Al ahuecar su cara
entre tus manos y ella te mira soñadora a través de sus ojos medio abiertos.
Cuando su respiración
rápida y superficial ha tomado un matiz dulce y sus labios entreabiertos están
secos porque ella se olvida de humedecerlos.
Cuando hay brasas rojas
de comprensión reflejada en sus ojos, pero el fuego está quemando su cuerpo y
su corazón.
Cuando ella se entrega
tan profundamente que usted sabe, en su mente y en su alma, que ella hará
cualquier cosa, lo que sea, por usted.
Y todo lo que tú
quieres, justo en ese momento y allí mismo, es besarla.
Y cuando puedes tenerlo
todo, cuando ella te dé todo y no haya nada que desees más que meter un dedo en
su boca para mojarlo y luego pintar sus labios para humedecerlos, cuando la
respuesta a la necesidad ardiente dentro de tí es lamer esos labios.
Cuando, ella se rinde
tan profundamente que se olvida de besar de nuevo y tú le lames sus labios y
devoras sus labios y muerdes sus labios y ella mira hacia un lado
incomprensiblemente. Cuando luchas para que tu respiración coincida con la de
ella para que puedas aspirar su dulce aliento.
Cuando la única razón
para que sus rodillas no se hallan doblado bajo ella, es que ella ha olvidado
el caerse. Cuando la única razón por la que ella sigue de pie, es que no le has
dado tu permiso para que se desmorone.
Cuando ella está
sacrificando su cuerpo sobre el altar de tu deseo y todo lo que tú tienes que
hacer es, llegar y cogerlo todo, cuando puedes ser todo lo egoísta que quieras
y la cosa más egoísta en la que puedes pensar, es besarla.
Cuando no deseas nada
más, y nada menos, que besarla. Cuando besarla es la respuesta a cada grito
ardiente en su cuerpo.
Entonces, te das cuenta
de que todo lo que creías saber sobre tí mismo y el poder de una mujer sumisa,
no vale nada.
Sencillamente impresionante.
ResponderEliminarSencillamente impresionante.
ResponderEliminarLo leí....me gustó. ..lo deguste en el recuerdo y desee volverlo a leer.
ResponderEliminarMe produce sensaciones parecidas a las de algun otro poeta frances del XIX, poetas malditos que escribian en prosa.
Lo leere otra vez, dentro de un tiempo, para que no se desgaste y pierda su magia.
Elena.