Yo no tenía la
intención de acercarme a ella, pero cuando abrí la puerta, tenía una pierna
sobre el apoyabrazos del sillón y una mano en el interior de sus bragas. Ella la
retiró rápidamente y empezó a sonrojarse. Yo la miré sin decir una palabra.
“¿Qué?” Dijo por último.
“Ven aquí,” le dije.
Ella me miraba nerviosa
mientras se acercaba a mí. La agarré por los pelos y le eché con fuerza su
cabeza hacia atrás. Le dí dos bofetadas en su cara.
“Te mostraré lo que hago
con las putas,” le dije.
La arrastré hasta el sofá
y la forcé a ponerse de rodillas. Me puse detrás de ella, retorciéndole aún más
el pelo. Con mi mano libre, le levanté la falda y tiré hacia bajo de sus
bragas. Saqué mi pene y lo metí dentro de ella. No podía haber estado tocándose
mucho tiempo porque apenas estaba húmeda, pero, de alguna manera, forcé mi
polla. Su resistencia me excitaba todavía más. La penetré profundamente,
empujando tan fuerte como podía. Ahora, yo tenía una mano en cada una de sus
caderas, atrayéndola hacia mí con cada golpe, mi vientre latía con fuerza
contra ella. Yo no estaba pensando en darle ningún tipo de placer, yo sólo la
estaba “cogiendo.” Le azotaba en el muslo con mi mano, tan fuerte como podía y
ella chillaba. Aun así, la follé, me chupé mi dedo y se lo introduje por el
culo, entonces, me corrí.
Cuando terminé, me di
media vuelta y la puse contra mí. Ella presionaba contra mi ingle, como una
cuchara, retorciendo su culo.
“Bruto,” susurró.
Mmmmm!
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