sábado, 26 de junio de 2021

Cámara, floger y semen

“Quiero un acceso claro y sin restricciones a ese culo sexy tuyo, mi sumisa.“

Rodando hacia Él, ella se queda quieta y en silencio, esperando lo que sea que Él tenga en mente...

“No, así, no,“ dice.

“Date la vuelta, preséntamelo, quiero verlo con claridad, y te lo advierto, si te mueves, te ataré.“

Una parte de ella está tentada a retorcerse. “¿Sabe Él que sus palabras parecen que le están desafiando?,” piensa.

Ella hace lo que Él manda y se da media vuelta, descansando su cuerpo sobre el edredón enrollado, ofreciéndose a Él. El calor de la luz del sol que entra por la ventana del dormitorio acaricia su piel e ilumina su piel pálida para Él, de tal manera, que no puede resistirse a hacerse una foto.

El clic de la cámara le hace temblar, no de frío, sino de lujuria. Lo escucha moverse detrás de ella, ajustando el ángulo y su pequeño suspiro de satisfacción, le dice que la visión que tiene delante es agradable a la vista.

La paleta de cuero en el extremo de la fusta está fresca y suave contra su piel, la desliza por la parte trasera de sus muslos y sobre su trasero. Instintivamente, ella arquea su espalda ligeramente, mientras pequeños golpes comienzan a llover sobre su cuerpo. No son suaves, pero tampoco fuertes y su cuerpo responde subconscientemente pidiéndole más. El calor de los golpecitos, constantes y pequeños, comienzan a extenderse y dejan un rastro a través de su piel, convencida de que deben llegar a su coño palpitante.

Su cabeza cae hacia adelante sobre el borde de la cama y su mente se aclara. Son solo Él y ella y el calor radiante de su trasero. No hay nada más dentro de ella que este momento, su lujuria y su deseo de complacerle.

Él hace una pausa, ella odia la pausa, se tensa y se pregunta qué pasará a continuación. La respuesta viene con un cachete bien sonoro, mientras baja el floger fuerte contra su trasero levantado. El picor del cuero contra su piel, ya sonrojada y en carne viva, le hace gritar y las lágrimas brotan de sus ojos.

Ella sabe que no debe moverse. Su orden es muy clara, pero el segundo golpe es demasiado y no puede evitar inclinarse hacia un lado.

“Vuelve a donde estabas, sumisa, no he terminado aún.“

Silenciosamente, ella obedece, quiere esto de verdad, la humedad de sus muslos es todo lo que se necesita para demostrárselo, y también a ella misma. Enterrando su cara en el edredón, espera. El floger se vuelve ahora espeso y grueso, de vuelta a una pequeña explosión rápida. De fuego punzante a través de su culo, ahora ardiente. Ella se está retorciendo, retorciéndose, no para escapar, sino porque su cuerpo está tan vivo y ya no sabe qué hacer con él, no sabe qué dice que es, o quién es ella. Sólo sabe que es un paquete de nervios.

La respuesta viene cuando ÉL tira la fusta a su lado y empuja su verga, dura y palpitante, dentro de ella. Las palabras: “Ven para mí, pequeña perra sucia,“ dejan bien claro para ella exactamente lo que es  y justo lo que estaba haciendo.

 

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