A muchas sumisas, les gustan ser marcadas. Es un signo de
propiedad. Hace que se sientan orgullosas de ser sumisas. Esto puede ser
simbólico – una pieza de joyería, un collar, incluso, un bolígrafo con punta de
fieltro sobre la piel.
Sin embargo, algunas anhelan la marca de un implemento. Una
cane, flogger, fusta o látigo. Una cicatriz o hematoma en la piel que las
marcan como suya, de Él.
La he marcado varias veces con la fusta. Líneas rojas sobre
la piel. Una marca más oscura al final de una línea, donde la sangre ha brotado
a la superficie pronto, para convertirse en un hematoma.
Descrito fríamente así, suena mal, pero fue parte de un
acto sensual que ambos disfrutamos. Ella me había pedido que la golpeara más
fuerte. Quería ser marcada. Era parte de su deseo.
Luego discutimos lo que ella disfrutaba de tal actividad.
Ella prefería ser marcada, en lugar del dolor de marcar. El hecho de que ella
hubiera sido marcada, nos dio placer a ambos para los próximos días, ya que me
informaba del estado de las marcas mediante mensajes. Nos recordaban a los dos
del placer que habíamos gozado juntos y de mi propiedad temporal sobre ella.
Pero…
Una parte de mí analiza las similitudes entre una sumisa
deseando ser marcada y las personas vulnerables que se autolesionan. Me
sorprendo particularmente con las sumisas que se dedican a los juegos con el
cuchillo y las agujas. No estoy emitiendo ningún juicio, sólo estoy realmente
interesado en explorar, si existen factores comunes. Si existen factores tan
comunes, ¿facilita la D/s un marco que pueda hacer que el satisfacer esta
necesidad sea más segura y solidaria o puede ser que la D/s alimente una imagen
negativa de sí misma?
Creo que, si conoce bien a su sumisa notará la enorme brecha que existe entre, "La necesidad de autolesionarse y el deseo marca de pertenencia, sea transitoria en la piel o permanente", pero nunca olvidada.
ResponderEliminar[Los cortes no me gustan]
Abrazo