lunes, 29 de agosto de 2011

Bruto

Yo no tenía la intención de acercarme a ella, pero cuando abrí la puerta, tenía una pierna sobre el apoyabrazos del sillón y una mano en el interior de sus bragas. Ella la retiró rápidamente y empezó a sonrojarse. Yo la miré sin decir una palabra.
“¿Qué?” Dijo por último.
“Ven aquí,” le dije.
Ella me miraba nerviosa mientras se acercaba a mí. La agarré por los pelos y le eché con fuerza su cabeza hacia atrás. Le dí dos bofetadas en su cara.
“Te mostraré lo que hago con las putas,” le dije.
La arrastré hasta el sofá y la forcé a ponerse de rodillas. Me puse detrás de ella, retorciéndole aún más el pelo. Con mi mano libre, le levanté la falda y tiré hacia bajo de sus bragas. Saqué mi pene y lo metí dentro de ella. No podía haber estado tocándose mucho tiempo porque apenas estaba húmeda, pero, de alguna manera, forcé mi polla. Su resistencia me excitaba todavía más. La penetré profundamente, empujando tan fuerte como podía. Ahora, yo tenía una mano en cada una de sus caderas, atrayéndola hacia mí con cada golpe, mi vientre latía con fuerza contra ella. Yo no estaba pensando en darle ningún tipo de placer, yo sólo la estaba “cogiendo.” Le azotaba en el muslo con mi mano, tan fuerte como podía y ella chillaba. Aun así, la follé, me chupé mi dedo y se lo introduje por el culo, entonces, me corrí.
Cuando terminé, me di media vuelta y la puse contra mí. Ella presionaba contra mi ingle, como una cuchara, retorciendo su culo.
“Bruto,” susurró.

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