El dolor, es algo que ella teme y, al mismo tiempo, algo que extraña. No es el tipo de dolor emocional, ya que tiene más de lo que, a veces, ella puede controlar, sino el dolor físico. El aguijón agudo de un látigo de cola, el impacto profundo de la cane, la torsión de un pezón, la bofetada en su coño. Ese es el tipo de dolor que ella extraña, el tipo de dolor que, a veces, anhela, hasta tal punto que es un dolor físico profundo en su centro. Ella anhela el dolor físico que le infligen, porque libera su mente y alivia su dolor emocional.
Anhela el dolor, pero, hoy en día, también lo teme.
Hace un par de días, leyó un artículo sobre el sadomasoquismo, en el que decía: “Todavía me pregunto si podría soportar los golpes que una vez pude. Creo que, si dejas largos periodos de tiempo entre los azotes de impacto, el cuerpo comienza a sanar sobre esas barreras que una vez construiste.”
Ella siente que de nuevo necesita reconstruir esas barreras poco a poco y dejar que su piel se vuelva más gruesa para poder soportar el dolor que una vez podía. Estaba totalmente de acuerdo con esto.
Cuando su Dominante y ella empezaron con los juegos de azotes, él fue muy paciente y, poco a poco, aumentaba el dolor, día tras día. Notaban cómo su cuerpo (y su mente) parecían acostumbrarse a ese nivel de dolor, y él podía llevarlo a un nivel superior. Su trasero era como una espuma viscoelástica, recordando el dolor de antes y capaz de volver a recibirlo, y un poco más. Y cada vez que ella recibía un poco más, su cuerpo recordaba que podía hacerlo. Por supuesto, tenía un límite y llegaron a un punto en el que ambos sabían cuánto podía soportar, pues ella ya tenía esa mentalidad adecuada. Si estaba deprimida o cansada, podía recibir menos que cuando estaba feliz y descansada. Dicho esto, hubo momentos en que ella estaba deprimida, que su Dominante seguía adelante a pesar de sus gemidos, y por eso, le aliviaba del dolor emocional que sentía.
Como alguien dijo una vez, los cuerpos recuerdan el dolor, el golpe, pero, si no lo ha tenido durante bastante tiempo, el cuerpo se cura y no puede soportar lo mismo que en el pasado. Es por eso por lo que, en los momentos extraños de los último años en los que su Dominante se estaba divirtiendo, le advirtió que tuviera cuidado, porque no sólo su cuerpo, sino también su mente, habían “sanado” y “olvidado” el dolor que ella podría haber recibido una vez. No olvidó el dolor, pero sí olvidó cómo manejarlo. Simplemente, su mente no podía llegar a un lugar donde decía: “De acuerdo, puedo soportar esto,” pero seguía colgando en el lugar donde se advertía que tuviera cuidado, que era el mensaje que constantemente le transmitía a su Dominante.
Una parte de ella cree que para llegar al punto de recibir el mismo nivel de dolor que pudo soportar años atrás, necesitaban empezar exactamente por donde empezaron entonces, cuando empezaron su viaje de la D/s. Su Dominante tendrá que ser muy paciente con ella, participar en alguna sesión con azotes en cada sesión para conseguir que su cuerpo se habitúe nuevamente al dolor. Pero no solamente su cuerpo, también su mente. Cree que ser capaz de recibir dolor no solamente es una cosa corporal, sino también algo que sucede en la mente. La reacción natural del cuerpo es huir o luchar cuando siente el dolor, pero cuando su mente está dispuesta a aceptarlo, a querer sentirlo, ella está en posición y el dolor es aceptado y convertido en placer. En el BDSM, el placer y el dolor están íntimamente conectados el uno con el otro, para ella, es eso.
Recientemente, ella experimentó de nuevo algo de dolor, cuando su Dominante le pellizcó los pezones. Comenzó con cuidado, pero pronto volvieron al nivel donde estaban hace años. Ambos estaban sorprendidos de lo mucho que ella podía aceptar, y su Dominante incluso lo comentó al día siguiente (siempre es una señal de que está contento). ¿Podría esto significa que, a pesar de que el cuerpo y la mente se han curado y entendido que no volverán a lastimarse otra vez, “el músculo de la memoria” (o como dijo anteriormente: la “espuma de la memoria”) permite que el cuerpo acepte el dolor a pesar de que hace mucho que lo experimentó por última vez? Esto no funcionó con el juego de los pezones, pero cuando su Dominante usó la cane con ella, la marcó la última vez que la usó, y recuerda haber ansiado más. Por lo cual, el cuerpo almacena la “memoria del dolor” y cuando lo siente de nuevo, puede reaccionar casi instantáneamente.
Antes he escrito sobre el procesamiento del dolor, pero no fue desde un ángulo totalmente diferente al de esta sumisa, y siento que todavía no sé todo acerca de cómo el cuerpo o la mente de una sumisa procesan el dolor deseado. Parece que existe toda una psicología detrás de todo esto. Y no un soy un psicólogo.
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