viernes, 3 de julio de 2020

El odio maldito

“Te odio,” le gritó ella.

Había veneno en sus ojos verdes, fácilmente convocado por un tesoro de experiencia. Sus palabras eran dientes, su significado, un mordisco. Y pinchaban. “No sé por que me molesto,” él le respondió.

Él atravesó las sombras de la mañana, cegadas por la luz del sol, y de pronto,  estaba sobre ella. Primero, fue el cinturón alrededor de su cuello. Luego, la falda subida sobre su trasero. Su cuerpo presionado contra la pared, mientras, su cilindro era introducido desde atrás. Ella se balanceaba con sus manos, evitando el daño, pero el cinturón le recordaba las limitaciones que él le imponía. El empuje de su pene era como una mano maníaca dentro de una marioneta rota. Él rastrilleaba su cuerpo arriba y abajo de la pared, la textura de estalactita clavándose en su carne, mientras ella, gritaba los recuerdos y lloraba de placer.

“También te quiero,” gruñó agarrando un puñado de su pelo y presionando su mejilla  contra la pared. La empujó, la sacudió y la follaba, como si su cuerpo tuviera una deuda olvidada. Cada movimiento la alejaba más, y la introducía en nuevas profundidades. Ella le negó su orgasmo hasta que su retórica física no le permitiera más argumentos.

Ella maldecía su nombre tras cada erupción muscular, pronto silenciada, cuando su semen salpicó y apagó las brasas restantes.

Entonces, él la mantuvo en su sitio, besándola de nuevo, respirando con ella, la paz del extasis lavando temporalmente los fantasmas de pasados persistentes.

Hace tiempo, habían aprendido a amarse a través del odio.

2 comentarios:

  1. El odio está ligado a la pasión, al amor
    Siempre un placer pasarme por aquí
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Siempre es un placer verte por mi casa y siempre serás bien recibida.
    Besos

    ResponderEliminar