Pedir es un tópico propio de
la sumisa. Lo puede realizar en muchas ocasiones y no está estrictamente reservado
para castigar. Sin embargo, ninguna discusión sobre este tema sería completa
sin, al menos, un examen superficial de la “mendicidad.”
Es un tema confuso. Como dije
en otro artículo, una sumisa masoquista pide con frecuencia ser castigada.
Pero, esto es realmente una invitación, algunas veces, pedir no es más que la
gratificación del ego por parte del dominante. Por ejemplo, a la mujer sumisa, a
menudo, se le dice que pida las cosas así: “Mi Amo, le pido que quiero tragarme
su semen cuando se corra,” o la más popular, “por favor, mi Amo, le ruego que
me penetre por el culo”. Algunas veces, se usa para comunicar el deseo. A las
mujeres se les dicen que tienen que pedirlo antes de tener un orgasmo. Sin
embargo, en este papel, yo centraría el acto de la “petición” como una parte del proceso de
castigar y perdonar.
Más que confusión, el tema es
la enorme variedad de actividades asociadas con el acto de rogar o pedir. El
número de rituales conocidos y posturas para rogar son incontables. Muy
rápidamente, uno aprende que no hay un solo camino para que una sumisa pida
algo. Sin embargo, mientras las técnicas de pedir son tan variadas como el
número de dominantes y sumisas, el valor de este proceso para la relación D/s
es universal.
Pero, ¿por qué nadie, ni siquiera
una sumisa, pide ser castigada, de que se le inflija un sufrimiento? Superficialmente,
tal acción parece ridícula. Se podría aceptar su castigo y estar agradecida por
el perdón, pero, ¿por qué realmente piden ser castigadas? ¿No es ni más ni
menos que una gratificación de su ego por parte del dominante?
Creo que el valor de rogar o
pedir es significativo y no debería ser pasado por alto. El proceso refleja
muchos valores en la relación del dominante con su sumisa.
Claramente, se establece la
primera y segunda naturaleza de la relación:
- El pedir no se requiere en
una relación de igual a igual. Además, cuando un dominante comete un error (y
lo cometemos) nunca pedirán el perdón de la sumisa. Como tal, el acto de pedir
afirma la base de la naturaleza de la relación D/s.
- Proporciona un método para
que la sumisa exprese su malestar por no servir de una forma que sea aceptable
para todas las partes.
- Mi propia experiencia me ha
enseñado que las mujeres sumisas sienten un estrés y dolor profundamente
intensos cuando han fallado a su pareja dominante. A menos que, ellas tengan
alguna manera de expresar este estrés, tendrá un impacto sobre otras parcelas
de su vida. Pedir ser castigada facilita un desahogo natural.
- El acto de pedir es una
barrera psicológica para muchas sumisas. Ser capaz de solicitarlo representa un
logro muy significativo.
- Este es un tema muy importante.
Mientras se realiza como sumisa, tendrá que tropezar con una variedad de
barreras psicológicas que debe superar. Una de estas es el pedir. Solicitar un
castigo puede ser humillante. Sin embargo, solamente su dominante puede
perdonarla cuando ella haya fallado. Por eso, necesita pedir perdón. La manera
que ella pide es una medida de la intensidad de sus sentimientos internos. Pedirlo
es, por eso, un marcador útil.
Es una gratificación para
muchos dominantes.
Es verdad que muchos
dominantes, incluyéndome yo mismo, descubren que es una satisfacción personal
ver a su sumisa pidiendo. Cuando ellas piden, te pertenecen por completo. Los
dominantes buscan este nivel de control.
Por supuesto, ninguna sumisa
debe pedir si no tienen motivos para ello. Por lo tanto, se puede ver
fácilmente que cuando una sumisa natural pide, es un claro indicador de su
necesidad de castigo.
Algunas veces, el mero hecho
de “pedir” es un castigo suficiente. En
otras ocasiones, se necesitará más. Depende mucho del dominante y de las
expectativas de la sumisa. Por ejemplo, una sumisa bien entrenada puede estar a
la expectativa para realizar ciertas tareas sin fallar, mientras que una sumisa
principiante no puede todavía conocerlas. Yo espero mucho más de las sumisas
experimentadas y, por ello, su castigo será más duro si fallan.
Cuando he entrenado a una
sumisa, me ha parecido conveniente desarrollar un número apropiado de estilos y
posiciones. Estos pueden ser usados por la sumisa para indicar la severidad de
la infracción y la intensidad de la culpa que sienten.
Pueden variar desde
arrastrarse con el vientre con un látigo entre sus dientes, hasta arrodillarse
con solo un ajuste sutil en la posición del cuello para indicar que algo anda
mal. Con frecuencia, cuando las parejas dominantes/sumisas están ante el
público no siempre es posible para la sumisa posicionarse como lo podría hacer
en privado. En esos momentos, resulta fácil tener otras alternativas
disponibles para pedir.
Los dominantes pueden
intentar forzar a una mujer a pedir o incluso requerirla a ello. Sin embargo,
hasta el momento en que lo hacen por sí misma, llevada por su necesidad de ser
perdonada, el valor de pedir un castigo es dudoso.
En resumen, hay que reconocer
que el acto de castigar constituye un mecanismo de resolución de conflictos
entre el dominante y la sumisa. No debería ser confundido con el juego del sadomasoquismo.
Más bien, es un acercamiento legítimo e intenso para el dominante y la sumisa
con el fin de mantener la estructura y la integridad de su relación. Este
acercamiento formal puede tener el “pedir” como un componente del protocolo.
Cuando se usa adecuadamente, el castigo no solamente resuelve un conflicto,
sino que también gratifica el poder y el servicio de las partes.
Buenas tardes, en mi blog he empezado un relato, un juego propuesto por el Directorio de Blogs, y me gustaría que lo continuase, le apetece?
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