sábado, 23 de noviembre de 2013

El poder de una mujer sumisa



Al ahuecar su cara entre tus manos y ella te mira soñadora a través de sus ojos medio abiertos.

Cuando su respiración rápida y superficial ha tomado un matiz dulce y sus labios entreabiertos están secos porque ella se olvida de humedecerlos.

Cuando hay brasas rojas de comprensión reflejada en sus ojos, pero el fuego está quemando su cuerpo y su corazón.

Cuando ella se entrega tan profundamente que usted sabe, en su mente y en su alma, que ella hará cualquier cosa, lo que sea, por usted.

Y todo lo que tú quieres, justo en ese momento y allí mismo, es besarla.

Y cuando puedes tenerlo todo, cuando ella te dé todo y no haya nada que desees más que meter un dedo en su boca para mojarlo y luego pintar sus labios para humedecerlos, cuando la respuesta a la necesidad ardiente dentro de tí es lamer esos labios.

Cuando, ella se rinde tan profundamente que se olvida de besar de nuevo y tú le lames sus labios y devoras sus labios y muerdes sus labios y ella mira hacia un lado incomprensiblemente. Cuando luchas para que tu respiración coincida con la de ella para que puedas aspirar su dulce aliento.

Cuando la única razón para que sus rodillas no se hallan doblado bajo ella, es que ella ha olvidado el caerse. Cuando la única razón por la que ella sigue de pie, es que no le has dado tu permiso para que se desmorone.

Cuando ella está sacrificando su cuerpo sobre el altar de tu deseo y todo lo que tú tienes que hacer es, llegar y cogerlo todo, cuando puedes ser todo lo egoísta que quieras y la cosa más egoísta en la que puedes pensar, es besarla.

Cuando no deseas nada más, y nada menos, que besarla. Cuando besarla es la respuesta a cada grito ardiente en su cuerpo.

Entonces, te das cuenta de que todo lo que creías saber sobre tí mismo y el poder de una mujer sumisa, no vale nada.

3 comentarios:

  1. Lo leí....me gustó. ..lo deguste en el recuerdo y desee volverlo a leer.
    Me produce sensaciones parecidas a las de algun otro poeta frances del XIX, poetas malditos que escribian en prosa.
    Lo leere otra vez, dentro de un tiempo, para que no se desgaste y pierda su magia.
    Elena.

    ResponderEliminar