martes, 9 de diciembre de 2014

Ella

Cierra sus ojos y respira, centrándose en la tarea que tiene que cumplir. Esta hermosa mujer que está de rodillas ante él, le ofrece una parte de sí misma.
Le dice con voz firme y suave lo que quiere, lo que él sabe que ella va a hacer, que no puede mantenerse por sí misma, aunque lo quisiera con toda su alma.
Sus labios tiemblan mientras empieza. Al principio, lame tímidamente, poco a poco, con suavidad. Levanta ligeramente sus ojos hacia él para comprobar si está satisfecho, si a él, le gusta.
La agarra por su larga melena y con delicadeza, masajea su cabeza por detrás, forzándola a abrir boca, tirándole más y más fuerte de su pelo, hasta sentir la asfixia en la parte posterior de su garganta.
Lágrimas, y la mira. Sus ojos amables buscando los de ella y se siente perdida hasta el momento en que él murmura con una voz profunda y rasgada que la contrae las entrañas. Cada vez, ella se siente más húmeda. Sus entrepiernas, con hilillos débiles y serpenteantes, demandando atención. Inconscientemente, aprieta sus muslos suavemente para aliviar la presión, mientras sigue succionando, lamiendo y rogando con avidez.
Crece y crece más, y más dura, y trabaja despacio y más despacio. Él la guía con sus manos y sus ojos, y la agarra por la parte posterior de su cabeza. Crece más ajustada y ella se siente como perdida para él. Siente que se resbala hacia abajo, hacia un lugar donde no hay nada, sólo él y ella. Lo que ella le da y lo que él exige de ella.
Ella siente la corriente salada de su deseo en la parte más profunda de su garganta, y el torrente de pánico, la adrenalina y el éxtasis. Sus ojos se disparan hacia él, en busca de su aprobación, que se la otorga con un gemido y una sonrisa de medio lado.

Siente su semilla en su  cara, en su pelo y se lava con ella. Superada por el regalo del servicio a un hombre que la mira y no mira hacia otro lado. Que ve la belleza en la oscuridad que había en su alma y trae la luz a sus rincones, aunque sólo sea, por un momento.

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