El
silencio de mis palabras perfora la tranquila soledad del aire de la noche,
enviando escalofríos que la barren a través de su piel.
Su
respiración vacilante, en picado y acelerada. Sabe que lo inevitable está
cerca. Mi respiración calienta la parte posterior de su cuello y su cuerpo se
estremece en un placer delicioso.
La
calma, antes de la tormenta. Mis dedos se deslizan a lo largo de sus brazos, a
lo largo de su espalda y acarician su mejilla suavemente.
Ella
lo quiere, lo anhela.
Mis
palabras cuelgan como aliento helado en un día de invierno, persistentes,
mientras invaden su alma.
Mis
manos copando sus pechos y paciendo en sus pezones, forzando un gemido silencio
de sus labios.
Brillando
y sudando, mientras su cuerpo inmóvil se
deleita en mi mirada, en mi caricia.
Ella
quiere más, pero no puede.
Se ha
entregado por completo a mi voluntad.
Su
boca babea, mientras la rodeo para besar con delicadeza sus labios expectantes.
Una
sola palabra se escapa de su boca.
“Por
favor.”
Con
una sonrisa malvada, la despojo de su sujetador y lo tiro sobre la mesa y
presiono su cuerpo.
Tiro
de su pelo y me inclino sobre ella con una sonrisa pícara.
Mientras
hablo, gruño forzadamente.
“Pídemelo
de nuevo y te dejaré mojada y sin sentido. Sé una mujer buena y te mostraré las
estrellas hasta que tu voz deje de gritarme tan fuerte.”
Le
arrancaré sus bragas y temblará con su deseo.
Gruño
una vez más.
“¿Estás
preparada para saborear el placer de mi pecado?”
Con
un empujón, y un gemido, todo se desvanece en el camino hacia la oscuridad…
Bravo. Me descubre usted en cada post. Leerle es como asistir a un arrebato de franqueza delante del espejo.
ResponderEliminar