viernes, 26 de agosto de 2011

El castigo

La naturaleza humana, siendo lo que es, más tarde o más temprano, te va a defraudar. Por consiguiente, cualquier sumisa siempre hará algo que no tenía que hacer o dejará de hacer algo que debería haber hecho. Y, por lo tanto, tendrás que castigárla. No existe nada para evitar esto, por mucho que un dominante tenga un corazón blando. Ella lo espera, lo necesita. Sí tú no la castigas, interpretará esto como una negligencia, que no te preocupas lo suficiente para llevarla de la mano. Las mujeres sumisas necesitan ser confrontadas con sus ofensas, necesitan hacerlas comprender dónde lo han hecho mal y, sobre todo, necesitan ser capaces de expiar sus pecados. Si no pueden pagar la penitencia, no sentirán que son perdonadas y no serán capaces de seguir adelante. Esto puede parecer casi como una experiencia religiosa. Creo que la Iglesia Católica sabe bastante sobre la culpa, la confesión y la absolución.
El problema es, ¿cuál es el tipo de castigo más apropiado? El castigo corporal y el tradicional recurso de los disciplinarios, obviamente, no es una solución. El spanking está asociado con la sumisa y probable e indeleblemente con el placer y la excitación. Si tú la azotas como castigo, le estás dando, simplemente, lo que ella ansía y corres el riesgo de que estará tentada a desobedecerte, simplemente, con el fin de recibir el castigo. Tal vez, pienses que podrías administrárselo de tal manera que el placer de la experiencia esté poco menos que eliminado. Si usted lo hace más difícil, entonces, corre el riesgo de retroceder a los límites anteriores. Si lo administra de una manera diferente, con frialdad, sin interferencia de caricias o palabras amables, ella lo podría seguir disfrutando.
Quizás, en vez de infligir dolor, usted puede decidir privarla del placer. Los orgasmos están prohibidos. Tocarse a si misma, esta prohibido. Pero, muchas sumisas encuentran esa negación en si misma eróticamente estimulantes. Contra más sabe que no puede tener algo, más lo quiere.
Para algunos dominantes es tentador castigarlas con la ausencia del placer. Las prohíben o condenan a guardar silencio. Pero no puedo decir que estoy a favor de esto. Creo que cuando una sumisa sabe que ha hecho algo malo, lo que más le molesta es que ella ha fracasado, que le ha causado un disgusto a su Amo. Y lo que ella  anhela y desea,  es que se le permita corregir el mal, para ser de nuevo una mujer nueva lo más pronto posible. Darle la espalda es cruel, esto agravaría su angustia.
Entonces, ¿qué hay que hacer? Creo que uno necesita encontrar algún castigo que sea activamente desagradable, que no sea demasiado largo, corto y penetrante, que una vez terminado, el perdón y la curación puedan comenzar. ¿Quiere ejemplos reales? Bien, Hice una vez que una mujer se arrodillara sobre una bolsa de guisantes congelados durante un buen rato. Ella lo odiaba y lo encontraba bastante difícil para convertirlo en una experiencia sensual satisfactoria (aunque, nadie debería subestimar la habilidad de las sumisas para dotar de una carga sexual a cualquier acto). También he descubierto que hacer que se duche con agua fría tiene un efecto saludable. Tienes que insistir que ella esté bajo un chorro de agua helada, al menos cinco minutos, y que consiga mojarse bien su pelo. U ordenarle realizar tediosas labores de casa. Bien, usted ha conseguido el objetivo. Pero, recuerde, las sumisas son putillas ingeniosas. Si le das la mitad de una oportunidad, harán algo sexual de cualquier cosa. La vigilancia constante es esencial.

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