lunes, 22 de agosto de 2011

Masturbación

Los hombres, con frecuencia, se sorprenden al descubrir lo mucho que las mujeres se masturban. Por alguna razón, todavía tienen la idea de que no es propio de una “dama” o que las mujeres no están tan interesadas en el sexo genital como los hombres. Y algunas veces, un hombre puede estar incómodo con ese pensamiento, incluso si una mujer vive con él y por ello (al menos en teoría), tiene el sexo disponible para ella en cualquier momento que ella lo quiera. Sin embargo, ella continúa masturbándose. Él se siente amenazado al saber que ella insiste en hacérselo a sí misma a pesar de sus mejores esfuerzos para satisfacerla. Los hombres creen que la masturbación es un sustituto del coito, pero para muchas mujeres que no saben cómo funciona, el auto satisfacerse es una clase de actividad diferente del coito y que, sin embargo, algunas persisten con esa práctica en su matrimonio.
Los hombres pueden sentirse aún más amenazados al saber que ellas emplean una pequeña máquina como ayuda. Si una mujer puede tener una experiencia sexual plenamente satisfactoria con un objeto inanimado, ¿esto hace que el pene de un hombre esté de más? Personalmente, dudo que muchas mujeres heterosexuales quieran contestar que “sí”.
(Por supuesto, los hombres casados continúan masturbándose también, pero creo que,  para ellos, esto es un sustituto del coito. Por cualquier motivo, no consiguen que sea como un coito, tal como ellos quieren, así pues, lo priorizan al hacérselo ellos mismos).
Según mi experiencia, las mujeres sumisas generalmente suelen tener un impulso sexual bastante alto. Piensan en el sexo más que la media y lo quieren hacer más. En particular, ellas se masturban mucho más. En una ocasión, como un experimento, alenté a una mujer a ver cuántas veces podía hacerlo en un período de 24 horas. Yo la incitaba activamente “alimentándola” de pensamientos obscenos, historias, etc., y se las arregló para llegar a cifras de dos dígitos, lo cual me impresionó poderosamente (y estos eran actos separados, no orgasmos múltiples colocados en serie). Cuando los hombres se masturban, el pozo del deseo, hoy por hoy, se deseca. Necesitan tiempo para reponerse. Pero, para las mujeres, algunas veces, parece que contra más lo hacen, más lo quieren.
Por supuesto, tengo una evidencia anecdótica, basada en un ejemplo muy limitado, por mi creencia de que las sumisas lo hacen más. Ya sea que ellas son más sexuales debido a que son sumisas (de alguna manera, la sumisión se pone en contacto con el núcleo de su sexualidad y se excitan, por así decirlo), o ya sea que su alta sexualidad las conduce a la necesidad o la confianza de expresarse sexualmente de unas maneras no convencionales, o ya sea porque la relación requiere mucho sexo y ser sumisa tiene otra explicación conjunta. Es un motivo para una discusión futura. Quizás, mis lectoras puedan arrojar alguna luz sobre esto.
Todo esto es una manera de volver a la cuestión o al control del orgasmo, del que he hablado previamente. Cuando un dominante se hace cargo de la sexualidad de una mujer, cuando ella acuerda someterse, es bastante frecuente que él quiera establecer alguna especie de control sobre las prácticas de su masturbación. Él calcula que en adelante sus orgasmos no le pertenecen a ella, sino a él. Si ella se corre, se corre no por su propio placer, sino por el de él. Por supuesto, es una de las muchas paradojas de la D/s de que ella no pueda correrse para él sin placer para ella misma. Pero, el dominante puede buscar el control de su masturbación de manera que tener su placer no sea algo sencillo, se trata de que ella no consiga lo que ella quiere.
El control de cómo y cuándo ella se corra es un recurso particularmente útil para aquellos dominantes que están trabajando en la distancia o, quizás, incluso completamente online, cuyas sumisas no están disponibles para ellos cara a cara. Por supuesto, tienes que confiar que cuando dices no, no te puedes correr hasta pasado mañana, ella obedecerá. No existe otra manera, si usted está físicamente separado y  no puede controlarla. Pero, si ella no va a jugar limpio y hacer lo que usted diga, ¿cuál es el punto de todo esto? Pretender ser solamente sumisa es seguramente una pérdida de tiempo de cada uno.
El control de la masturbación es capaz de una casi infinita elaboración. Los clímax pueden estar estrictamente regulados, para que sean permitidos menos frecuentemente de lo que a ella le gustaría. Pueden ser denegados por completo, por períodos prolongados o, tal vez, incluso indefinidamente (lástima por la pobre mujer cuyo dominante sea tan cruel).
Cuando es permitido, un orgasmo puede ser necesario en un momento determinado (ella debe correrse siempre los jueves o que sea la última cosa que haga por la noche). Se le puede conceder un horario estricto (solamente tiene diez minutos desde el momento que empiezas a tocarte hasta el tiempo que te corres, después de ese tiempo tienes que parar, tanto si has llegado o como si no). Las necesidades adicionales pueden ser forzadas. Ella puede ser autorizada a hacerlo solamente en una cierta posición (algunas mujeres lo encuentran difícil correrse de pié, por ejemplo), o en un cierto espacio, como en su coche, aparcado en un lugar solitario.
Tal vez, ella tiene que insertarse un plug primero o un dildo. O se tiene que poner pinzas de la ropa en sus pezones mientras lo hace (a los Amos normalmente les gustan asociar dolor con placer). Puede ser que él le quiera decir lo que ella debe pensar, alentándola a disfrutar de pensamientos obscenos. Los dominantes con frecuencia se auto divierten poniendo dificultades en el camino. Ella pudiera ser forzada a hacerlo con su mano izquierda (es interesante porque pocas mujeres parecen ser ambidiestras masturbadoras) o sin las manos, forzadas a encontrar algo contra lo que frotarse ellas mismas, como un picaporte o un poste de la cama. Una cosa que me gusta hacer es llevarla hasta el borde del climax, entones hacer que se detenga, luego reanudarlo más tarde, de nuevo parar antes de correrse y continuar de esta manera hasta que esté medio loca con el deseo.
Cuando no lo esté haciendo, puede prohibírsele que se toque. Las mujeres con frecuencia encuentran esto especialmente difícil de cumplir. Muchas de ellas les gustan tocarse a sí mismas mucho durante el transcurso del día, no necesariamente con vista a inducir el orgasmo, sino solo como un gesto reconfortante. Una sumisa me dijo que ella nunca se daba cuenta de lo mucho que le gustaba hacer esto hasta que se lo prohibieron. He conocido a más de una mujer que no podía dormirse, a menos que no tuviera su mano entre sus piernas.
Para algunas sumisas, el control del orgasmo no funciona. No están preparadas para ceder el control de esa parte de su sexualidad, especialmente en la distancia. La masturbación es algo que ha llegado a depender de su bienestar psicológico. En los primeros días, a veces, me golpeaba la cabeza contra una pared, intentando imponer la disciplina orgásmica cuando claramente no estaba funcionando. Para algunas mujeres, si se les denegaba el orgasmo, perdían el interés por el mismo. Se obtiene más de ellas al avivar su deseo, no intentando regularlo. Es una dura lección para un Amo, esa flexibilidad es esencial. Su instinto natural es insistir en su poder para dictar. Solamente con la experiencia, se aprende que existen otras maneras de imponerte.

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