domingo, 29 de mayo de 2011

Un extraño llama...

Su amante ha bajado las escaleras para encontrarse con el desconocido en el hall del hotel. Ella pasea por la habitación esperando. Se detiene para retocar su maquillaje ante el espejo, ella está nerviosa. Y, ¿si este hombre no le gusta a ella? ¿Qué pasa si ella no le gusta a él? Ayer, estaba tan excitada que no podía pensar con claridad, pero ahora, cuando su amante ha vuelto  y ha dicho que no pasaba nada, ella se alegró, ¿no?
La puerta se abre. El ujier de su amante introduce al hombre. Es un poco más alto de lo que ella esperaba de su foto. Más sustancial. Tal vez, no guapo, pero presentable y agradable.
“Aquí está ella,” dice su amante.
El hombre la mira por encima, sus ojos recorren su cuerpo de arriba abajo.
“¿Te parece linda?” su amante pregunta.
“Muchísimo,” dice el hombre.
Su amante le coge su mano y la conduce hacia el sofá. Él se sienta y la empuja hacia abajo encima de él para que ella se enfrente al desconocido. Su amante acuna sus pechos entre sus manos, apretándolos con suavidad.
“Traiga una silla,” le dice al hombre. El desconocido coloca una silla muy cerca para que cuando él se siente, sus rodillas casi toquen a las de ella.
“Tiene unos pechos muy bonitos, ¿no crees?” Dice su amante.
“¿Quieres verlos?”
“Por supuesto,” dice el hombre.
Su amante desabrocha su camisa, la echa hacia atrás sobre sus hombros, luego le desabrocha su sujetador y lo desliza hacia abajo. Él pone sus manos en sus senos jugando con los pezones.
“Mira lo duro que están los pezones,” dice él. Los retuerce. Ella grita.
El hombre no quita sus ojos de ellos. Su amante juega con sus pechos un poco más. Ella no puede dejar de mirar al desconocido directamente a los ojos, pero solo lo mira de vez en cuando. Ella no puede ver lo excitado que él está.
“Súbete la falda,” dice su amante. El caballero quiere ver tus piernas.
Ella se sube su falda hasta la cintura.
“Abre tus piernas todo lo más que puedas. Quiere ver también tus bragas.”
Ella había dicho que eran blancas. Aparentemente, esa era la preferencia del desconocido. Ella esperaba que las quisiera negras. Él miraba al blanco satín ajustado sobre su entrepierna.
“¿Te gustan?” su amante preguntó.
“Mucho,” dijo el hombre.
“Puedes tocarlas,” dice el hombre.                               
Él se acerca y acaricia el suave tejido, luego presiona la palma de su mano contra su coño. Siente el ardor en su mano a través del satín.
“Quítaselas,” le dice su amante.                                    
Él se acerca, mete sus dedos entre la cinturilla de sus bragas y las echa hacia abajo. Ella junta sus piernas para que puedan deslizarse hacia sus tobillos. El hombre pone sus bragas en su nariz y las huele delicadamente. Ella se sonroja con la intimidad de este gesto.
“Separa tus piernas,” le dice su amante.
El hombre mira a su coño.
“Separa los labios para que él pueda ver un poco el interior,” dice su amante.
Ella se sonroja nuevamente, pero hace lo que se le demanda.
“¿Le gusta la manera que los tiene?” Su amante pregunta.
“Es bellísimo,” dice el hombre.
“Puedes tocarla,” su amante dice.
El hombre se acerca y sondea su coño, aprieta sus labios suavemente, los pellizca juntos y le da un suave tirón.
“Mete tu dedo dentro,” dice su amante.
Él inserta su dedo índice. Ella siente que se mueve en su interior.
“Mira hacia abajo, ve lo que él te está haciendo,” le dice su amante.
Ella inclina la cabeza y ve como la mano del hombre se mueve entre sus piernas.
“Mete otro dedo,” le dice su amante. “Fóllala un poco con los dedos.”
