viernes, 11 de septiembre de 2015

Límites difíciles

Estamos hablando sobre límites muy exigentes. Ella me dijo que tenía unos pocos. En su mayoría, eran irreprochables. Yo no tendría ningún problema en respetarlos. Si algo le hubiera molestado, no lo volvería hacer. No es un placer para mí verla sufrir. Quiero hacerle cosas que ella quiera hacer, incluso si ella piensa que, tal vez, no debería hacerlas (demasiado sucia, las mujeres elegantes no las hacen), o incluso, si piensa que no quiere hacerlas, pero que, de hecho, descubre que después lo hará todo (todas las clases de desviaciones están en la mente de una sumisa).
De vez en cuando, un poco de resistencia se suma al placer del dominante para forzar sus deseos. Pero, hay que tener cuidado para averiguar la verdadera naturaleza de la resistencia. Una vez, ella dijo que tenía un límite alto porque involucraba algo de humillación. Cuando lo indagué, resultó que lo que la preocupaba era su vanidad. Ella pensaba que cuando realizara dicho acto, no se vería elegante.
“Pareceré fea,” dijo.
Por lo tanto, le contesté: “Es la vanidad lo que te hace resistirte.”
“Sí,” ella dijo, “pero las mujeres somos de esta manera, ¿no?”
Le dije que la vanidad no era una buena razón para no seguir las instrucciones.
“Pero, me sentiré incómoda si tengo que hacer algo que me haga parecer torpe y tonta,” dijo.
Me parece que, a veces, hay que insistir, hay que romper a través de la reticencia, porque el orgullo y la modestia y la vanidad están todas muy bien, pero lo que el dominante quiere, es que ella le dé todo sin vuelta atrás. Si está siempre mirándose al espejo cuando se está trabajando sobre ella, no está centrada en satisfacerle. Y eso tiene que ser tratado.
Creo que puedo decir si ella está realmente molesta o si está intentándolo. Y yo no me desanimo con facilidad. Pero, después de esta conversación, ella se había alejado un poco. Dijo que tal vez, era muy mala sumisa y que me aburriría o cansaría de ella, si no se sometía antes. Desde siempre, he oído estas cosas de las sumisas. A menudo, carecen de confianza (lo cual es por eso que ellas lo intentan y se echan para atrás). Ellas no piensan que son lo suficientemente buenas para sus dominantes.
Yo no permito ese tipo de pensamiento. Mi respuesta es: “Te he elegido. ¿Cómo te atreves a pensar que iba a elegir a alguien que no mereciera la pena?” Es pensar con mucha ligereza sobre la opinión de tu dominante. Si ella no tiene la confianza suficiente, es parte del trabajo del dominante inculcárselo, hacerla sentir que es la mejor y más adecuada. A veces, se oye hablar de los dominantes que insultan a sus sumisas, llamándolas inútiles, etc. Yo nunca haría eso. Quiero que ella se sienta bien y que es sumamente valiosa para mí.

2 comentarios:

  1. Tendría tanto que decir a este escrito, que, por cierto me parece interesantísimo... pero, es tanto, que no me parece oportuno decirlo.

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  2. Saludos Sr. Ben Ali
    Consensuado asi debe ser. Es lo interesante de rol dominante, apreciar y domar a su sumisa. Ganarse su confianza sabiamente, como un buen dominante sabe. Con mucho respeto, es mi opinión.

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