Estamos hablando sobre límites muy
exigentes. Ella me dijo que tenía unos pocos. En su mayoría, eran
irreprochables. Yo no tendría ningún problema en respetarlos. Si algo le
hubiera molestado, no lo volvería hacer. No es un placer para mí verla sufrir.
Quiero hacerle cosas que ella quiera hacer, incluso si ella piensa que, tal
vez, no debería hacerlas (demasiado sucia, las mujeres elegantes no las hacen),
o incluso, si piensa que no quiere hacerlas, pero que, de hecho, descubre que
después lo hará todo (todas las clases de desviaciones están en la mente de una
sumisa).
De vez en cuando, un poco de resistencia se
suma al placer del dominante para forzar sus deseos. Pero, hay que tener
cuidado para averiguar la verdadera naturaleza de la resistencia. Una vez, ella
dijo que tenía un límite alto porque involucraba algo de humillación. Cuando lo
indagué, resultó que lo que la preocupaba era su vanidad. Ella pensaba que
cuando realizara dicho acto, no se vería elegante.
“Pareceré fea,” dijo.
Por lo tanto, le contesté: “Es la vanidad
lo que te hace resistirte.”
“Sí,” ella dijo, “pero las mujeres somos
de esta manera, ¿no?”
Le dije que la vanidad no era una buena
razón para no seguir las instrucciones.
“Pero, me sentiré incómoda si tengo que
hacer algo que me haga parecer torpe y tonta,” dijo.
Me parece que, a veces, hay que insistir,
hay que romper a través de la reticencia, porque el orgullo y la modestia y la
vanidad están todas muy bien, pero lo que el dominante quiere, es que ella le
dé todo sin vuelta atrás. Si está siempre mirándose al espejo cuando se está
trabajando sobre ella, no está centrada en satisfacerle. Y eso tiene que ser
tratado.
Creo que puedo decir si ella está
realmente molesta o si está intentándolo. Y yo no me desanimo con facilidad.
Pero, después de esta conversación, ella se había alejado un poco. Dijo que tal
vez, era muy mala sumisa y que me aburriría o cansaría de ella, si no se
sometía antes. Desde siempre, he oído estas cosas de las sumisas. A menudo,
carecen de confianza (lo cual es por eso que ellas lo intentan y se echan para
atrás). Ellas no piensan que son lo suficientemente buenas para sus dominantes.
Yo no permito ese tipo de pensamiento. Mi
respuesta es: “Te he elegido. ¿Cómo te atreves a pensar que iba a elegir a
alguien que no mereciera la pena?” Es pensar con mucha ligereza sobre la
opinión de tu dominante. Si ella no tiene la confianza suficiente, es parte del
trabajo del dominante inculcárselo, hacerla sentir que es la mejor y más
adecuada. A veces, se oye hablar de los dominantes que insultan a sus sumisas,
llamándolas inútiles, etc. Yo nunca haría eso. Quiero que ella se sienta bien y
que es sumamente valiosa para mí.
Tendría tanto que decir a este escrito, que, por cierto me parece interesantísimo... pero, es tanto, que no me parece oportuno decirlo.
ResponderEliminarSaludos Sr. Ben Ali
ResponderEliminarConsensuado asi debe ser. Es lo interesante de rol dominante, apreciar y domar a su sumisa. Ganarse su confianza sabiamente, como un buen dominante sabe. Con mucho respeto, es mi opinión.