miércoles, 15 de enero de 2014

Atada



Él la lleva a su habitación y la desnuda a jirones. En primer lugar, le pone las esposas de cuero alrededor de sus tobillos. Están forradas interiormente y son bastante confortables, pero las cierra con correas fuertes y una hebilla de acero. Cuando están puestas, no hay manera de que se escape. También hay otro juego de esposas para sus muñecas. A continuación, sujeta los tobillos juntos con un clip de acero y, luego, pone sus muñecas detrás de su espalda y las abrocha. La coloca sobre su vientre y dobla sus piernas hacia atrás y sujeta las esposas de los tobillos a las de las muñecas con una cadena corta. Ella está completamente inmovilizada, apenas puede mover sus músculos. Finalmente, coloca una mordaza de bola en la boca de ella y la abrocha por detrás de su cabeza.

Él toma un par de fotos. Estéticamente, es una vista agradable. Una mujer desnuda y atada firmemente. Y es una buena posición para todas las cosas que él quiera hacer. Puede intervenir en ella tanto como le parezca, introducir sus dedos en su vagina o en su ano o pellizcar sus pezones. Puede tirar de su pelo o abofetear su cara. Puede poner su lengua en cualquier parte de su cuerpo. Hay un par de cosas para las que no es tan buena.

No puede azotar su culo cuando está atada de esta manera y no puede follarla bien, porque no está posicionada adecuadamente. Pero, este es el pequeño peaje que hay que pagar. Mucho tiempo para azotarla y follarla más tarde. En este momento, lo que le gusta, es saber lo que está pasando por su cabeza. Porque, no hay la menor duda, de que ella se siente totalmente vulnerable bajo su control. Tal vez, un poco preocupada por lo que él tiene en mente: quizás, ¿torturar un pezón o, tal vez, insertarle algo bastante largo y doloroso?

Lo que principalmente él tiene en mente es hacerla esperar. Dejarla absorber su propia impotencia, hacerla sentir su propia angustia. Después de un rato, empezará a sentirse incómoda. Los músculos se le pondrán rígidos, las articulaciones empezarán a dolerle. Ella querrá que él la liberte. Pero, ¿cómo va a pedírselo ella suplicando? ¿Cómo va decir ella que le gusta, que le gusta mucho si tiene su boca taponada por una mordaza de bola?

Él se sienta en un sillón y coge su libro. Esperará hasta que oiga que empieza a moverse, al tratar de ponerse más cómoda, aunque será en vano. No tardará mucho. Lee unas pocas páginas más, luego baja su libro y la ve removerse. Sus ojos están suplicantes. Ella gruñe ahogadamente. Él está sentando a su lado y se aprovecha de ella, sus manos se mueven libremente, con propiedad, intrusivamente, sobre y dentro de su cuerpo. Él se está divirtiendo desatándola parcialmente, por el momento.

2 comentarios:

  1. Sin duda un Amo ingenioso y paciente, que utiliza todos sus sentidos para disfrutar de su sumisa

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  2. Pensando en la postura de la sumisa siento angustia, pero al mismo tiempo me invade la curiosidad

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