Ella gime.
Está
gimiendo porque ese “¡Oh, Dios, duele!” es un tipo de forma de amar que no es
claramente placer ni un motivo evidente de dejarlo y desistir. Ella ni siquiera
está segura de sí misma.
“¿Es
eso mucho?” Él le pide a ella que ponga sus manos en sus espaldas para cogerla
por sus muñecas y usar su cuerpo contra ella misma, apalancándola para cerrar
su culo de golpe con su verga, de una manera profunda y fuerte.
“No,”
ella gime. Cada embestida es más rápida y abrasadora a través de su cuerpo.
“Alegría
buena,” es su respuesta brillante, mientras él aumenta el tiempo, sus caderas
discordantes contra el cuerpo de ella, los testículos golpeando su vagina
empapada con cada embestida.
“Mentí,”
ella murmuró incoherentemente, cayendo en el lugar de en medio, donde demasiado
nunca es suficiente. Cuando el placer viene pulido y en abundancia al estar tan
lejos, es agradable y se puede disfrutar.
Él
no se detiene.
Los
hombros de ella tensos, y queman a medida que tratan de mantenerlos en órbita.
Las nalgas apretando involuntariamente contra su polla, que la invade
brutalmente a pesar de sus mejores esfuerzos para que no se relaje. Mientras la
respiración de ella es forzada a bocanadas que exhala cada vez que su cuerpo
choca contra el de ella y la cara de ésta… su cara aplastada firmemente contra
el colchón, frotando. Frotándola a un lado y otro, como si quisiera borrar sus
características, su personalidad, a ella misma, erosionando a la niña y dejando
sólo…
Otro
lavado de sudor. La humedad se desliza por el interior de los muslos de ella,
mientras esa noción se arraiga. Parece que él también lee mentes.
“Sólo
un agujero… el de ella.” Sus palabras tienen un rastro de diversión y, sin
embargo, detrás de eso, una pizca de su propio placer al tenerla inmovilizada.
Ella
se está hundiendo con rapidez, cayendo rápidamente hacia abajo, “en el no
importa lo que es, por favor, cógelo. Sólo quiero que la cojas.”
Él
está hablando. Ella no quiere contestar, no puede. La mente de ella está
flotando en su propio coño, vacío, burlándose con enjundias reflexivas. Ella puede
sentir su propia angustia lamiéndola en círculos perezosos alrededor de su
clítoris. Su dolor y humillación rizándose dentro para acariciar y frotar en
ese punto dulce de su polla que tan a menudo encuentra. Primero, uno y luego,
dos de los hinchados. Los pezones tensos, aderezados por un pellizco y chupados
desde la base.
Él
la está follando. Está follando la mente de ella.
Ellos
están follándose en una nihilidad estimulante y él está disfrutándola. Disfrutando,
no gozando y, sin embargo, disfrutándolo todo.
Es usted un lujurioso pervertido. ¿Sabe usted lo que provoca con ese texto? Por supuesto que lo sabe. Es su intención ¿no es así?
ResponderEliminarNo sé quien eres...¿por qué me lees?
EliminarBuen día