He
estado leyendo un libro titulado “La defensa del masoquismo,” de Anita
Phillips. O releyéndolo, porque lo leí cuando se publicó hace muy pocos años.
Es un trabajo muy interesante, lleno de ideas e intelectualmente muy agradable.
El caso básico que Phillips expone es que la masoquista no es una víctima, sino
una persona que busca llevar a su pareja hacia su visión del erotismo para
impregnar su imaginación. Por lo general, en su opinión, es la masoquista quien
inicia la actividad masoquista y trata de hacerla atractiva a su pareja.
Phillips
tiene una visión muy positiva del masoquismo. Argumenta que las mujeres (por
supuesto, también hay hombres masoquistas) que son más atraídas por el
masoquismo, son aquellas que han conseguido, en gran medida, su autoafirmación
en el mundo real. Mujeres que tienen éxito, que lo han conseguido, que han
vuelto al masoquismo para volver a promulgar la humillación y la sumisión que
ellas ya no están obligadas a soportar, pero que les recuerda a sí mismas de
las realidades de la situación de las mujeres en el mundo real.
Sin
duda y, de acuerdo con mi experiencia, las mujeres que son más sumisas son las
que frecuentemente son más asertivas en sus vidas diarias, confidentes y
exitosas en su trabajo y en otros papeles. También, es cierto, que hay mujeres
que son menos sumisas y modestas y que también anhelan ser dominadas. Creo que
yo no las he encontrado porque no me siento atraído por ellas.
He
discrepado algo con shy con respecto a sobre si ella es o no es masoquista. Lo
que es cierto, es que ella se siente excitada cuando le digo que la voy a
infligir un cierto dolor, como por ejemplo, ponerle unas pinzas de madera para
la ropa en sus pezones. Normalmente, ella disfruta al amedrentarse por sí misma
con sólo pensar que la puedo azotar con la cane cuando la llame, lo cual digo
que puede ser en breve. Pero, sostiene que una masoquista es alguien que anhela
el dolor por su propio gusto. Su postura es que quiere recibirlo porque lo
disfruto cuando se lo inflijo y que su placer real procede, no del dolor en sí
mismo, sino de saber lo mucho que disfruto. Es porque es sumisa a mí y quiere
hacer lo que yo quiero, que ella sufra dolor.
No
estoy seguro de estar de acuerdo con esto. Más de una vez, he tenido la
sensación de que ella está tratando de que yo le haga cosas o me espera para
que se las haga con más dureza o durante más tiempo. Por supuesto, que podría
responder, sí, esto es porque sé que ella lo disfrutará más. Todavía tengo la
sensación de que la dinámica viene, al menos, en parte de su propio disfrute
del dolor. Acepto que, en general, es su deseo de agradar lo que motiva su
disposición a soportarlo. Aunque, no creo que esto sea todo.
Algunos
podrían decir que esto suena sospechosamente, puesto que el sujeto superior
depende del sujeto inferior – en este caso, el dominante de la sumisa - y, a su vez, porque la visión de Phillips de
las masoquistas, como provocadoras, es un ejemplo clásico de este síndrome.
Personalmente, no me importa si es o no es. Cualquier dominante con experiencia
sabe que esto pasa siempre, que la sumisa nunca es meramente pasiva, que ella
está siempre comprometida en una interacción de doble dirección. Si, en alguna
ocasión, shy parece estar incitándome, ¿quién soy yo para quejarme?
Una
de las razones por las que Phillips es tan positiva sobre el masoquismo, es que
lo ve esencialmente involucrado en una relación. El masoquismo no es algo que
practique por sí misma. Ella puede tener fantasías de ser raptada, encarcelada
y encadenada en un calabozo solitario. Pero, su captor es siempre consciente de
ella, su soledad es solo una imposición temporal y pronto volverá a imponer
nuevos dolores. El masoquismo puede ser creativo y profundamente satisfactorio,
porque siempre hay una conexión con otra persona, una conexión personal. La
masoquista está profundamente comprometida con la pareja que la atormenta.
Hasta
cierto punto, se trata de una cuestión de definiciones. Shy entiende el
masoquismo como una voluntad inquebrantable y solitaria por el dolor. Por otra
parte, la sumisa no desea nada para sí misma, excepto la satisfacción de
agradar a su dominante. Pero, según Phillips, entiendo el término más bien como
una descripción de la mitad de una dinámica sexual en la que la pareja,
aparentemente subordinada, es tan influyente en lo que sucede como el
supuestamente más dominante.
Debo
confesar que mi parcialidad al libro de Phillips se debe, en parte, a su
conocimiento de la pesada carga que nosotros, los pobres dominantes, tenemos que
soportar y que no es, quizás, siempre apreciada, incluso por aquellas personas
que están en mejores condiciones para beneficiarse de nuestros esfuerzos. Ella
escribe: “Es una tarea difícil el conseguir una satisfacción sexual correcta –
si vas demasiado lejos, tu pareja se siente devastada y si no vas lo
suficientemente lejos, se siente defraudada. La dominación es menos popular de
lo que generalmente se piensa – conlleva muchas responsabilidades.” He bocetado
este tema a la atención de shy…
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