jueves, 6 de agosto de 2015

Sadismo e intercambio de poder

Una seguidora me escribió recientemente: “Al estar en el otro extremo del espectro la mayor parte del  tiempo y debido a que mi dominante me dice que tengo tendencias sádicas, tengo curiosidad por saber cómo funciona la mente del sádico. No me gusta hacer daño a nadie. Pero, me pregunto si me gustaría disfrutar de ello al saber que estaba dando placer a alguien. Sobre todo, creo que conseguiría más placer recibiendo, si supiera comprender el placer que le da a quien lo inflige. ¿Me podría decir usted algo al respecto?”
Antes de todo, usted es humana. No le haría daño a un animal, pero disfruta infligiendo dolor a una persona voluntariosa y, aún mejor, suplicante, por lo que mucho de su placer procede de compartirlo con otra persona.
Y, sin embargo, ¿las imágenes de dolor le excitan y, con toda seguridad, le han excitado desde una edad temprana, mucho antes de que supiera compartir el placer? Si mira las imágenes, ¿puede conseguir que la excitación se revuelva en su estómago como si la adrenalina golpeara? ¿Y podría esa excitación asemejarse a esa emoción fascinante de energía interior? Por supuesto, lo visual tiene mucho efecto en nuestra psique. Pero, ¿qué pasa con los sonidos, los gritos y los gemidos? ¿Qué pasa con los olores? ¿Qué hay del tacto? ¿Qué pasa con el efecto eléctrico de la atracción y la excitación?
El impulso inconsciente que nos hace querer arrancarle las ropas, hundir la propia excitación en otra carne que está brillante o engullir la suya en la de la otra persona, es la energía. Y sin embargo, a menudo, esa energía está controlada y restringida, ya que no somos animales cuando, en realidad, lo somos. Por lo tanto, cuando damos rienda suelta al animal dentro de nosotros, prosperamos en la felicidad instintiva y pura y cuando sentimos la bestia en la otra parte y confiamos que estamos seguros, lo queremos todo, queremos la libertad y la necesitamos.
Asociaciones, factores, reacciones, experiencia, historia, herencia genética, éxtasis…todo en las diferentes maneras que crean los sentidos y la mente, percibimos la belleza en evolución y los genes. De acuerdo. Y ¿qué pasa con la belleza que trasluce desde el alma? El campo de energía que atrae a la gente entre sí…
El poder de la energía percibida dentro de nuestra mente cuando nos acercamos a un entendimiento con nuestro ser inferior, produce un entusiasmo que despierta la mente y los sentidos y es tan similar a cuando una sumisa escoge el dolor o el placer en un ambiente sexual. Contener esta excitación, esta energía, sólo conduciría a la frustración y depresión y más, puesto que encontrar una salida para dicha excitación es una necesidad primaria. El fútbol, gritar, azotar a la pareja de uno, la meditación, el canto, la pesca, escribir, crear… por nombrar unas pocas cosas que vienen a mi mente. Pero, principalmente, liberar la energía, consciente o subconscientemente. Así pues, ¿qué tal un ajuste consensual que nos permita dar rienda suelta a todo el flujo de esa energía? La complementariedad  natural del dominante y la sumisa sería, por tanto, permitir a ambas partes dar rienda suelta a esta fuerza interior y ponerla en buen uso.
Uno, blandiendo la fusta y la otra, recibiendo los golpes, estarían compartiendo el mismo flujo de energía y ambos conseguir la satisfacción de la misma.
En una relación de Amo y sumisa, la fuerza sería incluso más intensa a medida que la energía de la unión es aún más fuerte y en el desencadenamiento, se multiplicaría su fuerza en una magnitud cada vez mayor. El hecho es que una parte está “sádicamente” liberando su energía y la otra parte, abriéndose sumisamente hasta que sea sólo el Yin y el Yang del intercambio de energía.

1 comentario:

  1. Es cierto... esa sensación de energía cuando dos personas se atraen, lo invade todo. Y nace del alma.
    Es como volar.

    rarita

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