Cierra sus ojos y
respira, centrándose en la tarea que tiene que cumplir. Esta hermosa mujer que
está de rodillas ante él, le ofrece una parte de sí misma.
Le dice con voz firme y
suave lo que quiere, lo que él sabe que ella va a hacer, que no puede
mantenerse por sí misma, aunque lo quisiera con toda su alma.
Sus labios tiemblan
mientras empieza. Al principio, lame tímidamente, poco a poco, con suavidad.
Levanta ligeramente sus ojos hacia él para comprobar si está satisfecho, si a
él, le gusta.
La agarra por su larga
melena y con delicadeza, masajea su cabeza por detrás, forzándola a abrir boca,
tirándole más y más fuerte de su pelo, hasta sentir la asfixia en la parte
posterior de su garganta.
Lágrimas, y la mira.
Sus ojos amables buscando los de ella y se siente perdida hasta el momento en
que él murmura con una voz profunda y rasgada que la contrae las entrañas. Cada
vez, ella se siente más húmeda. Sus entrepiernas, con hilillos débiles y
serpenteantes, demandando atención. Inconscientemente, aprieta sus muslos
suavemente para aliviar la presión, mientras sigue succionando, lamiendo y
rogando con avidez.
Crece y crece más, y
más dura, y trabaja despacio y más despacio. Él la guía con sus manos y sus
ojos, y la agarra por la parte posterior de su cabeza. Crece más ajustada y
ella se siente como perdida para él. Siente que se resbala hacia abajo, hacia
un lugar donde no hay nada, sólo él y ella. Lo que ella le da y lo que él exige
de ella.
Ella siente la
corriente salada de su deseo en la parte más profunda de su garganta, y el
torrente de pánico, la adrenalina y el éxtasis. Sus ojos se disparan hacia él,
en busca de su aprobación, que se la otorga con un gemido y una sonrisa de
medio lado.
Siente su semilla en su cara, en su pelo y se lava con ella. Superada por el regalo del servicio a un hombre que la mira y no mira hacia otro lado. Que ve la belleza en la oscuridad que había en su alma y trae la luz a sus rincones, aunque sólo sea, por un momento.
Siente su semilla en su cara, en su pelo y se lava con ella. Superada por el regalo del servicio a un hombre que la mira y no mira hacia otro lado. Que ve la belleza en la oscuridad que había en su alma y trae la luz a sus rincones, aunque sólo sea, por un momento.
Me apasiona su manera de describir "ciertos momentos"
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