lunes, 5 de enero de 2015

El espacio del Dominante. Parte 2

Mientras me movía a través de los engranajes, por así decirlo, desde el flogger al cinturón y a la tawse, yo estaba prestando atención a las respuestas que estaba recibiendo. Pero, al mismo tiempo, me estaba volviendo más comprometido conmigo mismo; de ahí, el título de este post. Las mujeres sumisas me lo han dicho varias veces: “Yo sé lo que me excita cuando me azotan, pero no acabo de ver completo lo que el dominante saca de ello.” Siempre me pareció esto una pregunta extraña. Aquí, tengo a una chica guapa y desnuda, a mi merced y ella quiere, de verdad, que le azote su trasero. ¿Qué más puedo pedir? Pero, tal vez, no sea inmediatamente evidente para todos, porque lo que en otro contexto sería un acto abusivo, puede ser la fuente de un placer muy intenso, tanto para el Spanker como para ella que es azotada.
No es fácil poner en palabras lo que siento, porque las sensaciones son viscerales y atávicas. Sobre todo, es una sensación de poder, el placer embriagador de ser capaz de hacer lo que quiera con otro ser humano. Pero, ¿por qué son los azotes el medio que he elegido para hacer más que cualquier otra cosa que pudiera elegir? Supongo que es la manera más fácil de saber lo que estás consiguiendo realmente a través de alguien. Es si puedes ver u oír sus respuestas a tus acciones. Por lo tanto, mientras ella se retuerce y chilla, tengo una respuesta instantánea. Sé, sin lugar a dudas, que los golpes de cualquier implemento que estoy esgrimiendo, están teniendo un impacto en su mente, así como también en su trasero. Esto hace sentirme fuerte en el mando. Quiero ejercitar mi poder jugando con ella, probándola, burlándome de ella, dándole su placer, pero sólo bajo mis propios términos. Porque el placer que ella consigue, tiene un precio, el precio de una entrega total y el precio de aceptar tanto dolor como ella puede soportar.
Sin embargo, se podrían conseguir respuestas diferentes. Ella se retuerce y gime hasta el punto de llevarla al orgasmo y, a su vez, lo disfruto muchísimo (vea más abajo). Creo que una de las cosas que más me excita sobre los azotes es el conocimiento de que ella perversamente obtiene placer por el dolor que le he infligido. Por lo general, se supone que las mujeres no quieren este tipo de cosas. Se supone que ellas no deben disfrutar de la humillación de ser puestas a través de la rodilla de un hombre, se supone que no disfrutan de estar atadas e impotentes, no se supone que ellas obtengan placer de tener su trasero azotado hasta que pidan misericordia, hasta que los moratones se muestran. Una de las grandes satisfacciones para mí, es que las mujeres admitan o reconozcan lo mucho que les gustan los placeres prohibidos, lo mucho que disfrutan de la perversidad. Yo siempre he querido mujeres “corruptas,” para corromperlas, para que sean dueñas hasta de los placeres culpables que ellas no se atreverían a confesar a sus madres o a sus amigas o a sus parejas vainillas. Hacer que las mujeres admitan que el goce del dolor es un placer perverso en particular, y muy poderoso para mí.
(Espero que no haga falta decir que el placer que obtengo de infligir dolor no es el único placer que consigo de los azotes. También me deleito en saber que ella está consiguiendo lo que quiere y necesita. Existe el placer de dar y es una gran parte de mi gozo de la experiencia. Pero, eso es otra historia).
Por lo tanto, cuando llega el momento el final, la hora de azotarla con la fusta, estaba en una especie del espacio del dominante, totalmente centrado en mis acciones y sus reacciones. No creo que el espacio del dominante sea exactamente el mismo que el subespacio. La mujer sumisa quiere ser transportada, sacada de sí misma, puesta en otro lugar, un lugar donde ella apenas puede articular más lo que ella quiere, a pesar de que haya allí una palabra de seguridad por si la necesita. Ella ha perdido el control por completo. Pero creo que el dominante nunca puede perder el control. Él es el único que es responsable del bienestar de ella. Puedo casi imaginar, si me esfuerzo, llegar a estar muy excitado con darle unos azotes que, quiero seguir y seguir. Puedo imaginarme a mí mismo, sin tener en cuenta sus deseos, haciendo caso omiso de sus lloros y gritos. Digo que puedo imaginarme esto; pero, yo nunca lo haría, porque soy dominante adulto y responsable y me preocupo de las mujeres que azoto. Nunca les haría daño. Por lo tanto, necesito mantener el control, no sólo de la mujer, sino también de mí mismo.
No obstante, existe una especie de lugar al que llego, donde la intensidad de mi placer al azotarla es casi una experiencia espiritual. Lo que busco es el momento cuando ella piensa que ha recibido suficiente, que realmente no puede aguantar más y que la abrazaría y acariciaría su cuello y le susurraría a su oído que quiero que sea una buena chica para mí y lo que más me agradaría, sería si ella pudiera recibir un poco más en ese momento.
Otros seis azotes susurras y luego, pararía si ese fuera su límite. Y ella duda. Ella quiere agradarme, quiere ser recibir más, pero la fusta duele de verdad. Y luego, ella asiente con la cabeza. Ese es un momento mágico para mí, saber que la he llevado más allá de lo que ella pensaba que podría aguantar, que la he puesto en un lugar donde el complacerme es más importante para ella que el alivio del dolor. Un lugar donde el dolor ser convierte en placer, porque es soportado para mi placer, que es el de ella.
En ese estado, a menudo, quiero aplazar el follar a mi chica, porque creo que me sacaría del espacio del dominante. (Me resulta difícil de explicar por qué debería ser así). Yo preferiría, cuando llegue el momento de que ella ya no puede aguantar más, abrazarla y susurrarle en su oído y darle la atención que necesita. Y en esa ocasión, estoy recordando justo en este momento, lo que ella necesitaría además de los besos y las palabras que estarían por venir. Podría decirla que todo su cuerpo estaba a punto en la cresta de una ola de deseo. Así que, puse mis dedos en ella y empecé a follarla y encontré su clítoris y lo acaricié. Esto me dió tanto placer como los azotes. (Fue una buena cosa que ella estuviera todavía atada, porque se corrió con tal fuerza que, de alguna manera, se podría haber caído de la cama). Más tarde, la penetré y estuve muy contento de haberlo hecho, pues entonces, yo estaba en un espacio diferente.
Esta lectura se ha acabado. Todavía no creo que haya precisado qué es lo que experimento durante unos azotes. Creo que tengo que hacer algo más práctico en la investigación.

