domingo, 27 de octubre de 2013

Cuando te miro



Miro a tus preciosos ojos oscuros. Tus ojos llenan mi campo de visión. En este momento, son mi mundo entero. Nuestros rostros están tan juntos que se respiran y exhalan el uno al otro, aunque tu respiración se convierta en rápidos jadeos y gemidos.

“¡No parpadees!” Silbo. “Mírame a mis ojos. Solamente a mis ojos.” A través de ellos, lo que puedo sentir es un gran esfuerzo de voluntad, tus ojos se centran en recuperarme y un sordo “ummmm…,” es todo lo que se te escapa.

No veo mis manos en tu cuerpo desnudo. No es necesario. Ni tampoco necesito ver los efectos que mis manos han hecho sobre tí, puedo oler la mezcla de placer y dolor que emanan de tus poros. Puedo respirar profundamente el dulce aroma de tu agotamiento, tu deseo de apagar y dejar que la experiencia se haga cargo. Para relajarte y dejar que la ola de emociones te engulla. Pero, no te defraudaré. Esto es una tortura para tí, y yo lo sé.

Involuntariamente, tus párpados empiezan a cerrarse espasmódicamente otra vez. Tu rostro está cubierto de un ligero brillo por tu penosa experiencia. Estás tan radiantemente bella cuando te tengo en ese momento. Ahora no se trata de mí. Sino de tí y, una vez más, antes de dejarte que te corras.

Sin dejar el contacto con tu piel, mis manos viajan arriba y abajo de tu cuerpo. Los dedos de mi mano izquierda tejen tu sedoso y largo pelo y los nudillos de mi mano derecha, en la parte superior de tu pecho izquierdo. Entonces, simultáneamente, mi mano izquierda echa tu cabeza hacia atrás, mientras yo sigo tu rostro con el mío para que mis ojos estén, justo, en frente de los tuyos y mi mano derecha pellizque tus pezones con todas sus fuerzas.

“¡Eres mía!” Yo hablo con una voz reprimida, incluso sorprendente, considerando mi deseo por tí. Tus ojos y tu boca se abren, sorprendidos, y tu cuerpo empieza a temblar. Mientras, cubro tus labios con los míos que retuercen tu cara en una mezcla de placer y dolor, dejando escapar un grito quejumbroso hacia mis pulmones. Te sostengo para que lo disfrutes, mientras tu cuerpo golpeado y tus brazos azotados, te estás corriendo y cayendo en la más y más profunda oscuridad. A medida que te corres, retuerzo y giro tu pezón, disfruto en mi sádico interior y hago todo lo que puedo para alimentar los cables de la luz de fuego que yo imagino y que puedo ver entre tu pezón, tu clítoris y tu corazón.

Por último, tu cuerpo deja de tener espasmos y tu respiración irregular está dando paso a un ritmo constante y lento. Dejo de pellizcar tu pezón y acaricio tu cabeza con ternura para que descanse en la almohada que está debajo. Durante un momento, observo la belleza de tu cuerpo devastado ante mí. Y mientras te quedas dormida, tranquilamente me desnudo, cojo mi verga que ha estado muy dura durante mucho tiempo y que se siente adormecida y le doy unos golpecitos un poco fuerte. ¡Oh, está tan preparada!

Con mucho cuidado, me coloco para que mi pene se dirija justo a la entrada entre tus muslos abiertos, de color crema. Tu pecho está un poco agitado en la suave y confiada tranquilidad del sueño. Tus pechos están empezando ya a mostrar los moratones de mis anteriores castigos y está cubierto con el mismo delicioso brillo de su cara relajada.

Acerco mi cuerpo a unos centímetros del suyo y puedo sentir el calor que desprende tu parte íntima sobre la punta de mi pene. Puedo sentir los pliegues sedosos de sus partes que me dejan penetrarla. Tengo la intención de dejar de escuchar tu respiración, una vez más, pero mi cuerpo me traiciona. Ha decidido que hay un cuerpo de mujer esperando a darme la bienvenida en su interior y antes de darme cuenta, siento que mis músculos abdominales se contraen y empujo hacia ella con toda mi fuerza.

Aspiras fuertemente una bocanada de aire y tus ojos se abren de par en par, mirando directamente a los míos.

“Ahora es mi turno,” te informo con voz ahogada, antes de inclinarme para morder tu labio hasta que pueda probar la dulzura de tu boca.

2 comentarios:

  1. He sentido desde la primera hasta la última letra, sus letras siempre logran seducirme Señor!

    ResponderEliminar
  2. Me encanta ese final: "Ahora es mi turno" no creo que ella esperara, experimentar aún más placer!!

    ResponderEliminar