de mediana edad, una de las mujeres más ricas que he conocido en mi vida, que siempre estaba al cargo de todo lo que la rodeaba, diciéndome que la única vez que realmente se sentía ella misma, era cuando estaba de rodillas delante de mí, lista para servirme de placer. Ella haría cualquier cosa y todo lo que yo la pidiera.

He conocido a otra mujer, que me ha prometido su esclavitud. Los dos éramos adultos y muy conscientes de que esto no es una cosa legal, pero, de todas formas, es bastante significativo, tanto para las buenas como para las malas, ella era mi esclava y yo, su Dueño.  En un principio, la trataba muy bien, pero algunas veces, no. Ella no tenía opciones. Era esclava.

Admiro y respeto a todas estas mujeres. No pretendo tener una comprensión integral del por qué estas cosas suceden. Por qué y cómo las provoco. Algunas de ellas, nunca las he conocido en persona. Otras, rara vez, me las he encontrado. A otras, fui capaz de provocarlas, incluso, antes de que oyeran el tono de mi voz.

Sé con certeza que en el resto del mundo, hay muchas otras que son como estas mujeres que he tenido el privilegio de conocer. Así pues, mientras considero que todas y cada una de ellas son únicas, también sé que ellas comparten una hermandad común con tantas otras mujeres. Lo cual significa que, existen otros colegas por ahí, como yo, que parecen tener este efecto sobre ciertas mujeres.

Es algo extraño y desconcertante. He tenido mis teorías, algunas de ellas, las he escrito  en mi blog. Pero, en realidad, todo es teoría y fantasía.

Afortunadamente, no tengo que comprenderlas para poder disfrutarlas.

2 comentarios:

  1. Diferentes mujeres, diferentes vidas y diferentes personalidades y un solo objetivo, complacerle a usted, Señor!!

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  2. Diferentes mujeres en tu vida, supiste lo que cada una necesitaba y deseaba y terminas diciendo.
    "Afortunadamente, no tengo que comprenderlas para poder disfrutarlas."

    Yo creo que en el fondo si lo hiciste, cuando comprendes lo que quieren y se los entregas, ¿acaso eso no es comprender?

    Mis besos Caballero

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