En
teoría, yo siempre pensaba que una mujer no podía someterse a dos Dominantes.
Sí, usted puede prestar a su chica a otro hombre. Esto es hacer un acto muy
dominante, para hacerla ver que usted es su dueño y, por lo tanto, ella está
disponible para usted, a su antojo. O, quizás, usted sea un dominante
indulgente (sí, hay algunos), y tiene una sumisa que es muy proclive a las
travesuras y, además, curiosa por saber si dos hombres son más de dos veces
mejores que uno. Y así, la configuras de una sola vez, sin compromiso. Aunque
probablemente, y después de todo, al ser dominante, desee imponer una o dos
restricciones. La primera vez que haga esto, no le permitiré que la follen.
Podría hacerla cualquier otra cosa, pero su pene no era para penetrar su coño.
Tampoco su culo, aunque él podría tenerla para succionar el contenido de su
corazón.
Pero
todo esto es un asunto muy diferente para una mujer que mantiene una relación
continúa con dos dominantes, sometiéndose a los dos Amos por igual. Porque,
inevitablemente, ¿no se colarán los celos? ¿No se entregará ella más a uno a
que a otro? ¿No querrá ella pasar más tiempo con uno y, por lo tanto, menos con
el otro? ¿No sentirá ella progresivamente que su preferencia y, tal vez,
incluso sin darse cuenta de ello, empezar a favorecer a uno más que al otro,
ser más sumisa a él e intentar de agradarle más?
Los
hombres son criaturas competitivas. Y, sin embargo, ¿no querrían cada uno de
ellos, por mucho que intentaran mantener esos sentimientos bajo control, hacer
que la chica le prefiera más que al otro? ¿Y no intentaría cada hombre, aunque
nunca tan sutilmente, dejar que el otro conociera que él era el mandamás que
ella prefería? ¿Y si sintiera que no iba a resentirse? Por lo tanto, ¿no hay
una inestabilidad inherente a tal acuerdo? ¿Es la dinámica de tal manera que
los dos dominantes no podían mantener su estado de equilibrio, ni la sumisa
quedar perfectamente aplomada entre los dos?
Sin
embargo, es posible imaginar circunstancias en las cuales ello pudiera
funcionar a pesar de los peligros obvios. Supongamos que los dos dominantes no
son tipos celosos. Supongamos que cada uno disfruta al verla compartir con el
otro, disfrutan poniendo sus cabezas juntas y soñando nuevas pruebas de sumisión
de su mutua chica, cada uno tratando de superar al otro con la chica. Pero, en
un espíritu generoso, con ideas para excitarla, animándola a una sumisión todavía
más profunda y un placer mayor para ellos en toda su expresión. Tal vez, y de
la mejor manera posible, disfrutan atacando en grupo a la chica, poniendo en
común sus recursos de tiempo, energías e ingenuidad para ayudarla a realizarse.
Tal
vez, y creo que esto ayudaría mucho, sus circunstancias difieren. Tal vez, uno
de ellos tiene a la chica como una pareja de larga duración, ellos comparten
casa y una vida. Y el otro dominante no está buscando el músculo con el que quiere
compartir sus 24/7, pero quiere su sumisión dentro de los límites ofrecidos.
Esto pudiera ayudar demasiado, cada dominante reconociendo su propia esfera y
no buscando expandirse más allá de la misma.
Y qué decir de ella? ¿Aceptará ella obedecer a
los dos por igual? ¿Nunca habrá conflictos de lealtad o desacuerdos sobre las
prioridades? Pudiera ser, pero con buena voluntad, tal vez, puedan ser
resueltos. Es más fácil ver, en cierto modo, lo que ella saca de ello. Ella no
se limita a las energías y deseos de un hombre. Ella puede recibir el doble de
la atención, si ella tiene el apetito, claro. Porque después de todo, ellos son
dos hombres diferentes, por lo tanto, ella consigue variedad al tener cada uno
su propio estilo de dominar.
Pero tal vez, hay algo más fundamental en juego para ella. He oído decir a algunas mujeres que ellas se despiertan y excitan con la idea de ser puestas a disposición de otro hombre. Esto llega al corazón de su sumisión, que su hombre las ofrezca a otro, no sólo para sexo casual, sino que le ofrece su sumisión. Ella está para que la use tal como él quiera y el compartirla le agrada. Algunas mujeres encuentran que las excita e, incluso, les da poder. A ellas, les gustan ser deseada por otros hombres, les gustan complacer a otros hombres y les gustan que su hombre quiera que otros hombres las usen para su placer. Si usted siente esto, probablemente, sea muy difícil de explicarlo. No se me ocurriría sugerir esto para todo el mundo. Es una idea que he pensado. Esto es todo.
Pero tal vez, hay algo más fundamental en juego para ella. He oído decir a algunas mujeres que ellas se despiertan y excitan con la idea de ser puestas a disposición de otro hombre. Esto llega al corazón de su sumisión, que su hombre las ofrezca a otro, no sólo para sexo casual, sino que le ofrece su sumisión. Ella está para que la use tal como él quiera y el compartirla le agrada. Algunas mujeres encuentran que las excita e, incluso, les da poder. A ellas, les gustan ser deseada por otros hombres, les gustan complacer a otros hombres y les gustan que su hombre quiera que otros hombres las usen para su placer. Si usted siente esto, probablemente, sea muy difícil de explicarlo. No se me ocurriría sugerir esto para todo el mundo. Es una idea que he pensado. Esto es todo.
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