domingo, 30 de marzo de 2014

El asesino dentro de mí

Hace unas semanas, escribí sobre el Año Bisiesto. Una película en la que una mujer encuentra a un amante para que la someta a una serie de actos sadomasoquistas que ella ansía. Pensé que la película planteaba la cuestión de si el gusto por este tipo de sexo se podría tener relación con algún trauma en la educación de la mujer. Ahora, al ver la película “El asesino dentro de mí,” sobre un policía psicópata que abusa de las mujeres golpeándolas sádicamente a patadas.

La película está dirigida por Michael Winterbotton, un director inglés que he admirado durante algún tiempo. Está basada en una obra de Jim Thompson, que escribió varias novelas de suspense con bastante éxito en la década de los 50. Casey Affleck interpreta al policía, que medio mata a una mujer con sus manos y lo consigue al golpear a otra mujer hasta ocasionarle la muerte. Una vez más, hay una sugerencia que explica que la sexualidad del personaje central está basada en una experiencia de la infancia. El padre del policía acostumbraba a azotar a su madre por placer y, una vez, ella le invitó, cuando era un niño, a que le azotara su culo  (una experiencia que puede influir en cualquier niño un poco peculiar en su vida posterior, podría uno pensar).

Los dos azotes principales de la película son llevados a cabo porque el policía necesita y tiene que involucrar a alguien más en los crímenes. Son salvajes, casi imposibles de ver. Muchos de los comentarios sobre el film se referían a la cuestión de si la representación de ese tipo de violencia contra las mujeres pudiera estar alguna vez justificada. Sin embargo, creo que hay otra cuestión. ¿Trata el film de hacer una conexión psicológica entre la violencia asesina contra las mujeres y el gusto por los azotes?

El policía no es un asesino. Él disfruta azotando el trasero de sus novias y ellas disfrutan con lo que las hace. Estos actos dejan muy claro que están consensuados. El problema es si su disfrute es visto como patológico y si existe alguna progresión natural por el placer de azotar a una chica hasta la muerte. Es una película, no un caso clínico. No se trata de argumentar nada, solo mostrar las cosas que suceden y, en todo caso, tienes que trabajar por ti mismo  para averiguar cuál es la conexión entre ellas, si existiera alguna. Pero, a pesar de que se trata de un trabajo bien hecho, me hizo darle la espalda. Una vez más, se percibe como si la gente de la D/s estuviésemos siendo demonizadas.

Tal vez, yo sea un paranoico. Aunque las minorías incomprendidas (y creo que como practicantes de la D/s, nos podemos incluir en tal categoría) somos muy aptos a sentir que estamos siendo incluidos, porque muy a menudo, lo somos. No creo que el film ofrezca respuestas claras acerca de lo que hace que los hombres se muestren interesados en la dominación sexual. Desde luego, no está diciendo que a todos los hombres que les gustan azotar a las mujeres sean asesinos potenciales. Al menos, creo que no. Pero, al mismo tiempo, como hombre que le gusta azotar a las mujeres, me hizo sentirme un poco a la defensiva.

También me dejó pensando, no por primera vez, por qué a los hombres les gustan azotar. Cuando escribí sobre el Año Bisiesto, mis lectoras tuvieron algunas cosas muy interesantes que decir sobre la relación entre algunas mujeres sumisas con sus madres. Aprendí mucho de los comentarios que me hicieron en privado. Ahora, estoy intentando pensar sobre estos temas desde mi propia posición. Desafortunadamente, observar desde mi propia experiencia, no me ayuda mucho. No puedo encontrar nada en mi infancia que explique cómo soy sexualmente. Tal vez, un freudiano diría que me estoy reprimiendo de cosas. Pero si lo estoy, nunca lo sabrás, porque están reprimidas y no estoy dispuesto a dejar que nadie hurgue en mi cabeza sobre la remota posibilidad de que haya un asesino en ella. Usted tiene que creer en mi palabra de que mi educación fue normal. (Aunque, por supuesto, si usted es un freudiano estricto creerá que lo que pasa por normalidad es bastante raro en sí mismo. Quiero decir que, el complejo de Edipo no es algo te haga sentirte realmente cómo con tu papá y mamá, ¿verdad?)