Ella ve los dedos del hombre entrando y saliendo de su coño. No hay duda ahora de que quería esto. Ella hará cualquier cosa que se le ordene. Cualquier cosa.
“¿Está húmedo?” Pregunta su amante.
“Mucho,” replica el hombre.
“Mi pequeña puta,” dice su amante. Él empieza a susurrar obscenidades en sus oídos, cosas que va a hacer con ella, cosas que él quiere hacerle.
“Acaricia tu clítoris,” le dice en voz alta. Muestra a este hombre lo mucho que te gusta gozar.
Ahora baja su brazo, encuentra su clítoris con el dedo corazón de su mano derecha, siempre con el mismo. Ella lo rodea lentamente.
“Pon un dedo en su culo,” dice su amante. A ella le gusta disfrutar con eso.
El dedo del hombre se lo saca de su coño y lo introduce fácilmente en su culo. Ella sigue acariciando su clítoris.
“A ella le gustaría correrse,” dice su amante. Pero las putitas no siempre tienen que conseguir lo que quieren. De lo contrario, sería imposible contenerlas. Él saca su mano de su coño.
“A ella le gustaría si la penetraras. Ella no estaba segura que fuera al principio, pues ahora, sí. Pero, me temo que no lo voy a permitir.”
Ella mira a la cara del hombre. Puede observar su decepción. Sus dedos siguen todavía en el interior de su coño.
“En cambio, ella te masturbará,” dijo su amante. “Enséñale tu polla.”
El hombre se baja la cremallera y saca su pene. Tiene un buen tamaño, gordo y duro.
“Sácasela,” le dice su amante a ella.
Ella envuelve con su mano el pene de él, disfrutando de la sensación de suavidad, de la piel sedosa cubriendo la polla. La frota despacio al principio, luego más deprisa. Su amante le está susurrando todavía cosas a su oído. A ella le gustaría chuparle la polla o follarle. Se la mama y luego se lo folla por la boca. De repente, el hombre gruñe y eyacula, su semen explotó sobre el vientre de ella. Esta se sorprendió por la cantidad del mismo. Ella le chupó la polla para sacarle las últimas gotas. El hombre se aparta y se sube la cremallera.
“Extiéndelo por tu vientre,” le ordena su amante.
El semen está empezando ya a secarse. Ella se lo huele a sí misma. Hay un ligero olor acre.
“Ve y arrodíllate en la cama,” su amante le dice. “Ya sabes la posición.”
Ella se apoya sobre sus manos y rodillas en la cama, su trasero sobresaliendo por el borde.
“Te voy a demostrar cómo la follo,” su amante dijo al desconocido. Puedes verlo, es hora de irnos.
“De acuerdo,” dice el hombre.
Ella oye a su amante bajarse la cremallera, a continuación siente la polla de él en su coño. Empieza a follarla con brusquedad, agarrándola por la cintura con sus manos, atrayéndola hacia él con cada empuje. La penetra profundamente. La saca. Casi tan pronto como él la ha sacado, ella empieza a sentir su semen a rezumar fuera de ella. Su amante se sube la cremallera y acompaña al hombre hacia la puerta. Ella se arrodilla sobre la cama, sin moverse, el semen se seca en su vientre y corre por sus piernas hacia abajo. Se ponen a hablar un rato, pero ella no puede hacer nada al margen de lo que hablan. ¿Están hablando de cómo ha ido? Su amante se sonríe ligeramente. Ella se pregunta por qué. Siente que la puerta se cierra y los pasos de su amante volviendo a través de la habitación. Ella se pregunta qué hay preparado ahora para ella.

2 comentarios:

  1. Ese estado de incertidumbre que desespera y excita a la vez, la seguridad de que pase lo que pase te entregarás a quien te debes porque es lo que quieres, lo que deseas.

    Un saludo y besitos principescos.

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  2. Entrega... y más entrega.
    Y Ahora... a esperar a ver qué sigue....
    ainssssssssss!
    Muaks!

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