Mirando al vacío a través de la ventana de mi
despacho, hermosos pensamientos se anidan en mi cabeza y voy a intentar
transformarlos en palabras, frases y oraciones para que no se me olviden.
Tratan de aprender a entregarse y amar a alguien y
de las etapas por las que la sumisa tiene que pasar y cómo la D/s complica el
proceso. Cuando una mujer es una chica joven, piensa que su madre es perfecta.
Cualquier desaire que la madre le pueda hacer a esa chica es un “asalto”
calculado contra ella y, generalmente, lo recibe con indignación. “¿Cómo su
madre puede hacerle eso a ella?” Se suele preguntar. Cuando esa chica se hace
mayor, se da cuenta que es una joven inexperta e imperfecta, incluso, a lo
largo de toda su juventud. Su madre hacía lo que sabía, trabajaba con lo que
tenía y cometía errores por todas partes.
Cuando una sumisa acepta a alguien como su
Dominante o Amo, le da un estatus divino, no muy diferente al de un padre. Ve a
otro ser humano gobernando su vida, tomando decisiones por ella. Y, cuando mira
a esa persona, sabiendo el poder que tiene, asume con facilidad que es
perfecto. Después de todo, él es perfectamente hermoso ante sus ojos y puede
detener los movimientos de su corazón con un mínimo gesto y la inspirará con
una sola palabra. Sabe que él es mágico. Y parece que todo lo que hace, ya sea
benévolo o malévolo, lo hace intencionadamente.
Para ella, es hasta incómodo pensar en la
humanidad de un Dominante. Y creo que esto se debe porque está dando su vida a
alguien y aceptar el hecho de que pudiera arruinarlo, podría ser absolutamente
aterrador. Para ella, es tan fascinante pensar en las palabras del Dominante o Amo con el mismo aliento
reverencial con que se piensa en las palabras “Dios Todopoderoso.” Dios nunca
dice: “¡Oh! Entrégate a una deidad y nada malo te sucederá”
Excepto que pueda suceder. El Dominante es humano
y también fastidia. Algunas veces, mucho. Y cuando, la sumisa tiene muy cerca
las cosas, tiene que enfrentarte al hecho de que se ha entregado a un ser
imperfecto. Éste ser no es una deidad. Éste ser sólo es un hombre. De repente, los defectos
son enormes. “¿Cómo puede ser esto? Pero, si yo pensaba…” y así, todas las
ilusiones empiezan a caerse. Creo que muchas relaciones de la D/s terminan
aquí, precisamente, por esta razón. ¿Sabes una cosa? El mago es solamente un
pequeño hombre detrás de una cortina, en absoluto, es un ser hermoso. Todo esto
hace que esa “deidad” sea pura basura. “¿Quién demonio es esta persona y dónde
se fue mi Dominante?” Bienvenida a la realidad.
Pero, existe otra capa. Y aquí es donde realmente se
pone interesante. Incluso, al final de la madriguera de un conejo, más allá de
la imperfección, más allá de los defectos y la humanidad… algunas veces, la
deidad todavía existe. Creo que la verdadera magia llega cuando la sumisa abre
sus ojos, ve las perfecciones evidentes en la persona a quien le ha entregado
su vida y opta por dársela de nuevo. Cuando se enfrenta al hecho de que él es,
después de todo, sólo una persona y le da cabida en sus percepciones de que
está lleno de defectos y también molesta, le perdona los errores cometidos y
todavía sigue andando hacia adelante con él, con el corazón en la mano y
diciendo: “Aquí está mi vida, perfecciónala.” Sin embargo, “aquí está mi vida,
hazla mejor. Espero que yo pueda hacerte feliz. Sé que no hay garantías. Esto
puede terminar mal. Pero, veo tantas cosas positivas en ti, que estoy dispuesta
a asumir el riesgo.”
Y, de pronto, él es hermoso de nuevo. No
perfectamente hermoso, sino imperfectamente hermoso. Y, de alguna manera, esto
es incluso mejor, porque al ser imperfecto, él arriesga mucho. Él está
dispuesto a correr el riesgo del fracaso, arriesgar fastidiándose, asumir la
responsabilidad de mejorar una vida, amarla y ayudarla a crecer. Es divertido
observar cómo la D/s parece que es rígida y absoluta, como el frío acero, hasta
que te acercas a ella y deshaces las ilusiones. Se parece al capullo de una
rosa. Es frágil, fácilmente magullable, pero es un milagro cuando funciona.
Cuando ella puede mirarle, ve los errores, ve la vulnerabilidad e
imperfecciones, los acepta por lo que son y aún así, asume el riesgo y se
entrega por completo a él. Y este, la mira, ve todos los errores que ella
comete, ve también las imperfecciones en su cuerpo y mente y todavía ve que
ella está dispuesta a enfrentarse a su vulnerabilidad y a sus temores, y lo
arriesga todo, sólo para hacerla feliz.
Creo que es fácil llevar el título de Dominante o
Amo o sumisa cuando la mujer está cegada por las ilusiones. Él es fuerte e
inamovible, ella es hermosa y obediente. Él la guía sin errores y ella sirve
con gracia, sin un solo pensamiento egoísta. Todo parece perfecto… pero, su
hueco... Nadie arriesga nada. Pero, cuando acepta todas las cosas con miedo,
encara la humanidad y fragilidad de un dominante, encuentra la verdadera
nobleza en su posición. A pesar de todas estas cosas, él lo hace de todos
modos. Aún, teniendo limitaciones o pudiendo hacerla daño, él dará un paso
hacia adelante para liderarla. Creo que ahí, es donde él consigue ser bueno y
realmente potente. Una vez que ambos aceptan las imperfecciones y pasan por
encima de ellas, es donde realmente se fortalece el vínculo en algo con poder
de permanencia.
El primer error es verlo como una deidad porque no lo es, es un ser humano como todos, pero lleva algo diferente que lo hace especial, es profundo y analítico, un tanto enigmático, y siempre velará por el bienestar de la vida que se le entrega plenamente, sabe que cometerá errores, pero está allí también para aprender y corregirlos y seguir adelante, afianzando la unión y guiando a esa persona que le ha ofrecido lo más importante, su confianza y obediencia, lo hermoso de todo es ver en ambos lo perfecto de lo imperfecto y cuando se logra, siento que ya están en un nivel superior, muy por encima de todo lo mundano, se afianzan lazos, se crean nudos que se volverán eternos, unidos en cuerpo, pero más allá de eso, es la fusión de sus almas las que los hace únicos y de gran nobleza.
ResponderEliminarEn especial Ben Ali, esta reflexión me ha gustado mucho, es muy suave, armoniosa y dices mucho en un breve texto.
Un saludo Ben Ali.
Señor Ben alí, definitivamente, me encantan sus escritos, algunos me permiten soñar, y otros,como éste, me hacen escudriñar y aceptar la realidad.
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