6 comentarios:

  1. He leído gran parte de su blog y me he sentido identificada con muchas de las sensaciones que usted describe. Muchas de las situaciones que usted cuenta las he imaginado previamente en mi cabeza,antes de leerlas aquí. Siempre me he considerado sumisa pero no tengo el valor de hacerlo real.Tengo demasiado miedo a que me hagan daño psicológicamente. Nunca he conocido a un Dominante real.Actualmente no tengo pareja. Sin embargo, ¿cree usted que puedo estar posponiendo el momento eternamente,es decir, vivirlo solo en mis fantasías? (Para mí es suficiente por ahora).
    Crix

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    1. Buenos días, Anónima.
      Nadie mejor que tú sabes cuándo es el momento para tomar una decisión tan personal. Todas las tomas de decisiones conllevan riesgos. Sólo tú misma los puedes minimizar en función de tu sentido común. Cada sumisa es un mundo muy diferenciado.

      No obstante, si como dices que "para tí es suficiente ahora", con más razón para que seas tú quien tomes la decisión. Mucha suerte.

      Feliz día...

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  2. Pocas veces nos hablan del Dominante, ya sea en artículos escritos por Doms o por sumisas, son estas las que casi siempre tienen el protagonismo, por eso considero este artículo como uno de los más valiosos que ha escrito.
    Por otra parte espero que aún tarde bastante en descubrir que experimenta con esos azotes, lo que le llevara a tener que seguir “investigando”

    Un saludo

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    1. Creo que en mis escritos hablo bastante de los Dominantes y más que seguiré escribiendo.

      Reconozco que los Dominantes no son proclives a hablar de sí mismos, ¿será porque son menos extrovertidos que las sumisas o por un falso pudor. Yo creo esto último.

      Feliz día...

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  3. Muchísimas gracias por contestar tan rápidamente.

    Creo que,por desgracia,si no conozco a nadie en mi vida ordinaria,no me atreva nunca a dar ese paso. Me da demasiado miedo, a pesar de que sé que sería bastante más feliz de lo que soy.

    Por otra parte,le felicito por su blog. Es, (con mucha diferencia y sin ánimo de menospreciar a nadie) uno de los mejores que he encontrado, por no decir el mejor. Se expresa usted de un modo muy correcto, explica muy bien todas las situaciones y describe perfectamente sus emociones y sentimientos.

    Le seguiré leyendo; también releeré todos sus artículos para ir comprendiendo mejor todo lo que pueda sobre el tema.

    Gracias de nuevo y un cordial saludo.

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    1. Muchas gracias por tu estímulo y seguirme. Intento poner mi corazón y los cinco sentidos para aportar claridad y luz a quienes amamos este mundo de la D/s.

      Feliz tarde

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