Hace algún tiempo, tuve una larga comida con una encantadora mujer que tiene su propio blog y, por cierto, con bastante éxito. Nuestra conversación fue bastante abierta y sincera, pero en cierto momento, nos hizo afrontar a lo que somos (ella es muy morbosa, aunque no voy a decir cómo). Me habló de un hombre que había sido abusado, sexual y físicamente, por su padre. Su madre, que pudiera haberle protegido y defendido, no levantó ni un dedo en su defensa, siendo ella misma esclava de su padre. El resultado fue, que cuando creció y se hizo hombre, empezó a tomarse su venganza con las mujeres, no asesinándolas, sino a través de la búsqueda de mujeres que pudiera someterlas a un dolor extremo. De esta manera, él podría castigar a su madre por su fracaso en protegerle.

Creo que esto es un caso histórico bastante convincente. Se puede ver la lógica. Pero  ni remotamente se acerca a mi propia situación, ni sospecho que a los de muchos dominantes. Supongo que si yo tuviera que pensar intensamente y llegar a algún tipo de conclusión sobre mi propio psico-maquillaje sexual, sería algo como esto. Los que nacimos en años posteriores a la guerra civil nos hicimos famosos por la represión del sexo y las emociones a la que estuvimos sometidos. Al menos, cuando yo estaba creciendo, en un mundo muy diferente al de hoy. En mi casa, no se mencionaba el sexo para nada. Y nadie levantaba la voz. Las emociones estaban presentes, pero reprimidas. No te expresabas por tí mismo, estabas abotonado. Mostrar los sentimientos era algo de la gente vulgar, o de otras nacionalidades. Absorbí esta forma de conducta y llegué a controlar mi vida sexual (tal como era en aquellos días). Ser amable con las mujeres, aunque fueras tímido. Los buenos modales eran la máxima virtud. Y, a las chicas jóvenes, no les gustaba el sexo. Por lo tanto, no podías esperar mucho.

Me llevó años darme cuenta que las mujeres eran volcanes en plena ebullición de pasión sexual, tal como yo lo era y, aún más, al ver que, tal como yo deseaba atraer a las mujeres a mi control sexual, habían mujeres que querían exactamente eso, ser controladas. Creo que mi eventual auto liberación, cuando me sentí libre para expresar lo que quería y, a su vez, aceptarlo cuando era ofrecido, fue, en cierto sentido, un proceso de liberarme en aquellos días de la represión y buenas maneras. Tal vez, no te puedas imaginar lo que en una liberación eres capaz de decirle a una mujer: “Ven aquí, inclínate, levántate la falda, etc.” Sin tener que añadir por favor, sin que me preguntaran si era demasiado echado para adelante, sin modales para entrar en ella. Ocasionalmente, me pregunto si todos los hombres que se atrevían eran dominantes. Pues, en esto, probablemente, estoy equivocado.

3 comentarios:

  1. Es la primera vez que comento en su blog, Ben Alí. Magnifico artículo. Le felicito.

    No todos los hombres pueden ser dominantes, puedo dar constancia de ellos desde mi propia experiencia personal. Durante la mayor parte de mi vida, mi sumisión ha asustado a la mayoría de los hombres, haciendo que me escondiera en la basura (para la mayor parte). Un hombre, incluso, rompió conmigo inmediatamente después de declararle que me gustaba ser controlada en la cama. Me dijo que yo no era el tipo de mujer con la que él pudiera estar. Sin embargo, no mucho tiempo después trato de que yo volviera con él. El tema es que los hombres te pedirán que te subas la falda, pero no saben lo que hacer después de eso.

    Anónima

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  2. Estaba deseando ver la película que usted comenta por la escena de los azotes, que realmente en lo único que se puede salvar de ella. Imagino que el director quiso lanzar un mensaje con esta película y no lo supimos entender. Ya al principio vi que no me iba a gustar, pero tras ver como golpea a Jessica Alba ya empecé a aborrecerla, una escena tengo que decir muy lograda pero excesivamente cruel, claro que así es en la vida real cuando alguien es golpeado con esa brutalidad, pero me dejo un mal sabor de boca espantoso, y por supuesto no podía tener un final más pésimo.
    Sobre mis gustos sexuales nunca me he planteado porque me gusta esto, se que es de nacimiento y como es algo mio, personal, con lo que no hago daño a nadie y disfruto, seguiré así, experimentando y gozándolo.
    Un saludo

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  3. Se me olvidó comentar que tampoco entiendo la sumisión de la prostituta, al principio muestra una mujer con carácter y después ni siquiera lucha por su vida. Nada que ver con una sumisa

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